“Los ‘millennials’ quieren vivir en ciudades, pero prefieren el móvil al coche”

La profesora Ellen Bassett propone la participación civil ante el desafío del crecimiento urbano

La profesora Ellen Bassett, durante el encuentro de ONU-Hábitat, en Sevilla.Paco Puentes

Ha trabajado durante 10 años en la mejora de slums (barrios desfavorecidos) en Kenia y Uganda y ahora es profesora de planificación urbanística y medioambiental en la Universidad de Virginia. La norteamericana Ellen Marie Bassett (Ohio, 1961) está centrada en el cuidado del medio ambiente y la participación social en los procesos de planificación urbanística, un desafío para el que reclama innovación. Su trabajo no consiste solo en pensar infraestructuras respetuosas con el entorno, sino en inculcar tal participación en mentalidades de distintas culturas. Habla de millennials, del empuje de los africanos por reclamar sus derechos, de la necesidad de reubicar a las personas que viven en zonas de catástrofes medioambientales y de la incapacidad de acción de los Gobiernos.

Es ponente en el encuentro Planificando ciudades compactas, explorando las posibilidades y los límites de la densificación que ONU-Hábitat ha celebrado este marzo en Sevilla, donde se reafirman las ventajas de construir barrios no expandidos, con una altura relativa, con acceso a los servicios básicos y a la socialización. Un reto en Estados Unidos, que considera una sociedad individualista. "En este contexto las ciudades compactas no son exactamente el sueño americano, el sueño americano pasa más bien por viviendas unifamiliares con terreno alrededor, es además una población que genera mucho residuo que afecta al medio ambiente", apunta Bassett.

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Pregunta. ¿Es más difícil construir una infraestructura o cambiar la mentalidad de una persona para la participación?

Respuesta. El problema que tenemos en Estados Unidos desde la perspectiva de planificación es que la gente participa en los procesos solo cuando lo necesitan o les afecta personalmente. Y además es complejo, porque los que más necesitan al Gobierno, los servicios sociales, o un entorno limpio, tienen dos trabajos o son inmigrantes ilegales, así que no aparecen y no participan. Es muy duro, tenemos que encontrar muchas vías diferentes para que puedan involucrarse, a través de fotos, o Twitter o buscar líderes públicos, algo que no sea lo estándar. Hay que ser innovadores para hacerles sentir seguros, que sepan que el territorio les pertenece, que hablen de lo que pasa en la comunidad. Se pueden organizar muchas reuniones, pero es frustrante porque la gente no aparece.

P. ¿Cuál es la propuesta de gestión urbanística para Estados Unidos?

R. Tenemos una generación joven, los millennials. Ellos quieren vivir en ciudades. Las consideran interesantes. Hay música, buena comida, puedes andar, montar en bicicleta, hay teatros, cosas creativas que hacer. Para los ciudadanos americanos renace una nueva cuestión cultural y se abandona la forma de vida de la década de los sesenta y los setenta. Nuestras políticas medioambientales giran ahora en permitir construir este tipo de espacios o reconstruir ciudades que den respuesta a esto.

P. Cómo podría reconstruirse Detroit...

R. Sí. Si reconstruyes Detroit ya no vas a edificar casas unifamiliares, harás jardines, teatros y carriles bici… Están los datos, que preocupan a algunos, que dicen que los millennials están más interesados en tener un móvil que un coche, cada vez tienen sus permisos de conducir más tarde, prefieren una bicicleta. Y eso hay que tenerlo en cuenta para construir las ciudades.

P. ¿Y la población de las zonas rurales?

R. La mayoría de la población estadounidense vive en ciudades, pero tenemos fenómenos similares a los del resto de lugares. Hay menos oportunidades laborales y los jóvenes emigran también. Son dos estilos de vida diferente en Estados Unidos, la rural y la urbana, pero incluso las ciudades pequeñas quieren tener más paseos, carriles bici…

P. ¿Qué amenazas medioambientales afectan más a las ciudades?

R. Muchas, entre ellas, la falta de acceso al agua, los residuos, o la polución, producida por la tecnología y las máquinas, que son amenazas reales para los humanos. Son problemas que controlaríamos mejor mediante nuevas tecnologías, estrategias de construcción verde, energías renovables...

P. ¿Y en los casos de catástrofe medioambiental o quien vive en chabolas colocadas en laderas de una colina que se derrumba?

R. Necesitamos reubicar a la gente. En Virginia por ejemplo tenemos algunas de las poblaciones que viven en mayor riesgo por el cambio climático, donde el mar está creciendo y hay gente que se levanta cada día con agua en la puerta de su casa. En Estados Unidos también ocurrió el huracán Katrina, o la supertormenta Sandy, y otros supertifones. Estas personas se tienen que ir, pueden llegar a ser refugiados. Los Gobiernos nacionales e internacionales tienen que plantearse cómo reubicar a esas personas, hay casas que nunca se deberían de haber construido en esos lugares desde el principio. Es un fallo del Estado, que debe proteger a sus ciudadanos, y ahora tenemos que enfrentarnos a estos problemas.

