Ruta por la Málaga más desconocida tras la pista de los escenarios de ‘La chica de nieve’
Una librería, un estudio de tatuajes, playas, bares y plazas. Hasta 25 localizaciones de la ciudad andaluza aparecen en la serie de Netflix, la más vista de habla no inglesa en la plataforma esta semana y líder de audiencia en decenas de países
De La Pelusa al Centre Pompidou, de La Malagueta a Sacaba Beach. Málaga es la principal protagonista de la serie La chica de nieve, adaptación de la novela de Javier Castillo realizada por la productora Atípica Films para Netflix. Aunque en el libro la acción transcurre en Nueva York, para la pantalla se trasladó hasta la capital de la Costa del Sol. El cambio de escenarios resultó más fácil...
De La Pelusa al Centre Pompidou, de La Malagueta a Sacaba Beach. Málaga es la principal protagonista de la serie La chica de nieve, adaptación de la novela de Javier Castillo realizada por la productora Atípica Films para Netflix. Aunque en el libro la acción transcurre en Nueva York, para la pantalla se trasladó hasta la capital de la Costa del Sol. El cambio de escenarios resultó más fácil de lo esperado. “Estuvimos en Málaga unos días en otoño de 2021 y nos dimos cuenta de que tenía todos los ingredientes para que la historia funcionase bien”, explica Alberto Félez, productor de la serie. Es la ficción de habla no inglesa más vista de la plataforma esta semana, con 50,24 millones de horas vistas, y líder de audiencia en decenas de países. En ella aparecen hasta 25 localizaciones malagueñas, la excusa para conocer el lado más cosmopolita y turístico de la ciudad andaluza, pero también aquella que suele estar alejada de los focos.
Uno de los lugares más reconocibles en la serie es ya un clásico: El Palmeral de las Sorpresas, obra del arquitecto Jerónimo Junquera por el que pasean miles de turistas cada día. Inaugurado en 2011, ayudó a Málaga abrirse al mar. Y a Miren Rojo, personaje principal de La chica de nieve interpretado por Milena Smit, a hacer un poco de ejercicio matutino. El colorido cubo del Centre Pompidou Málaga, intervenido por el artista Daniel Buren, también tiene hueco en la misma secuencia. En una de las torres del barrio de La Malagueta, allí mismo, está la vivienda de Tristán Ulloa, que ejerce de oscuro empresario en la ficción. Un triángulo de localizaciones que se puede completar con las múltiples opciones de ocio de Muelle Uno —con el restaurante José Carlos García, con una estrella Michelin, como bandera— o un delicioso paseo hasta el emblemático edificio de La Farola.
Es un rincón ideal para ver caer el atardecer y disfrutar del skyline histórico malagueño con la catedral, la alcazaba y la fortaleza de Gibralfaro como referentes. Cerca del templo y de la calle Larios se ubica la plaza de la Constitución, en pleno centro, que acoge una parte fundamental de la trama: el momento en que se pierde el rastro de la niña Amaya Martín. “Es una historia universal que puede pasar en cualquier parte del mundo. Pero ha sido un acierto traerlo a una ciudad tan maravillosa como Málaga”, destacaba José Coronado —que interpreta al periodista y docente Eduardo— horas antes de la premier de la serie, celebrada en el cine Albéniz, la única gran pantalla que queda ya en el casco histórico. Igual de excepcional es la librería Mapas y Compañía (calle Compañía, 33) que, como el estudio de tatuajes Trece Tatoo (Carretería, 58) tiene su minuto de oro en la serie y es visita obligada.
El Palo y La Araña
Alberto Félez, productor de La chica de nieve, rememora el momento en el que localizaba junto a uno de los directores de la serie, David Ulloa, y se topó por casualidad con un local a pie de playa que se ajustaba a lo que necesitaban. “Íbamos por la autovía junto a la fábrica de cemento, lo vimos y más tarde volvimos a conocerlo: Era perfecto”, señala Ulloa. Se refiere al chiringuito Antonio Moreno, a pie de la playa de La Araña. Clásico local para tomar espetos o conchas finas malagueñas que se llena cada fin de semana. “La variedad que ofrece Málaga ayudaba mucho al enigma que plantea la historia”, insiste Javier Castillo, encantado con que se haya rodado en su ciudad.
