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CrowdLaw

CrowdLaw: un vitamínico para la democracia

En el Día Internacional de la Democracia, líderes y expertos internacionales apuestan por abrir las instituciones públicas a la inteligencia colectiva a través del uso de las nuevas tecnologías

Una mujer circula con un patinete eléctrico por el carril bici de la acera de la Gran Via de Barcelona.Albert Garcia (EL PAÍS)
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Mientras las Naciones Unidas celebran el Día Internacional de la Democracia bajo el lema "La democracia en tiempos de tensión", el The GovLab de la Universidad de Nueva York, un centro dedicado a la innovación cívica y política, presenta un Manifesto que pretende impulsar procesos de participación ciudadana en la esfera legislativa que permitan aprovechar el conocimiento de los ciudadanos para mejorar la calidad de las leyes y políticas aprobadas.   

Vivimos en pleno siglo XXI con instituciones políticas propias del siglo XIX. 

Con la confianza social en el sistema político bajo mínimos, la legitimidad de los modelos representativos tradicionales se pone en cuestión. La democracia está anémica. No solo en España, sino en el resto de los países occidentales. Muestra signos de falta de vigor, fatiga muscular, debilidad motriz y una palmaria palidez ante los peligros que la acechan. Muchas causas explican su padecimiento, pero centrémonos en una de ellas que proviene de su interior: vivimos en pleno siglo XXI con instituciones políticas propias del siglo XIX. La forma de ejercer el poder político, tanto en la esfera legislativa como en la ejecutiva, continúa operando a puerta cerrada con mecanismos de funcionamiento anticuados que fomentan el sentimiento de la ciudadanía de que sus demandas no son escuchadas ni representadas.

En su aspecto procedimental, la democracia es el método de formación de las decisiones públicas; y la ley es la expresión de la voluntad popular, como reza nuestro texto constitucional. Pero los mecanismos actuales que aseguran el ejercicio democrático del poder no son los únicos posibles. Si la tecnología está revolucionando la forma de como producimos, consumimos, nos relacionamos y transportamos, ¿por qué no puede afectar la forma en la cual nos gobernamos? ¿Qué rol puede y debe jugar las nuevas tecnologías en nuestro sistema de gobierno? Aquí es donde entra en escena, como política innovadora, el Crowdlaw, concepto todavía no traducido ─recordará el lector, términos ya conocidos y asumidos como el crowdfunding o el crowdsourcing─ que surge de la hipótesis de que las instituciones públicas funcionan mejor cuando estimulan el compromiso ciudadano a través de las nuevas tecnologías y que el resultado de ello es una democracia capaz de producir leyes y políticas más legítimas, efectivas y de mayor calidad.

En este momento, con seguridad, al lector le sonará esta letra y estará pensando que el Crowdlaw es otra forma de nombrar la participación política tradicional. Apuntemos seis razones por las cuales esa primera impresión es errónea.

  1. En lugar de la contingente participación ciudadana, el Crowdlaw implica la institucionalización en las estructuras de gobierno.
  2. En lugar de recolectar las opiniones de los ciudadanos, el Crowdlaw se centra en obtener "inteligencia colectiva" proveniente del conocimiento, las ideas y los datos dispersos en la sociedad: expertos de la sociedad civil, asociaciones vecinales que conocen una problemática de primera mano, ciudadanos particulares que les interesa especialmente un asunto.
  3. Al Crowdlaw le preocupa la digestión, a través de un diseño institucional efectivo, de esa inteligencia colectiva recolectada para poder transformarla en inteligencia institucional.
  4. El Crowdlaw supone ceder algún tipo de control real sobre el proceso de toma de decisiones representando, por tanto, el ideal del Gobierno Abierto.
  5. El Crowdlaw pretende abrir espacios de participación en todo el proceso de toma de decisiones, desde la definición de los problemas, hasta la identificación, implementación y evaluación de soluciones, ofreciendo un valioso y significativo ejercicio para que la ciudadanía pueda coproducir la normativa y las políticas.
  6. Por último, el Crowdlaw debe implicar el uso intensivo de tecnología digital siendo, por definición, de base tecnológica.

En la práctica gubernamental, el Crowdlaw no se circunscribe a las políticas de participación, sino que es un nuevo arte de gobernar, transversal a los departamentos y materias de la administración. Por ejemplo, puede servir para producir una mejor legislación educativa, medioambiental o urbana. La elaboración de un plan estratégico urbano sería, por ejemplo, un lugar perfecto para poner en práctica el Crowdlaw, permitiendo la elaboración de objetivos compartidos de ciudad entre los múltiples actores a través de tecnologías como big data, data collaborative o e-platforms, siendo capaces de identificar los problemas y diseñar las soluciones. Ya existen ejemplos reales, como el Better Reykjavik en Islandia, el vTaiwan en Taiwan o el MindLab en Dinamarca.

"La tecnología nos permite preguntar y responder colectivamente como debemos rediseñar nuestras formas de gobernar "

En definitiva, se trata de abrir las instituciones de par en par, desmonopolizar la toma de decisiones e incorporar el talento humano, disperso en la sociedad, canalizando sus saberes para que se conviertan en aportaciones del proceso de producción normativo, de políticas públicas y, en última instancia, de creación de valor público. El CrowdLaw Manifiesto, promovido por el The GovLab y redactado colaborativamente por más de una veintena de expertos internacionales durante unas jornadas en Marzo de 2018, en el Centro Bellagio de la Fundación Rockefeller, persigue precisamente eso.

El 15M creó las condiciones de una nueva voluntad colectiva, al integrar en el sentido común de la ciudadanía la demanda por una democracia real

Sus doce declaraciones son un llamamiento a la acción que pretende alentar la institucionalización de nuevos mecanismos que permitan aprovechar la inteligencia colectiva para mejorar la calidad de las leyes y políticas producidas alrededor del mundo. Beth Simone Noveck, profesora de la Universidad de Nueva York y directora del The GovLab, explica que "la tecnología nos permite preguntar y responder colectivamente como debemos rediseñar nuestras formas de gobernar para resolver los complejos desafíos del siglo XXI. Pedimos a los ciudadanos de todo el mundo que se unan a nosotros como firmantes de este manifiesto y de ese modo estimular a la democracia a asentar raíces fuertes en las comunidades".

Esta iniciativa cuenta ya con el entusiasta apoyo de una amplia red de expertos internacionales, desde académicos y activistas hasta servidores públicos, entre los que se incluye el Ayuntamiento de Madrid. Esta demanda llega en un momento crucial. El 15M creó las condiciones de una nueva voluntad colectiva, al integrar en el sentido común de la ciudadanía la demanda por una democracia real. En este sentido, la propuesta de impulsar iniciativas de Crowdlaw es la concreción, en términos de intervención pública, del mandato político de las plazas. El riesgo de no aprovechar esta ventana de oportunidad es el aumento de la desafección política, uno de los causantes de nuestra anémica democracia, que necesita, para renovar sus fuerzas, vitaminas.

Victòria Alsina es profesora asociada en la Harvard Kennedy School e investigadora en el Governance Lab de la New York University.

Eduardo González de Molina es investigador en el Governance Lab de la New York University

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