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14 lugares ‘antinazareno’ en España para huir de la Semana Santa

Porque las multitudes provocan ansiedad y el olor a incienso no sienta bien a todos… Alternativas bellas y cercanas

En este pequeño pueblo de la costa de Cádiz, que resiste bastante bien los embates del turismo, hay unos cuantos bares, un par de colmados, 'campings' y algún chiringuito, nada más. Dicen que los jipis llegaron atraídos por las cuevas naturales y el agua que caía por el acantilado (los caños). Ahora ya no es tan silvestre como antaño, pero sigue siendo tranquilo y poco frecuentado por procesiones.
Sería difícil subir un paso procesional a estas escarpadas montañas. Este macizo montañoso entre las provincias de Asturias, León y Cantabria, a la sazón Parque Natural, cuenta entre sus atracciones silvestres los Lagos de Covadonga, el monte Naranjo de Bulnes, la Ruta del Cares o la visita a pueblos como Potes, Fuente De o Cabrales. Eso sin contar con la poderosa gastronomía asturiana. No muy lejos, en la costa, están las inspiradoras playas de Llanes (aunque por ahí ya se pueden encontrar procesiones).
No es común encontrar cristos y vírgenes en los festivales de música, así que perdiéndonos en sus multitudes, las procesiones nunca nos atropellarán. Por ejemplo, esta Semana Santa en Benidorm coinciden dos: el rockero Fuzzville (Nomads, Biznaga, Zeke, La Banda Trapera del Río) y el más indie Sansan Festival (Kaiser Chiefs, Leiva, Niños Mutantes). Cuidado a la salida, que pueden aparecer los capirotes.
El de pueblos abandonados es un tipo de turismo que practica un puñado de curiosos y que, debido a su propio abandono, garantiza unas apacibles jornadas sin costaleros ni muchedumbres. Hay más de 3.000 en toda España: algunas de las zonas con más densidad son El Bierzo (León), Huesca, Soria, La Rioja Alta, entre otras. Se recomienda la lectura del exitoso ensayo 'La España Vacía' (Turner), de Sergio del Molino, para acompañar la excursión. Entre los más valorados están Granadilla (Cáceres), Escó (Zaragoza, en la foto), As Veigas (Asturias) o Umbralejo (Guadalajara).
No hay casi nada, solo piedras, polvo, viento, y ninguna procesión (si una se acerca, uno puede verla en la lejanía y escapar). Este desierto almeriense es famoso, además, por haber sido el escenario de rodaje de numerosos wésterns, sobre todo en las décadas de los 60 y los 70. En total fueron más de 300 películas, entre las que se encuentran algunos de los mejores ‘spaguetti western’ de Sergio Leone y Clint Eastwood, y otros filmes como 'Cleopatra', 'Lawrence de Arabia' o 'Indiana Jones' y la última cruzada. Allí se conservan los llamados poblados del oeste, que recrean el ambiente del Far West y ofrecen recreaciones y otras actividades para los visitantes. Es el parque temático Oasys MiniHollywood.
Las ruinas de la localidad aragonesa de Belchite no han sido restauradas desde la furiosa batalla que tuvo lugar en este pueblo durante la Guerra Civil. Siguen en pie, por decisión del régimen franquista, para recordar al visitante los horrores de la guerra. Es necesario contratar una visita guiada en el Ayuntamiento, porque no se permite el recorrido libre entre las ruinas. Al caer la noche, hay rutas guiadas en las que se hace hincapié en las leyendas oscuras y trágicas.
Este pedazo de tierra marinera navega a 22 kilómetros de Alicante y a ocho del puerto de Santa Pola. En su agitada historia fue refugio de piratas bereberes, hasta que Carlos III la fortificó y alojó en ella a unas familias de pescadores genoveses que estaban presos en Túnez (todavía se conservan algunos apellidos italianos). Allí, alejados de la tierra firme y del canto de las saetas a los pasos procesionales, se puede disfrutar de pequeñas playas y calas, y de un pintoresco puerto donde lo que se estila es comer arroz con pescado, el caldero marinero típico de la isla.
