Productos de ‘teletienda’ que se venden en Japón (y nos gustaría que funcionasen)

Un inductor de sueños lúcidos, unos pañales con sensores o un dispositivo para saber si es el momento de ir al baño. Analizamos si estos dispositivos de salud tienen algún fundamento o son pura fantasía

Un tatuaje para detectar una alergia, un purificador de aire de bolsillo o un antifaz que le permite tener sueños lúcidos (esos en los que usted es conciente de que sueña y puede hacer lo que le apetezca, desde volar hasta comer hasta reventar). Los artículos de teletienda que se venden en Japón son tan excéntricos como pueda esperarse. Basados en la tecnología de última generación, estos aparatos le prometen ayudar a personas con determinadas enfermedades o incluso generar una vida libre de esfuerzos y al alc...

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Un tatuaje para detectar una alergia, un purificador de aire de bolsillo o un antifaz que le permite tener sueños lúcidos (esos en los que usted es conciente de que sueña y puede hacer lo que le apetezca, desde volar hasta comer hasta reventar). Los artículos de teletienda que se venden en Japón son tan excéntricos como pueda esperarse. Basados en la tecnología de última generación, estos aparatos le prometen ayudar a personas con determinadas enfermedades o incluso generar una vida libre de esfuerzos y al alcance de un clic: como en la ciencia ficción. ¿Pero tienen algún sentido o son solo una fantasía dispuesta a desplumarle el bolsillo?

"Que tecnológicamente sea casi todo posible no quiere decir que estas máquinas tengan alguna aplicación práctica", advierte el médico y especialista en Gestión y Márketing de la Salud Frederic Llordachs. “Aunque nos parezcan curiosos, no debemos deslumbrarnos con las tecnologías de la salud. Los coches voladores podrían existir ya, pero el problema está en dónde aterrizar, dónde reponer la gasolina y su grado de autonomía. Con la salud pasa lo mismo, el consumo masivo práctico impide llegar al mercado a algunos avances que son reales, aunque parezcan sacados de una película”, explica.

Hay también otros dispositivos que aún no se encuentran a la venta, aunque están en fases avanzadas de producción: "Muchos de ellos no superarán la fase de prototipo y su uso no se generalizará ni en los mercados a los que se destina", señala Paula de Toledo, ingeniera con experiencia en el diseño y uso de dispositivos de monitorización domiciliaria y ambulatoria y profesora de Informática de la Universidad Carlos III (Madrid). “Solo funcionan en condiciones muy controladas, y sus inventores no suelen tener en cuenta las circunstancias reales para las que se crea. El reto es proporcionar unos beneficios suficientes para justificar su coste y las molestias que su uso pueda causar”. Estos expertos analizan los siguientes aparatos que prometen ventajas sorprendentes, pero an algunos casos, poco realistas.

1. Un inductor de sueños lúcidos

Precio: 196 euros.

Estas bandas para la cabeza, llamadas LucidCatcher, prometen a los usuarios tener sueños lúcidos, es decir, controlados. Su sistema de electrodos emite pulsos eléctricos cuando detecta que el usuario se encuentra en fase REM (sueño profundo), mejorando el control y la percepción del sueño, de modo que da la sensación, según sus impulsores, de que los sueños se vuelvan realidad mientras está durmiendo. “Aún no se conocen los mecanismos del cerebro de forma tan pormenorizada como para pretender controlarlos. El inductor parece más un deseo que una realidad médica”, sentencia Llordachs.

Con lo que se sabe hasta la fecha lo que se podría conseguir es un mejor despertar: “La calidad del sueño se puede valorar midiendo las ondas electroencefalográficas de la parte superior de la frente, como también se puede saber la fase del sueño en la que se encuentra el usuario del dispositivo. Esta información se podría utilizar, por ejemplo, para despertar al usuario en fases menos profundas del sueño, por lo que el momento sería más placentero. La parte menos creíble es la de electroestimulación para controlar los sueños”, recalca Larraya.

