Sen Senra, el chico de la intuición sonora
Una guitarra cambió su vida de niño. Y un ordenador hizo más tarde el resto. A sus 26 años, Sen Senra vive un gran momento. Sus composiciones suman millones de reproducciones en las plataformas digitales y C. Tangana ha colaborado con él en su nuevo disco. Música profunda y sin reglas que lo convierte en una de las voces más potentes de los nuevos sonidos urbanos.
Parece como si no estuviese, pero está al tanto de todo. Sen Senra está sentado en uno de los sofás del local de ensayo. Consulta el móvil tranquilamente, como si disimulara y escondido bajo un gorro pescador de color camuflaje y unas gafas de cristal amarillo. Ataviado con una sudadera y pantalones deportivos, se muestra relajado, sin llamar la atención. Da la sensación de que nada tuviese que ver con él y, sin embargo, controla cada detalle de lo que pasa. Acepta las indicaciones para posar para las fotografías, pero él mismo decide cómo colocarse y con qué gesto. Maneja perfectamente su ima...
Parece como si no estuviese, pero está al tanto de todo. Sen Senra está sentado en uno de los sofás del local de ensayo. Consulta el móvil tranquilamente, como si disimulara y escondido bajo un gorro pescador de color camuflaje y unas gafas de cristal amarillo. Ataviado con una sudadera y pantalones deportivos, se muestra relajado, sin llamar la atención. Da la sensación de que nada tuviese que ver con él y, sin embargo, controla cada detalle de lo que pasa. Acepta las indicaciones para posar para las fotografías, pero él mismo decide cómo colocarse y con qué gesto. Maneja perfectamente su imagen. Siempre con un perfil serio, entre la intensidad y la melancolía. Da la impresión de que es en ese punto justo donde reside el secreto de su éxito. El secreto de sus canciones, que se han abierto paso con fuerza en el pop español desde que en 2019 publicó Sensaciones, un disco que hizo despuntar a un artista difícilmente clasificable, un hábil y joven mezclador de trap, trip-hop y electrónica con mucho carácter pop que sabe enganchar a los oyentes de su generación, pero también a los mayores que él. A sus 26 años, el cantante y compositor publica el 26 de marzo Corazón cromado, un trabajo que cuenta con la colaboración de C. Tangana, la gran estrella del momento, y con el que aspira a ser una de las voces con mayor proyección de la música española.
La discreción es uno de los rasgos característicos de Sen Senra (nombre artístico de Christian Senra). Parco en palabras y con un punto de timidez, no necesita dar muchas vueltas para decir las cosas y se mueve despacio por los locales de ensayo del edificio Jaén, situado en pleno corazón del barrio madrileño de Carabanchel. Bajo estos techos pasó buena parte de finales de 2020 para preparar una de las giras más ambiciosas que ha habido desde Navidades, con un arranque de tres noches seguidas en el Nuevo Teatro Alcalá de Madrid y que lo ha llevado con aforos completos a Barcelona, Valencia y Gijón, entre otras ciudades. A pesar del año pandémico, el músico sabe que está en pleno ascenso y quiere aprovecharlo. “Me enfrento a todo esto cada día con más ganas. Le dedico toda el alma”, dice sentado en la cabina del local, el mismo lugar donde también ha ido dando forma a su nuevo trabajo, un conjunto de canciones coloridas que ensanchan el espectro de la escena española de sonidos urbanos.