Uno de los faros más especiales de España (muchos de los cuales servirían también para escapar de la Semana Santa), está en el extremo de la península de Formentor, en Mallorca, encaramado al promontorio, asomado a los acantilados. Aparte de la indudable vertiente romántica y natural, también tiene la literaria: en 1959 el premio Nobel de Literatura Camilo José Cela comenzó a celebrar en el cercano Hotel Formentor sus encuentros literarios. Por ellos pasaron José Hierro, Carlos Fuentes o José Saramago, entre muchos otros, y todavía se celebran allí conversaciones literarias.
Julio Verne localizó aquí, en la Ría de Vigo, una de las escenas de sus '20.000 leguas de viaje submarino'. Por eso, cuando uno se acerca en barco a San Simón, puede ver, entre las olas, una estatua del capitán Nemo que la marea cubre y descubre. Por aquí pasó el pirata Francis Drake, tuvo lugar la batalla de Rande, y la pequeña isla fue lazareto, leprosería y también campo de concentración franquista. Ahora se pueden hacer excursiones para conocer su historia. San Simón y su inseparable islote compañero, San Antón, solo miden 250 metros de largo y 84 de ancho.
Los Barruecos, en la provincia de Cáceres, es una zona despejada, declarada monumento natural: entre las suaves llanuras y las charcas aparecen aquí y allá unos enormes domos graníticos, que no se sabe muy bien si son esculturas hechas por el hombre o creaciones extraterrestres. En realidad, el artista es la propia naturaleza. En 1974, el alemán Wolf Vostell, pionero de la instalación, del 'décollage' y el 'happening', conoció la zona y decidió montar allí su museo, que recoge su propio arte y la de sus adláteres del radical, humorístico e imaginativo movimiento Fluxus.
Llamado la Catedral de la Minería, y situado cerca de la localidad de El Entrego, en plena cuenca minera asturiana, este pozo minero permite a los visitantes hacer una visita guiada por auténticas minas hasta más de 700 metros de profundidad. La experiencia enseña las duras condiciones de una práctica que está en peligro de extinción inminente. La visita es dura, hay que arrastrarse, hundirse en charcos y hasta arrancar carbón con un martillo neumático: sale uno agotado y con la cara toda tiznada de carbón, pero merece la pena conocer las entrañas de la tierra.
En el Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar, en Almería, hay muchas cosas que ver sin que aparezcan crucifijos. Por ejemplo, el faro del Cabo de Gata, el Cerro de la Testa o las antiguas minas de oro de Rodalquilar, una enorme construcción de hormigón abandonada y de aspecto alienígena. En el cercano faro de la Mesa Roldán, un farero al que le gusta agitar la cultura de la zona, organiza eventos literarios y mantiene un museo que relaciona la cultura y el mundo del faro. Sin olvidarnos, claro está, de las playas: la de los genoveses, la de los muertos, Monsul o Las Negras.
El enoturismo es una opción: vino de bodega antes que vino de misa. Y la ruta de La Rioja Alavesa en una de las más recomendadas, donde se encuentran, por ejemplo, las célebres bodegas Ysios , en Laguardia, cuyo edifico es obra del arquitecto Santiago Calatrava. Las más de 50 bodegas y museos se pueden recorrer a bordo del Enobús (el alcohol y el volante no pegan). Otras rutas similares y de interés son la del cava del Penedés, la de la Ribera del Duero o la del brandy de Jérez.
Vale, no es España, pero está a un paso (literalmente). El peñón vuelve a acaparar las noticias por las eternas discusiones sobre su soberanía, pero por el momento parece que seguirá siendo del Reino Unido: es decir, no hay Semana Santa. La Roca ofrece varios atractivos turísticos: la extraña sensación de recorrer calles británicas en plena Bahía de Algeciras, los museos históricos, las pequeñas calas y, cómo no, los célebres macacos que se suben encima de las cabezas de los visitantes. Desde las alturas del peñón hay espectaculares vistas a tres países.