2. Un aparato que predice la hora de ir al baño

Precio: 188 euros.

El dispositivo D Free (Diaper free, sin pañales), basado en la tecnología de ultrasonido, está diseñado para avisar al usuario, con diez minutos de antelación, de cuando su cuerpo está listo para defecar. Está pensado como alternativa a los pañales para las personas mayores. “En principio, sería posible saber si hay contenido en la vejiga y en el recto, pero el transductor —el sensor que recibe el eco del ultrasonido y lo traduce— tiene que tener muy buen contacto con la piel, por eso nos ponen gel cuando nos hacen una ecografía. Es muy difícil que este aparato cumpla su función en movimiento y sin gel", valora De Toledo. 

Explica que, a día de hoy, la tecnología existente que posibilita la predicción para otros fines médicos es "el aprendizaje máquina o machine learning, inteligencia artificial a partir de datos. Probablemente, esta tecnología se utilice en este dispositivo. Funcionaría así: voluntarios llevan el equipo durante un cierto tiempo, anotando las veces que hay que ir al baño y no hay que ir al baño para elaborar un algoritmo. No se busca la lógica física de por qué pasan las cosas, sino que se recurre a los datos para aprender de ejemplos”, explica Paula de Toledo.

En cualquier caso, Llordachs no considera que este avance suponga alguna ventaja para el paciente. Sugiere que el problema está en entrenar el hábito defecatorio, especialmente preocupante en casos de edad avanzada y demencia. “La pérdida de ese reflejo debe intentar corregirse por pautas temporales y alimentarias. El problema no se soluciona con predecir cuándo irá al lavabo. No debe plantearse como alternativa a un pañal. Hay que ir cuando uno tiene ganas. Una especie de ecógrafo para detectar el momento adecuado es un ovekill o una forma de matar moscas a cañonazos”, señala Llordachs.

3. Una ‘app’ que convierte los pensamientos en palabras

Precio: 396 euros, con casco.

Con el lema “think to speak” ("pensar para hablar"), este dispositivo para la cabeza permite monitorizar, leer y descifrar la actividad cerebral para convertir las ondas cerebrales en frases que se expresan a través de la app de un smartphone. Ofrece un máximo de 24 mensajes, y está diseñado para personas con ELA, parálisis cerebral y autismo. “Desde el punto de vista técnico, se puede leer la señal electroencefalográfica (EEG) —la actividad eléctrica del cerebro—, mediante un neurocasco y procesar la información para dar órdenes o provocar eventos sencillos, por ejemplo para manejar una silla de ruedas eléctrica (mover hacia adelante, hacia atrás, parar, girar a la derecha o a la izquierda) o conducir un dron. Pero traducir la señal electroencefalográfica en palabras no es posible todavía de esta manera”, matiza Larraya.

La mayor limitación tecnológica, indica De Toledo, reside en que la señal del EEG es muy débil, y para leerla bien hace falta un electrodo en contacto directo con la piel del cerebro en sitios muy concretos. “Hacerlo en movimiento es todavía más complicado. En el laboratorio se hace raspando un poco la piel, pero el reto está en diseñar dispositivos que permitan hacerlo de forma no invasiva para su uso en el día a día. Hay muchas propuestas, como la de unos auriculares con electrodos alrededor de la oreja, y con técnicas de aprendizaje máquina se aprende a relacionar un movimiento con una actividad cerebral para cualquier acción como dar una orden a un miembro robótico en el caso de una persona con un miembro amputado, o generar una frase en un smartphone. Ya es real en entornos controlados y empieza a ser robusto para muchas aplicaciones”, celebra De Toledo.

4. Una pegatina contra las arrugas faciales

Precio: 40 euros.

