Venecia en modo ‘arty’: una guía para orientarse por la Bienal

Pasear por los colosales espacios del Arsenale y los Giardini Reali o visitar el Negozio Olivetti o Complesso dell’Ospedaletto. Este evento es la mejor ocasión para descubrir lugares secretos de la ciudad que abren para alojar exposiciones

Vista del Arsenale, uno de los espacios de la Bienal de Venecia.BARTEKANALOG PHOTOGRAPHY (Alamy)

Año sí, año no, la Bienal de Arte de Venecia lleva congregando desde 1895 al mundillo internacional del arte contemporáneo alrededor de los canales de la ciudad italiana. Abiertas sus puertas el pasado mes de abril, las cerrará el próximo 27 de noviembre, de modo que durante todos estos meses es una excelente excusa para visitar la ciudad (como si hicieran falta) o un aliciente más de un viaje ya planeado.

En realidad, tocaba celebrarse el año pasado, pero la pan...

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Año sí, año no, la Bienal de Arte de Venecia lleva congregando desde 1895 al mundillo internacional del arte contemporáneo alrededor de los canales de la ciudad italiana. Abiertas sus puertas el pasado mes de abril, las cerrará el próximo 27 de noviembre, de modo que durante todos estos meses es una excelente excusa para visitar la ciudad (como si hicieran falta) o un aliciente más de un viaje ya planeado.

En realidad, tocaba celebrarse el año pasado, pero la pandemia obligó a posponerla y este 2022 todo el mundo la ha tomado aún con más ganas. Esta edición (la 59º) ha sido bien recibida ya por la crítica, cuenta con 80 países participantes y ha apostado decididamente por las mujeres, inmensa mayoría entre los artistas seleccionados. Por lo que esta es una muy buena ocasión para romper el hielo e iniciarse en los vericuetos del arte contemporáneo.

Antes de nada, un primer truco: al aterrizar en el aeropuerto internacional Marco Polo los habituales de la Bienal se ahorran los taxis y autobuses que recorren el puente que salva la laguna y une Venecia con la Terraferma y van directos a la dársena desde la que zarpan los vaporettos de la compañía Alilaguna rumbo al Gran Canal, el puente de Rialto o la plaza de San Marcos: son baratos y cómodos y no hay mejor manera de empezar con Venecia que llegar hasta su corazón directamente por mar.

Vista del el antiguo Arsenale de la ciudad, el complejo de atarazanas, dársenas, astilleros y polvorines donde tiene lugar la Bienal, en una imagen del pasado mes de abril.picture alliance (Getty Images)

Básicamente, la Bienal tiene un formato doble. Por un lado, consiste en una gran exposición colectiva con cientos de artistas seleccionados por un experto o comisario de prestigio internacional (este año, la italiana Cecilia Alemani) en torno a un tema general, que es también una apuesta sobre las líneas y formatos que seguirá el arte del futuro. Tiene su sede en el antiguo Arsenale de la ciudad, el complejo de atarazanas, dársenas, astilleros y polvorines sucesivamente ampliados desde la Edad Media: espacios colosales impresionantes que ya valen en sí mismos la visita, y a los que se llega en un paseo de unos 20 minutos desde la plaza de San Marcos. Conviene reservar, solo para esta parte, un día entero de visita si se quiere pasear con calma y apreciar tranquilamente las obras. Dentro del inmenso recinto hay cafés y restaurantes más o menos formales y jardines donde descansar. Un truco para ahorrar fuerzas y fardar un poco: parar al vuelo y subirse sin complejos a los pequeños trenecillos que andan y desandan el trayecto entre la entrada y la salida; no todo el mundo sabe que son un servicio gratuito.