Las ganas nunca le han faltado a Sen Senra desde que quiso dedicarse “por encima de todo” a la música cuando iba al colegio. Nacido en Presqueiras, en la provincia de Pontevedra, se crio en Vigo, en el barrio de Castrelos. Era un alumno más del instituto Santa Irene cuando “una guitarra cayó del cielo”. Sus padres le regalaron “una stratocaster de las de toda la vida” y todo cambió. “Quería centrarme en la música más que en los estudios”, confiesa. Aquel estudiante de la ESO fue quitándole horas a los libros por dárselas a un instrumento que aprendía a tocar mirando vídeos de YouTube. “Había cosas que me llamaban mucho la atención, como Slash y Eminem”, recuerda. “Pero en el fondo era todo. Incluso, cuando iba con mi padre en el coche y ponía a Dire Straits y Pink Floyd, sus canciones me animaban más a seguir tocando”. Convenció a un amigo para ir a un local y “hacer ruido”. Ponían el amplificador a tope y se dedicaban a “bichear” con las guitarras. No había cumplido los 15 años y ya estaba grabando mucha música. “Bicheaba”, como dice, con el fin de pasarlo bien, pero también de ser alguien. “Desde pequeño tenía expectativas de crecer. No quería que la música fuera solo un pasatiempo. Me metí con un objetivo, sabiendo que me querría dedicar a ella toda la vida”.
No paró. Durante los primeros años adolescentes, fue saltando de local en local con distintos grupos, todos de rock. “Tenía tela de bandas”, señala. Entre tantas, recuerda especialmente una: Christ Divide. “Hacíamos rock y garage. En aquel momento me pegó muy fuerte el noise y grupos como Sonic Youth. Era una época musical increíble. Y en esos años intentaba que mi banda sonara a cosas así”. Inquieto y apasionado, Senra no tenía un grupo fijo, pero sí una dirección clara. Algunos podían pensar que estaba demasiado preocupado por destacar, pero, según él, su intuición no le permitía quedarse en formaciones que no le convencían. “Era el más chalado de todos en los grupos en los que estaba. Llevaba la batuta y nunca quería perder el tiempo. Por eso, iba probando en bandas y buscaba una salida, aunque fuera en solitario”.
Esa salida la empezó a encontrar con su primer disco, Permanent Vacation, publicado en 2015. Un álbum sin banda, con un sonido cercano a un garage suave y que le costó 100 euros grabar. Él mismo se encargó de todos los instrumentos. “Aprendí a tocarlos para que me saliese barato”, dice con una sonrisa. Guitarra, bajo, batería y teclado. “Siempre estuve loco con los ritmos y tocaba todo”, añade. Entre ensayos y conciertos en garitos de Galicia, estudió un curso de fotografía, pero sin ninguna pretensión. “Siempre estaba a la expectativa para ver qué pasaba con la música”. Tanto era así que la primera vez que fue a Madrid a tocar con una de sus bandas supo que algún día tendría que dejar Vigo para crecer como músico en la capital. Lo supo, aunque tuvo casi todo en contra. Los miembros del grupo fueron a Madrid en autobús de línea cargados con sus instrumentos, tocaron para cuatro gatos en la antigua sala Nasti —ahora conocida como Maravillas— y acabaron durmiendo en la calle, cerca de la estación de Atocha o “la que fuera”. “No me acuerdo bien”, admite Senra, que se ríe al rememorar aquella noche. Sin embargo, ya ese día le valió para convencerse de que Madrid era el lugar donde darse a conocer. Y algo más importante, que dice a modo casi de sentencia: “Si la música no era mi vida, sabía que no iba a ser feliz”. En casa, ya sus padres lo habían apoyado cuando decidió dejar de estudiar para centrarse en la música y volvieron a hacerlo cuando se fue a vivir a Madrid, aunque, dice, “les costó un poco más asumirlo”.
