Análisis

El rapto de La Rioja

¿Cómo es posible que la región se aboque a una repetición electoral?

Raquel Romero (Podemos) y Concha Andreu (PSOE) este jueves en el Parlamento riojano. En vídeo, intervención de Raquel Romero.Vídeo: Javier Hernández / QUALITY

Por primera vez en 24 años la izquierda tiene mayoría en el Parlamento de La Rioja. El PSOE ganó de manera contundente las elecciones del 26M obteniendo 15 de los 33 escaños en juego y, junto con las dos diputadas de Unidas Podemos, completando la mayoría absoluta. Apenas dos mil votos generaron este escenario y parecía que, como en otras comunidades, habría un pacto de izquierdas, con lo que ...

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Por primera vez en 24 años la izquierda tiene mayoría en el Parlamento de La Rioja. El PSOE ganó de manera contundente las elecciones del 26M obteniendo 15 de los 33 escaños en juego y, junto con las dos diputadas de Unidas Podemos, completando la mayoría absoluta. Apenas dos mil votos generaron este escenario y parecía que, como en otras comunidades, habría un pacto de izquierdas, con lo que la candidata socialista, Concha Andreu, tendría los apoyos para facilitar la alternancia. Sin embargo, todo se ha truncado y parece que la región hoy se aboca a una repetición electoral. ¿Cómo es esto posible?

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El enfoque para entender lo que ocurre en la Rioja pasa por mirar, más que hacia afuera, hacia dentro de los partidos. Podemos en esta comunidad es una organización devastada. Con juicios cruzados entre sus miembros, con varias intervenciones directas de la matriz estatal, hoy está pilotada por una gestora. Su propia diputada, Raquel Romero, ni siquiera fue elegida en primarias sino designada directamente, en parte por la fractura de la propia organización. Con todo, este partido concurrió en coalición con Izquierda Unida, siendo capaces de obtener una diputada cada uno.

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A partir de ahí comenzaron los problemas. Podemos e Izquierda Unida se rompieron en el Parlamento y la izquierda salvó la mayoría en la mesa con un acuerdo in extremis, pero generando un abismo entre las antiguas compañeras de lista. Por su parte, el PSOE cerró un acuerdo de legislatura con Izquierda Unida, pero no tuvo vía para acercarse a la única diputada de Podemos. Se trajo un equipo negociador de Podemos Castilla La Mancha (cuyos resultados no le avalan precisamente), ella misma no se ha sentado a la mesa hasta hace dos días (pese a alegar que faltaba “seriedad” en las conversaciones) y hasta ha exigido tres consejerías con un solo escaño. Ahora transige y sólo pide dos.

Con todo, el hecho contrastable es que Podemos “central” no controla a esta diputada y eso contamina las negociaciones nacionales, dando munición al relato del desencuentro. Para UP esta es una situación incómoda, porque o bien alega que está de acuerdo con impedir el gobierno de Concha Andreu o bien reconoce que no controla su propio partido, y ambas cosas envenenan las negociaciones a nivel estatal. Resulta sorprendente que el destino de La Rioja esté teniendo tantas derivadas, pero lo cierto es que casi todo puede explicarse a la luz de la situación interna de Podemos. En una región tan pequeña, sus siglas han sido capturadas por intereses que colocan el mandato de sus militantes y votantes como una prioridad subsidiaria.

A mi juicio, esta experiencia permite extraer dos lecciones interesantes. De un lado, que los nuevos partidos aún tienen mucho que hacer para consolidar sus organizaciones territoriales y que, probablemente, tras esta situación, Podemos no tendrá ocasión de hacerlo en La Rioja (como en otros tantos lugares). Del otro lado, que para entender cualquier proceso de negociación no solo tenemos que contemplar incentivos electorales o los liderazgos, sino también la situación interna de las propias organizaciones. Al fin y al cabo, La Rioja nos muestra cómo no es lo mismo vivir por y para la política que querer vivir a costa de ella.

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