Ocho parques eólicos españoles perfectos para una excursión

De la Vixía de Herbeira, en A Coruña, a Las Navas del Marqués, en Ávila, entornos enamorados del viento ideales para pasear y comer al aire libre contemplando un inmenso panorama. Y alrededor, iglesias románicas, playas y aves

Parque eólico de la serra da Capelada, junto a la vixía de Herbeira, A coruña.ANDRÉS CAMPOS

Hace 30 años, cuando España empezó a llenarse de parque eólicos, muchos mirábamos para otro lado porque afeaban el paisaje. Pero el roce hace el cariño. Y el calentamiento global, no digamos. Por eso hoy vemos con amor a estos compañeros de caminatas, de observaciones y de pícnics. Existe incluso una ...

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Hace 30 años, cuando España empezó a llenarse de parque eólicos, muchos mirábamos para otro lado porque afeaban el paisaje. Pero el roce hace el cariño. Y el calentamiento global, no digamos. Por eso hoy vemos con amor a estos compañeros de caminatas, de observaciones y de pícnics. Existe incluso una Guía de ecoturismo eólico editada por GeoPlaneta.

En los siguientes lugares, Eolo está a sus anchas. Y nosotros también.

Vixía de Herbeira (A Coruña)

Vacas pastando cerca de los molinos de viento que producen la electricidad en la Sierra de Capelada. en A Coruña, M. Ramírez (Alamy / CORDON PRESS)

En la Serra da Capelada, a medio camino entre las rías de Cedeira y de Ortigueira, en el remoto norte de Galicia, se yerguen los acantilados más altos de la Europa continental. En el filo más elevado, a 613 metros sobre el mar, descuella una atalaya del siglo XVIII, la Vixía de Herbeira, desde la que los piratas se verían microscópicos. Aquí, incluso en verano, sopla un viento frescachón que, al que no trae jersey, lo deja castigado en el coche. Con buen criterio, hay instalado justo detrás un parque eólico. Y con mejor criterio aún, para no quedarse helado, hay que pasear por él. A los caballejos medio salvajes que pacen en estas alturas la proximidad del abismo y el runrún de los aerogeneradores no les inquietan lo más mínimo. En cambio, como uno se acerque a menos de 100 metros de ellos, corren despavoridos. Todos los años, el primer domingo de julio, se los acorrala para marcarlos y cortarles las crines, con gran algazara. Es el Curro de A Capelada, más conocido como la Rapa das Bestas. Quizá por eso huyen.

Los Lances (Cádiz)

Windsurfers en la playa de Valdevaqueros, Punta Paloma, Tarifa,Ken Welsh (UCG / Universal Images Group / Getty Images)

Para vientos, los de Tarifa: ¡soplan 300 días al año! Y para parques eólicos, también: 32. El de Los Lances, sobre el monte La Peña (448 metros), es el situado más al sur del continente europeo y el que mejores vistas tiene. Se ven las costas norteafricanas, la playa de Los Lances, la de Valdevaqueros, Tarifa, la isla de las Palomas y, con unos buenos prismáticos, las aves que migran entre los dos continentes y los delfines y ballenas que pululan en las aguas del Estrecho. Hay una senda, la llamada Ruta del Buda, que permite subir en una hora y media hasta los molinos desde el Punto de Información del Parque Natural del Estrecho (N-340, km. 77,5). Y hay, en el propio parque eólico, un centro de visitantes y un observatorio de aves (reservas en visitas.egpe@enel.com).

Somolinos (Guadalajara)

Ermita de Santa Coloma en Albendiego, Guadalajara. Tolo Balaguer (Alamy / CORDON PRESS)

La sierra de Pela, a caballo entre Guadalajara y Soria, entre el Sistema Central y el Ibérico, es un páramo solitario lleno de iglesias románicas —la más bella, la de Santa Coloma de Albendiego, en Atienza—, donde parece que no ha ocurrido nada desde la Edad Media, desde que pasó El Cid camino del destierro… Hasta que uno sube andando desde Somolinos al alto del Portillo y se descubre rodeado de generadores eólicos. Por el camino se ven la laguna de Somolinos, el nacedero del Bornova y el barranco fantasmal de Borbocid. La senda entera —circular, bien señalizada y de unas cuatro horas de duración— se describe con detalle en la web de Senderismo Guadalajara (consultar la ruta SPG-41).

