Realidades distintas, mismo país

Volver el debate a la arena de la normalidad y las políticas públicas es tarea de todos. Será importante que tanto Gobierno como oposición se comprometan

Pedro Sánchez, este martes en el Congreso durante su discurso de investidura.Juan Carlos Hidalgo (EFE)

Igual que ocurrió en el debate del fin de semana, la sesión de investidura al nuevo Gobierno, más que entre opciones, dibujó un debate entre realidades difícilmente compatibles. Los discursos de los líderes de Vox, Partido Popular y Ciudadanos apuntaban a una situación que poco tenía que ver con los discursos a los que apuntaban los portavoces del resto de formaciones. Incluso algunas voces que se oponían al Gobierno como Ana Oramas.

Casado, Abascal y en cierta medida Arrimadas, situaron su discurso e...

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Igual que ocurrió en el debate del fin de semana, la sesión de investidura al nuevo Gobierno, más que entre opciones, dibujó un debate entre realidades difícilmente compatibles. Los discursos de los líderes de Vox, Partido Popular y Ciudadanos apuntaban a una situación que poco tenía que ver con los discursos a los que apuntaban los portavoces del resto de formaciones. Incluso algunas voces que se oponían al Gobierno como Ana Oramas.

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Casado, Abascal y en cierta medida Arrimadas, situaron su discurso en un momento de aparente crisis para el futuro de nuestro país, con constantes apelaciones a una situación de teórica crisis constitucional y centrando la mayor parte de su discurso en grandes principios de funcionamiento de la política y las instituciones, con múltiples menciones al Rey y a la Constitución. Además, a pesar de las menciones de Abascal a la ley de violencia de género, la mayor parte del discurso de estos partidos giró alrededor de sus posiciones sobre la unidad de España y las instituciones del Estado.

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Los partidos de la coalición de Gobierno, en cambio, intentaron tener un debate de investidura muy normalizado dentro de la lógica de la alternancia democrática y la formación de Gobiernos. Sin casi ninguna mención al momento histórico. Ni siquiera el hecho de estar eligiendo el primer Gobierno de coalición de la historia moderna de la democracia española parecía justificar las apelaciones a la historia. Pedro Sánchez y sus socios intentaron, en cierta manera, centrar el debate en las propuestas en materia económica y social que el Gobierno pretende impulsar. Es decir, tener un debate centrado sobre las famosas políticas públicas y los debates normales de las democracias que asumen con normalidad la alternancia y los cambios de coalición gubernamental. Aunque este debate poco a poco perdió presencia en los discursos de los portavoces, que decidieron entrar a discutir las duras acusaciones de la oposición.

Era esperable que la actual coalición de Gobierno y sus apoyos generaran un incremento de la polarización entre partidarios y opositores. Era previsible ver un recrudecimiento de las actitudes y ciertos movimientos de unos y otros para visualizar las diferencias entre bloques y disimular las diferencias dentro de estos mismos bloques. Sin embargo, es importante que estos cruces de acusaciones se limiten a la bondad o no bondad de las distintas propuestas. Que no cuestionen las legitimidades de ninguna de las voces, ni las instituciones que las sustentan. Volver el debate a la arena de la normalidad y las políticas públicas es tarea de todos. Y para ello será importante que tanto Gobierno como oposición se comprometan con mantener un debate en el campo de la normalidad.

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