P. ¿Qué planes generales se tienen para limpiar basura o instalar saneamiento en los slums?

R. Lo más fácil es por ejemplo gestionar el residuo sólido, pero en muchos lugares la gente no encuentra dónde tirarlo. Para mí, una de las cuestiones más críticas y que deberían de asumir los Gobiernos es la educación. Hacer entender a la gente la necesidad de recogerla, de reciclar, de reutilizar materiales…

P. Pero también hay ciudades que cuentan con gente concienciada, pero en cambio no hay opción de reciclar...

R. Una de las cuestiones más complejas de gestionar es que el crecimiento es muy rápido, la gente llega en poco tiempo y es un desafío proveer infraestructuras o colegios o servicios públicos en cualquier país. Nos encontramos con un impacto enorme, una gran demanda y falta de capacidad técnica para resolver estas cuestiones, que en muchos casos son extremadamente caras. Pero la cuestión es que los Gobiernos deberían de hacerlo, pero algunos no tienen ni los recursos financieros para resolverlo. No obstante, hay dos cuestiones también: una de grandes infraestructuras que requiere de inversiones y de economía de escala, para las que se pagan impuestos y que se deben gestionar desde el ámbito público. El saneamiento, por ejemplo, es muy complejo y afecta directamente a la salud y puede dañar a las personas. Pero otra cuestión es lo que se puede hacer desde el ámbito local, por ejemplo, pagar a alguien para que recoja la basura.

P. ¿Qué conoce en ese sentido?

R. Algunas de las cuestiones más interesantes que están surgiendo son los emprendedores sociales. Locales que ven las necesidades en esos lugares y que ante la ausencia de Gobierno plantean iniciativas, incluso de saneamiento. Ellos encuentran la manera de poner los inodoros como en quioscos, duchas… No es la solución perfecta, pero son propuestas locales para gente local. Si el Estado falla en proveer servicios, la gente se lo ingenia. Soy optimista con estas actitudes.

P. ¿Ve una evolución de la sociedad civil?

R. Sí, en África, por ejemplo, cada vez hay profesionales mejor formados. Y en Uganda y Kenia se están organizando rápido, la gente está llegando a las ciudades porque persiguen oportunidades económicas, acceso a mejor educación, mejor sanidad… Nairobi, Dar es Salam o Kinshasa son las ciudades que están creciendo más rápido en el mundo. Hay una dificultad increíble para instalar los servicios, están aumentando los slums, pero no diría que esto es del todo negativo. La gente se organiza en sitios donde vivir, creando empresas, criando ahí a sus hijos. Probablemente lo más preocupante de las ciudades africanas y en todo el mundo es la enorme desigualdad. Hay gente viviendo con un extraordinario lujo a los lados de las autopistas, con mansiones, sirvientes… Y esto es conflictivo. Pero lo que está ocurriendo ahora en África es fascinante. La creatividad está resurgiendo, el cine, la literatura, la protesta… La gente de verdad lucha por conseguir sus derechos.

“Proponemos usar las manos frente a las máquinas en países en desarrollo”

Á. L.

Está especializado en generar empleo en ciudades de rápido crecimiento. El alemán Matthias Nohn (1975), economista urbano y graduado en la Escuela de Diseño de Harvard, promueve un método de trabajo denominado Labour Intensive Approach en países empobrecidos, con desempleo y con Gobiernos restrictivos. "Esto significa que utilizas las manos para construir en lugar de usar las máquinas. Es un trabajo duro, pero es una buena respuesta, mejor que utilizar una máquina y quitar a la gente miles de puestos de trabajo", considera el experto durante la celebración del encuentro Planificando ciudades compactas, explorando las posibilidades y los límites de la densificación que ONU-Hábitat ha celebrado este marzo en Sevilla, donde ha participado como ponente.

Cuenta que hay un importante proyecto en Etiopía en el que los jóvenes cortan las piedras y posteriormente construyen las calles. "Utilizan materiales locales, es respetuoso con el medio ambiente y genera mucha carga de trabajo", plantea. Considera que este método es una buena idea también por conseguir el objetivo final de que las familias y los jóvenes tengan trabajo y así un sueldo y comida, además de otras ventajas como la implicación de la población local y la socialización. "Este método se utiliza también para la recogida de basuras en los slums de Liberia. Los trabajadores tienen acceso con una motocicleta a las pequeñas calles, después se lleva a un punto central y un camión lo retira", detalla Nohn, que considera que es un servicio que incluso puede pagarse entre la comunidad.

"Fue muy interesante en Liberia porque los trabajadores recogían los residuos de la gente con ébola. A partir de ahí informaron a las autoridades, localizaron a los enfermos y se difundió información sobre cómo evitar contagiarse", añade Nohn, que señala que en India hay un proyecto similar al de Liberia para concienciar a la población de no arrojar la basura. "Es mucho más limpio, seguro y medioambientalmente mejor", considera este asesor urbanístico, que en su ponencia en Sevilla ha propuesto opciones de mejoras para hacer ciudades compactas mediante la incorporación de módulos habitacionales por núcleos que permiten la extensión progresiva mediante la autoconstrucción por los habitantes. "La gente lo hace de manera autónoma pero podemos asesorar, para implementarlo de forma más óptima y mejorar las condiciones de vida", señala.

Entre sus recomendaciones para los Gobiernos también está la promoción de ubicar locales en los bajos de los bloques para generar más empleo, acceso cercano a bienes y socialización; crear espacios públicos y calles con árboles, carriles bici, y vías rápidas de autobús; o promover la interacción entre espacios públicos y privados. Además de gestionar los servicios básicos: "En los slums, al principio suele haber inodoros o grifos comunitarios, pero cuando avanzan se puede instalar fontanería individual con costes bajos para lo que se necesita un plan para que sea eficiente. El objetivo es reducir el costo inicial de los proyectos para un proceso óptimo que comienza con soluciones básicas que alcanzan a la mayoría de personas y que podrían ser mejoradas cuando el nivel de desarrollo avance".

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