Columna

El dolor viene después

Este país necesita acción gubernamental. Ya criticaremos al Ejecutivo cuando se equivoque. Siempre es deseable el consenso, pero es peor la parálisis

El rey Felipe VI, junto al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, este lunes en el Congreso.Pablo Cuadra (Getty Images)

Se lo dijo el Rey a Pedro Sánchez en su toma de posesión a primeros de enero, después de la trabajosa negociación de su investidura. El dolor son las cifras del paro de este martes, 244.000 empleos destruidos en un mes. El dolor es la impotencia que provoca escuchar a la España vacía o la dificultad de tener un techo en la España abarrotada. El dolor será escuchar al president Quim Torra este jueves, como peaje para mantener vi...

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Se lo dijo el Rey a Pedro Sánchez en su toma de posesión a primeros de enero, después de la trabajosa negociación de su investidura. El dolor son las cifras del paro de este martes, 244.000 empleos destruidos en un mes. El dolor es la impotencia que provoca escuchar a la España vacía o la dificultad de tener un techo en la España abarrotada. El dolor será escuchar al president Quim Torra este jueves, como peaje para mantener viva la cordura de Esquerra y la posibilidad de aprobar los Presupuestos Generales del Estado. El dolor es saber que una derecha ultramontana te garantiza la cohesión de la izquierda, pero te impide reformas ambiciosas de Estado que precisan de un consenso mínimo para garantizar que no se cambian con cada inquilino de Moncloa. La ley de educación, por ejemplo.

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La legislatura ha empezado y todas las apelaciones al entendimiento que se escucharon en el Congreso demuestran qué lejos estamos de él. Pero no hay que caer en la melancolía, si no hay, no hay. La mayor responsabilidad de su búsqueda es del Gobierno, pero la derecha y los nacionalismos periféricos no pueden encogerse de hombros. Los agentes sociales, las organizaciones agrarias, la sociedad civil e incluso sectores de otros poderes, como la justicia, claman por los acuerdos. No deja de ser paradójico que el poder más directamente representativo, el Legislativo, sea el escenario de sobreactuaciones y batallas ajenas a la vida concreta de los españoles. Un circo que permite al Gobierno escaparse de sus propios fallos. Es la política 2020. Y no es un endemismo español. Está por todas partes. Quienes piden respeto a las instituciones empiezan por no tenérselo a aquella donde reside la manoseada soberanía.

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La derecha se ha apropiado de la Constitución, en la que ya solo caben los 10 de Ciudadanos y los 88 del PP (a veces le hacen hueco a Vox). Habrá que darles tiempo para que midan sus fuerzas e inicien las fusiones y absorciones que los pongan en disposición de volver a ganar unas elecciones y de paso contar qué proponen hacer en Cataluña, en el campo, con el precio de la vivienda o la primera línea de costa.

Este país necesita acción gubernamental. Ya criticaremos al Ejecutivo cuando se equivoque. Siempre es deseable el consenso, pero es peor la parálisis. @PepaBueno

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