Los cuatro perros de Miren Ibarguren
CUATRO DIMINUTOS PERROS corretean por el jardín de Miren Ibarguren (San Sebastián, 1980). Cuando la actriz levanta una galleta en la mano, todos se alzan sobre las patas traseras, encogen las delanteras y permanecen inmóviles. “Parecen sacados de un circo”, ríe la intérprete de series como Aída o La que se avecina. “Se nota que pertenecen a la misma familia”. Son descendientes de su primera mascota, Topo. Una chihuahua blanca que compró en la década de los dos mil, cuando se m...
CUATRO DIMINUTOS PERROS corretean por el jardín de Miren Ibarguren (San Sebastián, 1980). Cuando la actriz levanta una galleta en la mano, todos se alzan sobre las patas traseras, encogen las delanteras y permanecen inmóviles. “Parecen sacados de un circo”, ríe la intérprete de series como Aída o La que se avecina. “Se nota que pertenecen a la misma familia”. Son descendientes de su primera mascota, Topo. Una chihuahua blanca que compró en la década de los dos mil, cuando se mudó sola a Madrid para trabajar en la serie A tortas con la vida, y que murió hace unos años. Cuando tuvo cachorros, Ibarguren los repartió entre su familia. “Ahora mi madre y mis tres tíos tienen chihuahuas blancos”.
También ella se quedó con una, Pony, la líder de este cuarteto perruno. “Es la madre de Bauer y Debbie. Y el marrón oscuro, Truman, es el padre”, dice la actriz vasca, que acaba de estrenar el filme Fe de etarras en Netflix. Ibarguren aprovecha las noches que se queda sola para dormir con ellos. Su pareja, el guionista Alberto Caballero, “no les deja subir a la cama”. Y cuando está de gira, como durante estos meses con la comedia teatral Dos más dos, dice que le resulta imposible no echar de menos a los cuatro animales. “Son como mi familia. Ellos hacen que sienta que mi casa es un hogar”.