Tadashi Yanai, dueño de Uniqlo: el rival japonés de Amancio Ortega llega a Madrid

El fundador de la empresa japonesa intenta desbancar a Inditex y hacer de su marca la principal firma textil del mundo antes de jubilarse. Este jueves inaugura su segunda tienda en España

Tadashi Yanai, fundador de Uniqlo, en la tienda de la marca en Barcelona, en 2017.Carles Ribas
Pekín -

Tadashi Yanai no quería trabajar. Pero siendo hijo de un sastre y una ama de casa en el Japón de posguerra aquello no era una opción realista, por lo que no lo quedó otra que arremangarse. Después de cinco décadas de esfuerzo, Yanai es hoy el 29º hombre más rico del mundo y el primero de Japón, con una fortuna valorada en 27.500 millones de euros. Su riqueza procede de la empresa Fast Retailing, propietaria de ...

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Tadashi Yanai no quería trabajar. Pero siendo hijo de un sastre y una ama de casa en el Japón de posguerra aquello no era una opción realista, por lo que no lo quedó otra que arremangarse. Después de cinco décadas de esfuerzo, Yanai es hoy el 29º hombre más rico del mundo y el primero de Japón, con una fortuna valorada en 27.500 millones de euros. Su riqueza procede de la empresa Fast Retailing, propietaria de Uniqlo, de la que es fundador y presidente. Los objetivos vitales de aquel joven perezoso han cambiado: ahora pretende conseguir que su marca sea la primera firma textil del mundo.

Yanai nació en 1949 en Ube, una pequeña ciudad al sur de Japón. Se crio en una casa humilde: el bajo era la sastrería de su padre y el primer piso la residencia familiar. A eso achaca que “vender fuera lo único que sabía hacer bien desde el principio”. Al acabar la educación secundaria se enroló en la Universidad Waseda de Tokio, de la que se graduó con una licenciatura en Economía y Ciencia Política. Su única prioridad entonces era no acabar trabajando en aquella planta baja. Por ello, sus primeros pasos profesionales los dio en un supermercado, vendiendo utensilios de cocina y ropa de hombre, pero no duró mucho.

Al año siguiente su padre le reclamó en la sastrería, el negocio que convertiría en una multinacional. Cuando se jubiló en 1984, habiendo convertido su taller en una cadena de 22 tiendas, Yanai tenía preparado su cambio de rumbo. Ese mismo año abrió en Hiroshima la primera tienda de la marca que le haría multimillonario. La bautizó como Uniqlo, acrónimo de unique clothing, “ropa singular”. En 1991 cambió el nombre de la empresa familiar para adaptarla a sus ambiciones: Ogori Shoji pasó a llamarse Fast Retailing, “venta rápida”.

La primera tienda en Madrid de Uniqlo, en la calle Serrano.

En efecto: era muy rápida. Por entonces ya era la empresa textil que más crecía de Japón. Su estrategia pasaba por producir mucho y vender barato. Tadashi Yanai había encontrado, según él mismo, “una mina de oro”. Cuenta la leyenda que uno de cada cuatro japoneses tenía en su armario una de sus famosas chaquetas. El golpe fatal para la competencia llegó cuando, en una maniobra exitosa, decidió trasladar parte de su industria a China para beneficiarse de los bajos costes de producción. A partir de ahí, dio el salto al mundo.

Hoy, Uniqlo tiene unas 1.500 tiendas repartidas por todo el planeta. La estadística dispone que cada semana hay una nueva inauguración. Muchas de ellas, además, en los espacios inmobiliarios más exclusivos: una sede acristalada en la Quinta Avenida de Nueva York; el local más codiciado en Sanlitun, el corazón comercial de Pekín; otro en Ginza, el barrio más caro de Tokio... Abrió en Barcelona hace dos años y mañana lo hará en Madrid. Con motivo de la reapertura de su tienda en Oxford Street, Londres, en 2016, Tadashi Yanai afirmó en una entrevista con el diario The Telegraph: “Londres es un escaparate para el mundo (...), por eso queremos crear nuestra mejor tienda aquí: para demostrar quiénes somos”.

Estas palabras están directamente relacionadas con su objetivo primordial: para convertir a Uniqlo en la primera empresa textil del mundo, Yanai quiere dejar atrás la ropa barata que le ha llevado hasta donde está. Su resolución quedó plasmada en la Declaración de Calidad Global de 2004, un documento en el que la firma se comprometía a dejar de producir productos de baja calidad y bajo precio. “Uniqlo ya no es una empresa de moda, es una empresa tecnológica”, proclamó entonces.

Una tienda de Uniqlo en Tokio, Japón.Kim Kyung Hoon (REUTERS)

Otra de las razones que llevó al magnate nipón a dar este paso fue su preocupación por el medio ambiente. En varias ocasiones ha declarado que considera que “la cuestión medioambiental es el problema más importante en el mundo de los negocios”: “A no ser que seamos capaces de solucionarlo, la gestión empresarial no tiene sentido”.

Tadashi Yanai sigue siendo un hombre de familia. Está casado y es padre de dos hijos. El primogénito, Kazumi, es el director de Fast Retailing y líder de la división estadounidense de Uniqlo. No está claro, no obstante, que vaya a ser él su sucesor al frente de la empresa. En una entrevista reciente con CNN, Tadashi Yanai expresó sus deseos de que una mujer tome el timón cuando llegue el momento de su retirada: “Las líderes mujeres suelen ser personas más talentosas. Ellas están más preparadas para dirigir negocios textiles y espero ver a más mujeres en posición de liderazgo en el mundo de los negocios”.

Yanai aguarda el momento de dar un paso al lado en su casa a las afueras de Tokio, una construcción de más de 1.540 metros cuadrados valorada en 45 millones de euros. También posee dos campos de golf en Hawái, deporte al que es aficionado. Viste ropa de su marca y parece haber olvidado la pereza con la que empezó a trabajar, hace ya tantos años. En 2016, confesaba: “Soy bastante viejo. Mi vida se está acabando, y antes de morir tengo que hacer algo”.

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