Doctor B

En cuestión de días el sistema de inteligencia artificial de Google alcanza un nivel de juego del Go que al humano le cuesta años dominar

Jugadores de Go compiten contra el robot de Google AlphaGo el pasado mes de mayo. REUTERS

Sometido por los nazis a un aislamiento total, sin siquiera nada que leer, el doctor B solo consigue evitar la locura gracias a un pequeño manual de ajedrez que cae en sus manos de alguna manera, memorizando cada partida, explorando en su mente todas las posibles variaciones de cada una de ellas y, finalmente, desarrollando la capacidad para escindir su cerebro en dos personalidades —yo blanco y yo negro— para poder jugar contra sí mismo una vez tras otra. Cuando es liberado, el doctor B derrota con facilidad al campeón mundial de ajedrez. Es el planteamiento de Novela de ajedrez,el ú...

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Sometido por los nazis a un aislamiento total, sin siquiera nada que leer, el doctor B solo consigue evitar la locura gracias a un pequeño manual de ajedrez que cae en sus manos de alguna manera, memorizando cada partida, explorando en su mente todas las posibles variaciones de cada una de ellas y, finalmente, desarrollando la capacidad para escindir su cerebro en dos personalidades —yo blanco y yo negro— para poder jugar contra sí mismo una vez tras otra. Cuando es liberado, el doctor B derrota con facilidad al campeón mundial de ajedrez. Es el planteamiento de Novela de ajedrez,el último relato que Stefan Zweig escribió antes de suicidarse en 1941, exiliado de su Austria natal.

Tres cuartos de siglo después, el doctor B se ha hecho realidad, aunque de un modo algo inesperado. No es una persona, sino un sistema de inteligencia artificial desarrollado por los científicos de Deep Mind, el centro de investigación de Google en Londres. Tampoco se llama doctor B, sino AlphaGo Zero, y no juega al ajedrez, sino al Go, que es aún más difícil.

El predecesor de AlphaGo Zero, que se llama igual pero sin el Zero, ya había ganado en marzo de 2016 al campeón del mundo de Go, Lee Sedol, pero esa máquina había aprendido a jugar empollándose millones de partidas humanas, en un estilo de aprendizaje supervisado que ya es común en el mundo del big data. AlphaGo Zero supone un salto cualitativo de gigante, porque ha aprendido al estilo del doctor B: sin ayuda. Lo único que sus programadores le han enseñado es el tablero de Go y las reglas del juego. Lo demás lo ha hecho sin ninguna ayuda, a base de probar movimientos al azar y jugar una partida tras otra contra sí mismo, justo como el doctor B. No ha jugado contra el campeón Lee Sedol. ¿Para qué? Era más rápido hacerle jugar contra su predecesor AlphaGo, que ya había ganado a Lee. Y la paliza ha sido de las monumentales: cien a cero.

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En cuestión de días —lo que le lleva jugar cinco millones de partidas contra sí mismo—, AlphaGo Zero ha descubierto por sí solo varios de los principios de juego de alto nivel que a las personas les cuesta años dominar. Lo que es más chocante aún, ha descartado algunos de ellos por ineficaces y ha descubierto otros principios generales desconocidos por los humanos y que, obviamente, funcionan mejor aún. Esto, y no jugar al Go, es lo que más interesa a los científicos de Google: que su nuevo doctor B pueda resolver problemas que no parecen al alcance de los humanos.

¿Se podrá derrotar a AlphaGo Zero? Lean la novelita de Zweig para encontrar un truco.

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