Opinión

¿Qué tiene que ver la crisis de los refugiados con el gas de tu casa?

Para asegurarnos de que no somos cómplices del horror, debemos exigir la implantación de un sistema de garantía de origen de los recursos energéticos fósiles

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El gas natural se encuentra muy presente en la política energética europea reciente; a pesar de que algunos científicos —como el profesor Howarth de la Universidad de Cornell— ya advierten de que una vez integradas las emisiones de metano a las de CO2, la huella climática del gas natural es peor que la del carbón o el petroleo.

Europa es el mercado de mayor crecimiento del mundo y según fuentes del sector, el gas natural liquado se mantendrá y crecerá en los próximos años. El origen de las importaciones de energía de la Unión Europea de los 28 ha cambiado en cierta medida en los últimos años, si bien Rusia ha mantenido su posición de principal proveedor de petróleo crudo y gas, y se ha convertido en el principal proveedor de combustibles sólidos. El 34% de las importaciones provienen de Rusia, el 23% de Noruega y el 10% del norte de África (Argelia y Libia). 

En España, la Corporación de Reservas Estratégicas (Cores), tutelada por el Ministerio de Energía es la entidad encargada de garantizar la seguridad de suministro y referente de información en el sector. Según su último informe, entre abril de 2017 y de 2018, las importaciones de gas natural ascendieron un 26%, de las cuales el 57,7% se importa a través de gaseoductos. Aumentan las importaciones en todas las zonas geográficas, destacando el incremento de las procedentes de Oriente Medio (+148,9%). El principal suministrador de gas natural a España es Argelia, seguida de Nigeria, Qatar —principal exportador de Gas Natural Licuado del mundo— y Noruega .

Cabe destacar, además, que dicho informe refleja que la estructura de las importaciones por zona geográfica no corresponde con lo establecido en la legislación nacional sobre diversificación de abastecimiento de gas natural.

El gaseoducto Irán-Iraq-Siria competiría con el Nabucco desde Azerbaiyán a Europa y con el de Qatar-Turquía que Qatar había proyectado para unir North Dome con Europa a través de Arabia Saudita, Jordania, Siria y Turquía.

Según el Centre for Reserch on Globalization canadiense, el rechazo del gobierno sirio de Bashar-al-Asad en 2009 a la construcción del gaseoducto Qatar-Turquía junto con el acuerdo de construcción del de Irán-Iraq-Siria en 2011 encendió el asalto saudí y catarí al poder de Al-Asad y supuso la escalada del conflicto sirio.

En respuesta a la elevada dependencia energética del exterior, la Comisión Europea lanzó su Estrategia de Seguridad Energética que tiene como objetivo garantizar un suministro estable y abundante de energía para los ciudadanos europeos y la economía. En esta estrategia, el acceso a recursos de gas natural más diversificados es una prioridad.

Estados Unidos también tiene interés por controlar los vastos recursos de petróleo y gas de la región a través de gobiernos aliados como el de Qatar y así romper la dependencia de la Unión Europea con Rusia. Europa podría convertirse en un importante mercado para la exportación de Gas Natural Licuado de Estados Unidos. De hecho, entre los compradores de las plantas de licuación en construcción en Estados Unidos figuran destacados operadores europeos: Gas Natural, BG, Engie, Endesa, EdF, Iberdrola, EdP.

Siria, por su situación geográfica, es la pieza central de este puzzle de intereses geoestratégicos.

Los diferentes intereses en Siria explican la diferencia en el encuadre de las potencias mundiales que están compitiendo y promoviendo su propio interés nacional, las posiciones de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU y el punto muerto del conflicto.

Sin restar importancia a las causas internas de los conflictos, resulta necesario evidenciar que la intervención extranjera en la región responde a intereses geopolíticos por controlar el flujo de recursos energéticos dentro de la región, como consecuencia de nuestra elevada dependencia energética.

De acuerdo con el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, a finales de 2017 alrededor de 465,000 habían muerto y desaparecido en la guerra civil de Siria. 5,1 millones de sirios han huido del país como refugiados y 6,3 millones de sirios están desplazados dentro del país. La mitad de los afectados son niños.

La Guerra Civil Siria causa más desplazados que cualquier otro conflicto en el mundo y todos los días 6.000 sirios escapan de su país. La mayor crisis humanitaria de la historia reciente es la que se está viviendo en Europa ante las oleadas masivas de refugiados que ocupan las fronteras de los países de la UE.

Resulta necesario evidenciar que la intervención extranjera en la región responde a intereses geopolíticos por controlar el flujo de recursos energéticos

La mayoría de estos movimientos de población se caracterizan por una migración forzada de víctimas de conflictos armados, persecuciones, pobreza, cambio climático y violaciones masivas de los derechos humanos. A fecha de 21 de diciembre de 2015, más de un millón de personas habían entrado en Europa, de las cuales más de 942.400 habían solicitado asilo político.

Los consumidores europeos no podemos obviar el nexo existente entre la energía que consumimos y la crisis de refugiados. Para asegurarnos de que no somos cómplices del horror asociado a dinámicas de poder por el control de recursos energéticos, debemos exigir la implantación de un sistema de garantía de origen de los recursos energéticos fósiles, que permita a los productores de combustibles y electricidad que utilicen fuentes de energía fósil demostrar que el gas y el petroleo que nos suministran no provienen o transcurren por infraestructuras ubicadas en países en conflicto.

Esta debería ser, sin embargo, una medida transitoria paralela al imprescindible cambio de modelo energético hacia uno más sostenible, basado en generación mediante fuentes renovables, distribuido, descentralizado, seguro, equitativo, inclusivo, soberano y participativo. Un nuevo modelo energético en el que el derecho de todas las personas al acceso a una cantidad de energía suficiente para vivir una vida digna sea considerada un derecho básico y que minimice los impactos en el planeta y en los seres que lo cohabitamos.

Cada uno de nosotros en nuestros distintos roles como consumidores individuales o miembros de de diversas organizaciones (empresas, administraciones, públicas, etc) podemos modificar el modo en que gestionamos y consumimos la energía que necesitamos y reducir los impactos ambientales, económicos y sociales asociados.

Sonia Ramos Galdo es consultora en Sostenibilidad Energética de Isener.

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