Perfil

Mónica Martín de Vidales, en la cumbre de los grandes bufetes

Sofía Moro

MÓNICA MARTÍN de Vidales se encuentra en su despacho. Son las 16.00 de un día de esos tranquilos, en el ojo de un puente festivo. Sobre la mesa descansan la ley de modificaciones estructurales y la normativa del mercado de valores. En otra mesita hay trabajos de alumnos de ICADE, donde estudió y ahora da clase. Ha comido algo rápido en el bar de abajo, hojeando Expansión, y aprovechado para hacer un recado a toda prisa. No le gusta perder un minuto. Dice que en su profesión, donde las negociaciones de grandes fusiones y adquisiciones suelen prolongarse hasta la madrugada, las mujeres ...

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MÓNICA MARTÍN de Vidales se encuentra en su despacho. Son las 16.00 de un día de esos tranquilos, en el ojo de un puente festivo. Sobre la mesa descansan la ley de modificaciones estructurales y la normativa del mercado de valores. En otra mesita hay trabajos de alumnos de ICADE, donde estudió y ahora da clase. Ha comido algo rápido en el bar de abajo, hojeando Expansión, y aprovechado para hacer un recado a toda prisa. No le gusta perder un minuto. Dice que en su profesión, donde las negociaciones de grandes fusiones y adquisiciones suelen prolongarse hasta la madrugada, las mujeres han marcado otro ritmo: “No digo que seamos distintas. Pero tendemos a ser más prácticas, centradas y ordenadas. Cuando hay mujeres en las reuniones, la digresión suele ser menor”.

Martín de Vidales tiene 52 años, lleva más de 30 ejerciendo la abogacía y ascendió a socia del bufete Garrigues en 1997. Fue la cuarta de su sexo en alcanzar esa cumbre en una de las casas con más historia de España. Entonces eran 4 entre 77; un 5%. Hoy codirige el departamento de mercantil del despacho; el que más ingresos genera en el bufete que más factura en este país y uno de los mayores de Europa. Coordina un ejército de 400 abogados, repartidos por la Península y el resto del globo. Y las mujeres, en estos momentos, son mayoría en la base de la pirámide (un 53% de los junior, abogados del bufete en sus primeros años de ejercicio), pero cuesta retener ese talento en el ascenso a las alturas: representan un 14% ahí arriba, entre los socios. Muchas abandonan entre los 30 y los 40 años. Antes de que se descuelguen, ella trata de convencerlas diciendo: “Si te gusta el trabajo y lo estás haciendo bien y tienes reconocimiento por ello, tienes un futuro entero por delante. Tú crees que tienes que dejarlo porque vas a tener un hijo o lo has tenido, o porque tienes dos o tres… No es verdad. Yo creo que entre todos podemos cubrir un bache. Para eso somos tantos. Y nunca han existido tantas posibilidades de trabajar a distancia y menor necesidad de estar por estar”. Ella ha tenido dos hijos. El primero, cuando fue nombrada socia. Siendo un niño, le regaló un dibujo. Y la ilustración decora su despacho desde hace años. En él se lee: “Mamá”.

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