Visitantes en el Pabellón de Finlandia durante la 59º edición de la Bienal de Venecia.VINCENZO PINTO (AFP via Getty Images)

La otra sede de la Bienal son los Giardini della Biennale, a orillas de la laguna y a otros 15 minutos a pie desde el Arsenale en la dirección opuesta. En ellos se encuentran el Pabellón Central, donde continúa la exposición temática, y 27 pabellones nacionales donde los afortunados países pioneros (hace tiempo que se acabó el espacio disponible y otros muchos ocupan sedes temporales dispersas por la ciudad) muestran la obra de artistas elegidos para representarlos (un poco al estilo de las delegaciones olímpicas). Construidos a lo largo de todo el siglo XX, son un compendio de arquitecturas eclécticas que van del revival folclórico a grandes nombres como Alvar Aalto o Gerrit Rietveld. El recorrido tiene su encanto entre anticuado y divertido, es un poco el momento Eurovisión del mundillo del arte, y de nuevo conviene dedicarles al menos un día entero. Los Giardini, con grandes árboles que escasean en Venecia, son muy agradables en sí mismos, y el ambiente recuerda a una versión sofisticada de las ferias y parques de atracciones de toda la vida. Cada país compite con proyectos espectaculares, a veces incluso demasiado, y si se toma con calma y unas gotas de ironía y humor, el paseo resulta ser una experiencia muy particular (e ilustrativa). Por cierto, que este año el pabellón español presenta un estupendo proyecto a cargo del artista Ignasi Aballí y la comisaria Bea Espejo, contundente en su elegancia y economía de medios, que deja bien alto el ídem.

La exposición temporal de la Illy Art Collection, en los Giardini Reali de Venecia.Giorgio Perottino (Getty Images)

Unos jardines secretos

Aparte de sus sedes oficiales, la Bienal es una buenísima ocasión para descubrir lugares secretos de Venecia que durante estos meses abren para alojar exposiciones temporales. Un ejemplo perfecto son otros jardines, los Giardini Reali, uno de los poquísimos parques de una ciudad con apenas zonas verdes, que ahora alojan la exposición temporal de la Illy Art Collection: desde hace treinta años, la marca de café italiano ha encargado a más de 130 artistas que realicen obras en ediciones limitadas sobre el diseño inconfundible de su taza y su platillo. De Marina Abramovic a Pedro Almodóvar, de Anish Kapoor a Cecilia Vicuña, la premiada con el León de Oro de la Bienal este año. La colección completa puede verse en su antiguo y espectacular quiosco-invernadero. Es un momento divertido si se viaja con niños y una buena parada para reponer fuerzas y tomarse un café a la italiana (ya saben: espresso, sin añadidos, y de un sorbo, como un tequila). Encontrarla ya es en sí misma una pequeña expedición por la Venecia secreta: hay que buscar su entrada bajo las arcadas de la plaza de San Marcos, junto al mítico Caffè Florian, y cruzar el túnel que se abre a la visión inesperada de los jardines dando a la laguna.

La serie 'Max Is in the Army', de Lesia Khomenko, expuesta en el Pabellón de Ucrania de la Bienal de Venecia.GRAHAM BRIDGEMAN-CLARKE (Alamy)

Otros secretos accesibles: en la misma plaza, en las arcadas de enfrente, está el Negozio Olivetti, que el refinado arquitecto Carlo Scarpa rediseñó en los años cincuenta del pasado siglo como tienda insignia para la mítica marca de máquinas de escribir. Ahora lo gestiona el FAI y en sus interiores soberbios hay una muestra de obras de Lucio Fontana y Antony Gormley.

Y cerca del Arsenale, en el barrio de Castello, está el Ocean Space de la Fundación Thyssen-Bornemisza Art Contemporary, que aprovecha los espacios espectaculares de la iglesia exconsagrada de San Lorenzo para mostrar instalaciones de los artistas Diana Policarpo y Dineo Seshee Bopape. Merece la pena también acercarse a ver los impresionantes interiores del Complesso dell’Ospedaletto y la iglesia de Santa Maria dei Derelitti, que abren sus puertas para alojar la exposición colectiva de videoarte Penumbra, de la Fondazione In Between Art Film.

La obra 'Gyre', del artista Yunchul Kim, en el Pabellón de Corea, se podrá ver hasta que termine la Bienal el próximo mes de noviembre.VINCENZO PINTO (AFP via Getty Images)

En otra iglesia reconvertida, la de San Fantin, el veterano artista portugués Pedro Cabrita Reis ha montado su espectacular instalación Field. Y tras mucho perderse por las callejuelas del mismo sestiere de San Marco la recompensa será encontrar el espacio provisional y elegantísimo de la galería inglesa Victoria Miro, que muestra delicados dibujos de la pintora Paula Rego, una de las grandes estrellas de esta edición.

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