Molino de Olleta (Navarra)

Molino del siglo XVII en Olleta, Valdorba (Navarra). KarSol / GETTY IMAGES

Otro lugar medieval a más no poder, a tope de templos románicos, es la comarca de la Valdorba, a 20 kilómetros al sur de Pamplona. Aquí también hay una sierra, Guerinda, con una corona de generadores eólicos y, como joya de la misma, un molino de viento del siglo XVII donde se hacía harina igual que en La Mancha, aprovechando que en esta zona de Navarra no corren grandes ríos, pero sopla un cierzo que levanta las tejas. El molino de Olleta es un sitio idóneo, con porche, mesas y verde campa, para ir de pícnic, pasear por los montes aledaños y dejar volar la mirada sobre la Valdorba, la Navarra Media y media España. Se ve el Pirineo y se ve el Moncayo, entre Castilla y Aragón. Y en el cielo se ven muchas aves, más que en ningún otro lugar de Navarra.

Miradores de Carnota (A Coruña)

Turistas contemplan el conjunto arquitectónico de Hórreo en Carnota (A Coruña). Juana Mari Moya (GETTY IMAGES)

Carnota es famosa por sus grandes hórreos y por su playa de cinco kilómetros. Los hórreos, no, porque habría que tener un telescopio en cada ojo, pero la playa se ve divinamente desde los miradores de Louredo y de As Paxareiras, en lo alto del monte. El primero está decorado con troncos de árboles procedentes de un incendio, pintados por el artista Nando Lestón. El segundo, situado a mayor altura, entre los generadores del parque eólico Paxareiras, permite contemplar a vista de pájaro la playa descomunal y, al norte, adentrándose en el Atlántico más que ningún otro lugar de la España peninsular, el cabo Fisterra. Después de pasear por el parque, bajaremos a Carnota para andar un poco más, tumbarnos al sol y zambullirnos en su playa salvaje. Salvaje de grande y de agreste, pues en su parte posterior la arena forma dunas donde anidan los chorlitejos patinegros y la marea crea marismas donde las garzas reales observan con su perfil interrogante a los bípedos implumes que cruzamos estas aguas someras por largas pasarelas de madera.

Coll del Moro (Tarragona)

Vistas del Coll del Moro en Terra Alta, Tarragona. Sergi Boixader (Alamy / CORDON PRESS)

2.500 años antes de que se instalase el parque eólico del Coll del Moro, esta montaña de 483 metros fue el asiento de un poblado ibérico, desde el que los ilercavones controlaban el comercio entre la costa y las tierras del interior. En 1938, fue el lugar elegido por Franco para dirigir la Batalla del Ebro, la más larga y sangrienta de la Guerra Civil. Y hoy es un pacífico mirador rodeado de viñedos y aerogeneradores, desde el que se otea buena parte de la comarca tarraconense de la Terra Alta, empezando por Gandesa, su capital. En el kilómetro 798 de la N-420, a tres de Gandesa, está señalizado el desvío al poblado ibérico, el cual puede visitarse llamando antes por teléfono (977 63 85 56). Y en el kilómetro 792, nace una de las pistas de acceso al parque eólico, por la que uno puede (y debe) pasear observando cómo grana en los campos la uva garnacha blanca, la perla de la zona.

Ojos-Albos y Las Navas del Marqués (Ávila)

Parque eólico de las navas del marqués en Ávila. ANDRÉS CAMPOS

Ávila, tierra de cantos y de santos. Y de vientos del norte que se cuelan entre Gredos y Guadarrama. Allí los aguardan dos parques eólicos. El primero, el de Ojos-Albos, levanta sus aerogeneradores junto al pueblo homónimo, sobre la misma serrezuela que cobija la peña Mingubela, un abrigo decorado hace 2.500 años con pinturas esquemáticas de humanos y cuadrúpedos. En Wikiloc se pueden encontrar distintas rutas a pie y en bici de montaña por esta sierra tan prehistórica y tan moderna. El segundo parque, el de Las Navas del Marqués, es un lugar de paseo habitual de los vecinos, que vienen aquí a estirar las piernas y, sobre todo, la mirada: al noroeste se ven los campos de Azálvaro, el embalse del Voltoya y los molinos de Ojos-Albos; al suroeste, las cumbres de Gredos; a naciente, las sierras de Malagón y de Guadarrama; y al mediodía, con mucha suerte, los montes de Toledo. La Senda Larga (circular) permite subir del pueblo al parque eólico y luego bajar en cuatro horas y media. No hay pérdida: está señalizada y se describe en la web de Trismo Las Navas.

Parque eólico de Ojos-albos, Ávila.ANDRÉS CAMPOS

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