Es un lunes de febrero a mediodía y Senra ya ha salido de los locales de ensayo de Carabanchel. Ha estado tirándose fotos y mostrando una de sus guaridas madrileñas mientras desde los altavoces de la mesa de sonido se escuchaba a PartyNextDoor, nombre artístico del rapero y productor Jahron Anthony Brathwaite. Más concretamente, sonaba Colours, un EP publicado en enero en plataformas digitales después de que PartyNextDoor lo lanzase solo en formato físico en 2014. La música ambiental de este canadiense, que fue el primer fichaje del sello discográfico creado por la estrella del rap Drake, sirve para explicar el cambio de rumbo que llevó a Senra a convertirse, ya en solitario, en un artista distinto. Con su mudanza a Madrid en 2017, Senra quería transformarse en otro tipo de músico. “Buscaba aprender”, dice. En una ciudad con “un sinfín de estímulos” se rodeó de mucha gente, entre ella, de los chicos de Novedades Carminha, grupo de Santiago de Compostela que había llegado a la capital antes que él con la misma intención de triunfar más allá del circuito gallego. Novedades Carminha fueron su gran enlace a su llegada: se conocían de tocar juntos en Galicia y Senra se instaló en la casa del barrio de Vallecas que había pertenecido a Carlos Pereiro, Carlangas, cantante y compositor de la banda.
“El primer concierto de Sen Senra fue en Lugo con Novedades Carminha. Estaba empezando a darse a conocer en solitario y todavía estaba buscando su formato y su estética”, recuerda Carlangas, quien se refiere a Senra como si fuera su “primo”, ya que lo conoce desde hace casi 10 años y están muy unidos. El cantante del grupo gallego fue el productor de The Art of Self-Pressure, el segundo álbum de un Senra que ya no tocaba en ninguna banda y solo estaba interesado en “explorar” individualmente. Grabado en los estudios La Mina de Sevilla, este trabajo, publicado a finales de 2017, se dejaba empapar por las sonoridades del rhythm and blues contemporáneo y el hip-hop más atmosférico. Incluía composiciones como ‘Pretty Empty’, que contaba con Royce Rolo, del colectivo Banana Bahía Music, y abría una senda nueva que le acercaba al trap. “Venía como una tendencia que me gustaba. Notaba que estaba siendo capaz de conseguir algo e intuía que había un sitio que me interesaba”, explica Senra.
Ese sitio lo esperaba en su próximo disco: Sensaciones, una obra que ya fue toda cantada en español y tiene más que ver con PartyNextDoor, Drake y las nuevas tendencias del urban que con todo su pasado rockero y garagero. Si una guitarra le cambió la vida a aquel chaval de Vigo, al Senra veinteañero, que no se estaba quieto en Madrid, lo cambió un ordenador. “Cacharreaba mucho” con los instrumentos, pero le dio por usar cada día más un MIDI, un sistema tecnológico que permite compaginar sonidos y mezclarlos de múltiples variantes. “Allí tienes todo al alcance de la mano, pero al principio es complicado. Cuando vine a Madrid no tenía ni idea. Ahora, el ordenador es un instrumento”, cuenta.
Senra pasea por Vallecas, por los alrededores del piso donde concibió Sensaciones. Habla de los bares y las zonas que más le gustan del barrio y explica que “la raíz” de aquella música y de Corazón cromado, el nuevo disco, “salió de estar encerrado en casa con el ordenador”. “Di con mi sonido. Conseguí ser yo. De repente, me encontré a mí mismo en la máxima potencia”, señala. Le gusta hablar de la música en términos de colores, y “color” es quizá la palabra que más repite en las conversaciones, siempre breves y concisas, relacionadas con sus últimas canciones. Suele hacer la demo metiéndole teclas, guitarra, voz o lo que se tercie, y luego “la remata en el estudio para darle el acabado final”. “La idea es ver cuántos quilates le meto a la canción”, explica. “Meto un piano rhodes digital porque veo ese color en la composición y, luego, voy al estudio y le meto el rhodes de verdad. Lo hago más orgánico”.
