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La dificultad de manejar la menstruación en un campo de refugiados

Utilizando camisetas viejas como compresas y sin más intimidad que la que aporta un baño comunitario, las mujeres sirias desplazadas en Líbano encuentran un sinfín de problemas cada vez que tienen la regla

Tener la regla supone un quebradero de cabeza para las mujeres que residen en el asentamiento informal Faour 027 del Valle de la Bekaa, ubicado a 30 kilómetros al este de Beirut (Líbano). En la imagen, una refugiada muestra una camiseta verde de un bebé doblada para ser utilizada como compresa durante su próxima menstruación. En 2014 dejaron de recibir ayudas de kits de higiene que incluía compresas. Desde entonces recurren a telas, pañales e, incluso, trozos de colchón.Brais Lorenzo
Maha Fatoul tiene 36 años y vive junto a su hijo en el asentamiento informal Faour 027 del Valle de la Bekaa. Se queja de que la regla no le viene de manera regular. Siempre ha tenido muchos problemas, a veces tarda en llegarle tres o cuatro meses. Su solución son los anticonceptivos orales. “Me dijeron que necesitaba tomarme la píldora y mejoré bastante, aunque ahora llevo un tiempo sin usarla. Es un lujo que no puedo permitirme”.Brais Lorenzo
Las dificultades de las mujeres refugiadas a la hora de acceder a la higiene menstrual se escenifican en los baños escondidos detrás de puertas medio rotas, apañadas con algún trozo de zinc envuelto con cartones y viejos palos de madera. Lo único que destaca es un agujero sobre cemento bañado y un par de botes de champú boca abajo para aprovechar hasta el último mililitro del producto.Brais Lorenzo
Las más afortunadas cuentan con baño propio en sus viviendas improvisadas, pero muchas comparten aseos con los residentes de otras tres o cuatro tiendas. En la imagen, una niña abre la puerta de uno de los retretes para mostrar su interior.Brais Lorenzo
Rueda Elhamoudi, de 40 años, posa en el interior de su vivienda en el asentamiento informal Faour 027. Ella llegó al Líbano hace 10 años, huyendo de la violencia, la cárcel y la guerra en Siria. Actualmente, vive sola y confiesa que llevaba más de tres semanas sin ducharse.Brais Lorenzo
Las familias más afortunadas cuentan con baño propio, pero otras tienen que recurrir a aseos comunes compartidos. Viven en pequeñas chozas donde escasean el agua y las horas de luz eléctrica. En la imagen, una mujer muestra el trozo de una garrafa de plástico que emplea para ducharse en el asentamiento informal Terbol Dalhsmeyeh 052.Brais Lorenzo
Hanin Muslat llegó a Líbano en 2012 con su familia. Ella ahora tiene 26 años, ha conseguido estudiar Trabajo Social y es voluntaria en la ONG Médicos del Mundo. Organiza sesiones de sensibilización en las que aspira a que las mujeres se empoderen y tomen conciencia sobre sus derechos sexuales y reproductivos.Brais Lorenzo
"Tienen que entender que tenemos que priorizarnos. Hablar les sirve para compartir información entre ellas. Me plantean dudas y yo intento informarme y solucionarlas", explica Hanin Muslat. En la imagen, un grupo de mujeres se reúne en el salón de una vivienda en el asentamiento informal Faour 027.Brais Lorenzo
Una madre abraza a su hijo durante una reunión de mujeres en el salón de una vivienda en el asentamiento informal Faour 027. Ellas son las que se encargan de la crianza y las que gestionan la vida en el campamento irregular. Los hombres tienen más facilidades para migrar.Brais Lorenzo
Las niñas abandonan la escuela: muchas no pueden continuar sus estudios a partir de cuarto de Primaria y son las que ayudan a sus madres en las tareas del hogar. En la imagen, una menor de edad realiza labores de limpieza en una de las viviendas del asentamiento informal Terbol Dalhsmeyeh 052.Brais Lorenzo
Un grupo de mujeres se reúne en el salón de una de las viviendas del asentamiento informal para abordar temas relacionados con sus preocupaciones, necesidades y problemas. Son los únicos momentos que logran poner su condición en el centro. Sus historias se repiten, sus desafíos también. La carga de la comunidad es un gran peso que solo ellas soportan.Brais Lorenzo
Un grupo de mujeres sonríe a través del espejo mientras aborda cómo hacer frente a la pobreza menstrual que sufren. En un contexto tan complicado, se sienten desconectadas de su cuerpo: no consiguen descifrar los cambios hormonales asociados a la menstruación. Las variaciones en su ánimo, energía y fuerzas agravan su sensación de abandono. Son conscientes de que su comunidad no atiende a su salud física y mental.Brais Lorenzo
Las mujeres son las que se encargan de los cuidados de la familia y el hogar. En la imagen, dos de ellas preparan la comida en el exterior de las viviendas en el asentamiento informal Faour 027 en el Valle de la Bekaa ubicado al este de Beirut.Brais Lorenzo
Detalle de la mano de una mujer preparando el tradicional pan sirio.Brais Lorenzo
Sus casas reflejan las circunstancias en las que estas mujeres viven y les resulta difícil mejorar sus condiciones de vida cuando siempre existe el límite de la provisionalidad, que eterniza su precariedad y les impide mirar a futuro. En la foto, una niña se protege del frío resguardándose con un plástico en el asentamiento informal Terbol Dalhsmeyeh 052.Brais Lorenzo
Una mujer introduce leña en el horno que las vecinas como ella utilizan para cocinar la comida en el asentamiento informal Terbol Dalhsmeyeh 052.Brais Lorenzo