El equipo pasó buena parte de las seis semanas que duró el rodaje —entre febrero y marzo de 2022— en el corazón del barrio marinero de El Palo, al este de la ciudad. “Es una zona que apenas se ha enseñado y que tiene mucho sabor”, relata Félez, quien destaca cómo Málaga es habitual escenario de publicidad, cine y televisión, pero que su interés iba dirigido a descubrir nuevos rincones que mostraran la ciudad desde otro punto de vista, como la plaza Niño de las Moras —dedicada al cantaor flamenco nacido en el siglo XIX— desde la que se ve el Mediterráneo.
Los habituales del bar Échate Pallá vieron durante días cómo el local del antiguo chiringuito Casa Pedro sirvió para instalar la ficticia redacción de diario Sur en la que trabajan Miren y Eduardo. A pocos metros se encuentran las viejas cocheras donde la inspectora Belén Millán —interpretada por la actriz Aixa Villagrán— realiza una de sus actuaciones policiales. Está frente a la casa de botes del club de remo IES El Palo y cerca de Casa Manuel de la Lonja, restaurante que ofrece, con sencillez, pescado a la brasa. Los espetos nunca fallan.
No muy lejos se levantan los bloques conocidos como Las Protegidas, donde reside el primer sospechoso de la desaparición de la niña. Son edificios sencillos, con decenas de antenas de televisión en sus fachadas aún manchadas por la intensa calima que cayó la primavera del pasado año. En las callejuelas cercanas se esconde la tienda SAT Electrónica, que se muestra en la serie casi como es. Repleta de electrodomésticos en reparación, ahora tiene una novedad porque allí se ha quedado parte del decorado. “El equipo de arte trabajó día y medio en construirlo, me dio pena que lo tiraran y pedí que lo dejaran como recuerdo”, señala el propietario, Antonio López. Un poco más allá, en la zona conocida como La Pelusa, se localiza la primera casa de la periodista Miren Rojo. Eligió bien. Las vistas a la ciudad son, cuanto menos, singulares.
Sacaba Beach y el Guadalhorce
En el otro extremo de la ciudad, al oeste, hay una barriada singular formada por dos grandes edificios y un nombre que se entiende a la primera: Sacaba Beach. Efectivamente, ahí termina la playa urbana malagueña. El bar Paco merece una parada mañanera para un mitad (mitad leche, mitad café) y un pitufo mixto (bocadillo de jamón y queso) o almorzar, ya a mediodía, buen pescado fresco. El descampado cercano es habitual parada para autocaravanas y furgonetas, como también se ve en la serie. Aunque en la ficción se cite que es territorio de Coín, municipio del interior, en realidad es una explanada cercana a la desembocadura del río Guadalhorce. Este paraje natural, donde miles de aves migratorias suelen descansar, ofrece una completa red de senderos para caminar o ir en bici. Destaca la pasarela de madera de más de 270 metros de longitud que salva el cauce, una de las más grandes de sus características en Europa.
Las aves migratorias tienen, precisamente, un papel fortuito en otra de las localizaciones más novedosas. “Llegaron por casualidad y completan muy bien el plano”, cuenta Félez, que se refiere a una secuencia en al que aparece una ficticia parada de autobús junto a las escalinatas del Auditorio de Málaga. Es un lugar apartado cercano al recinto ferial, donde también se celebró a finales del verano pasado el Andalucía Big Festival con Jamiroquai y Muse sobre el escenario. El parque de Huelin, la plaza de Capuchinos o el paseo del Parque son localizaciones que completan la presencia de la ciudad en una serie que se encuentra estos días entre las 10 más vistas en 77 países. La Málaga desconocida también se hace famosa.
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