Editorial

Duque deberá unir Colombia

El nuevo presidente debe ser muy cuidadoso con un proceso de paz que está todavía siendo puesto en marcha

Ivan Duque y la vicepresidenta electa, Marta Lucia Ramírez, celebran la victoria.Vídeo: ANDRES STAPFF (REUTERS) / QUALITY

Reducir la polarización de la sociedad colombiana, contener la violencia que aún golpea a algunas zonas rurales, mejorar la economía y cumplir los acuerdos de paz son los principales retos a los que se enfrenta el nuevo presidente de Colombia, Iván Duque. El candidato derechista se impuso el pasado domingo en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales al izquierdista Gustavo Petro. Duque obtuvo el 53,85% de los sufragios y una diferencia de más de 12 puntos sobre su rival, lo que le permite comenzar su mandato con un importante respaldo popular.

La paz firmada en septiembre de 2...

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Reducir la polarización de la sociedad colombiana, contener la violencia que aún golpea a algunas zonas rurales, mejorar la economía y cumplir los acuerdos de paz son los principales retos a los que se enfrenta el nuevo presidente de Colombia, Iván Duque. El candidato derechista se impuso el pasado domingo en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales al izquierdista Gustavo Petro. Duque obtuvo el 53,85% de los sufragios y una diferencia de más de 12 puntos sobre su rival, lo que le permite comenzar su mandato con un importante respaldo popular.

Editoriales anteriores

La paz firmada en septiembre de 2016 con la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) ha dividido de manera significativa a los colombianos. El presidente electo fue portavoz del No en el referéndum que en noviembre de 2016 rechazó la primera versión del acuerdo alcanzado entre el Gobierno y la guerrilla.

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Es una buena señal que Duque se haya distanciado de su mentor —el expresidente Álvaro Uribe, un furibundo opositor a los acuerdos— al hablar de “unir” Colombia y que, en sus propias palabras, no pretenda “hacer trizas” el compromiso sino aplicarle “correcciones” en lo que se refiere al reconocimiento de las víctimas. Pero conviene que el nuevo presidente sea muy prudente en la gestión del posconflicto. Este atraviesa un momento especialmente delicado tanto por algunos retrasos en el calendario, como por las reticencias de gran parte del electorado. Y a esto se suma el descontento de las bases de las FARC.

La guerrilla, transformada en partido político y que, salvo algunos grupos disidentes, se ha desmovilizado y entregado las armas, se ya ha mostrado dispuesta a hablar con Duque de cómo implementar la paz. Tras 50 años de conflicto civil, el nuevo presidente —con una mujer, Marta Lucía Ramírez, por primera vez como vicepresidenta— va a comprobar que hacer la paz es casi más difícil que estar en guerra.

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