Anxo Rodríguez, guitarrista de Novedades Carminha, fue el productor de Sensaciones. Carlangas, amigo de ambos, los presentó. Desde entonces está junto a Senra explorando “sin complejos”. “Senra es un genio de las melodías”, dice Rodríguez durante el paseo por Vallecas. “Con él he aprendido a frikear con la música. Se ha quitado la herencia rockera y ha asumido la electrónica. Su enorme talento hace que lo que expresa en las canciones sea real en cualquier estilo. Tiene mucha luz interior”. Con canciones tan delicadas y sugerentes como Nos dará alas, Tal vez no sea suerte y Ya no te hago falta, Sensaciones se metió en las listas de lo mejor de 2019 en el indie español, pero, sobre todo, ha tenido un recorrido muy bueno en 2020, impulsado por Nada y nadie, Perfecto y Wu Wu, otras tres composiciones estrenadas en los últimos meses. De alguna forma, es como si la música relajante de Senra, que igual usa auto-tune en su voz que canta en un primer plano conciso, tuviese un antídoto apaciguador para el año de pandemia. Con su ligero ropaje chill-out, es de difícil encaje, pero guarda una fuerza innata para atrapar y dejar en el limbo. Es “una música sin reglas”, según sus propias palabras. Una música tal y como admira en artistas extranjeros que cita, como Tyler, the Creator —”ese tío le tiene mucho cariño a lo orgánico”— y Tame Impala —”una banda de una elegancia increíble”—. No nombra a Frank Ocean, uno de los grandes talentos del hip-hop alternativo de la última década, pero en el viaje sonoro de Senra se pueden apreciar conexiones con su visión artística. También con la de C. Tangana, que colabora en Qué facilidad, una de las canciones incluidas en Corazón cromado, y, de esta manera, refuerza la candidatura de Senra a ser una de las grandes sensaciones del pop español actual. Ambos se conocieron hace unos años en Vigo, cuando C. Tangana todavía no había triunfado y, como él, buscaba su sitio. Senra ya tenía el gusanillo de transformarse en un músico de perfil urbano y dejar el rock. Vio en C. Tangana un referente: “No lo puedes etiquetar en música urbana. Es un artista. Así de simple”.
Senra confía en expandirse más con Corazón cromado. “Hago música que me gusta a mí. Es ley que no puedo agradar a todo el mundo”, afirma. Sin embargo, cada día interesa más. Las composiciones de Sensaciones y los últimos sencillos no han dejado de sumar millones de reproducciones en las plataformas digitales. Con Sensaciones ya pasó de autoproducirse a fichar por Sonido Muchacho, el joven sello discográfico que dio a conocer al grupo Carolina Durante y aglutina a buena parte del pop más juvenil y desenfadado de la última década. Sonido Muchacho tiene en su catálogo también a Hinds, Cariño, Mujeres, Menta o Natalia Lacunza. Aire fresco para una escena variopinta y que, con un buen puñado de grupos y músicos de otros pequeños sellos, están renovando el lenguaje y la estética del pop español, conectando con los más jóvenes. “Senra ama la música”, dice Luis Fernández, al frente de Sonido Muchacho. “Nuestro sello es más guitarrero, pero él aporta una forma de hacer las cosas muy natural. No hay nada impostado. Todo sale de él. Se ve que sabe cuál es su camino”. Corazón cromado también sale publicado con el apoyo editorial de una de las grandes discográficas mundiales: Universal.
Sentado en el Café Pavón, en Lavapiés, Senra reconoce que, aparte de una gira con aforos más grandes, ya tiene planes para cuando las restricciones por el coronavirus se relajen: ha hecho “enlaces” en Estados Unidos y espera poder viajar pronto a Los Ángeles, Nueva York y Miami para saber “qué se cuece” por allí. No descarta tampoco irse a Brasil. “Siempre hay melodías por ahí que se pueden coger al vuelo”, suelta al referirse al futuro. Un futuro en el que Sen Senra se presenta ya como una destacable alternativa sonora dentro del pop español. Reservado y observador, aquel niño al que le cayó “una guitarra del cielo” afirma que sigue igual que siempre: “Obsesionado con la música”. Y recuerda lo que pensó cuando atinó a dar las primeras notas con el instrumento y se dejó ver por los locales y garitos de Vigo: “Sabía que iba a pasar algo. No sé qué, pero sabía que algo iba a pasar. Tenía esa intuición”.