Consiste en una pegatina facial de silicona que se pone alrededor de la boca con el fin de “entrenar” la lengua. ¿Cómo funciona? Este dispositivo contiene nueve bultos que quedan ubicados estratégicamente para que, al tocarlos con la lengua, el usuario ejercite la musculatura facial para combatir el código de barras que deja el paso del tiempo en boca y labios. Sus instrucciones recomiendan usarlo un minuto al día.

“La pérdida de masa muscular que se produce con el envejecimiento provoca en parte las arrugas, pero también por la degeneración del tejido conectivo debida a la exposición al sol o a tóxicos como el tabaco o el alcohol. Los cambios hormonales son responsables, por lo que el ejercicio podría paliar solo en parte este envejecimiento (ya hay masajes y tratamientos fisioterápicos en esta línea), con lo que los resultados serán prácticamente imperceptibles”, describe Llordachs.

5. Un mando con ‘leds’ que desinfecta la habitación

Precio: 56 euros.

Libre de los agentes químicos de los productos de limpieza, este dispositivo promete eliminar el 99% de las bacterias y gérmenes que tanto molestan a los alérgicos como a las personas propensas a resfriarse. Puede sanear tanto mesas como teclados y encimeras, según anuncia, gracias al poder de los rayos de luz que emite sus sistema LED de esterilización ultravioleta. “Este dispositivo de mano no es suficientemente potente para tener algún tipo de acción antimicrobiana en superficies (que es para lo que se emplean en quirófanos y salas blancas). La luz tiene que estar un rato en marcha para conseguir ese efecto, y a esa potencia podría producir daño en ojos y piel del usuario, ya que puede afectar a nuestra fauna microbiana. Tampoco actúan sobre residuos físicos, por lo que una encimera o un teclado me parecen complicados de limpiar sin frotar”, explica Llordachs.

6. ‘Tattoos’ que detectan alergias

Aún no está a la venta.

La alergia al trigo sarraceno, un cereal muy popular para elaborar una sopa, es muy habitual en el país nipón. Precisamente, unos tattoos o parches temporales al estilo ukiyo-e, hechos de ese cereal, el soba-yu, cocido, pueden detectar si se padece esa alergia. ¿Cómo? Se ponen rojos si la persona es alérgica. “Se trata de una solución técnicamente interesante para detectar alergias desconocidas de manera precoz. Otra cosa es su posible modelo económico (no sé sabe lo que cuesta y quién lo podrá pagar), pero sería la bomba que a partir de estos avances la gente pudiera hacerse tests de alergias (o de intolerancias como al gluten) de un modo tan poco invasivo”, añade Llordachs.

“El método que existe para diagnosticar alergias alimentarias es el prick test, una prueba en la que se deposita una pequeña cantidad del alérgeno en la cara interna del antebrazo, para determinar si el paciente es alérgico a esta sustancia: en caso positivo, la zona se enrojece y surgen un sarpullido. Si los tatuajes temporales incorporan trigo sarraceno y éste entra en la piel lo suficiente, podría desencadenar una reacción cutánea en los usuarios que fueran alérgicos. No obstante, lo que se pondría rojo y se hincharía sería la piel, no el tatuaje”, explica Larraya.

7. Filtros de aire que también enseñan matemáticas

Precio: No hay datos.

Se trata de un proyecto presentado a la edición del Electrolux Design Lab 2015 por un diseñador checo, Tomas Blaha. En forma de discos, estos filtros para purificar el aire se caracterizan por su movilidad: pueden estar sobre una mesa, en la cama o en la mochila escolar de los más pequeños. Y como vuelta de tuerca a la japonesa, no solo ayudan a mejorar la vida de los asmáticos, sino que también incorporan una pantalla que podría funcionar como artículo didáctico que enseña a los niños a deletrear y a realizar operaciones matemáticas. “Hay filtros que pueden filtrar los alérgenos o las partículas en suspensión del aire pero su efecto se da en volúmenes pequeños, como por ejemplo en mascarillas para filtrar el aire respirado. La influencia en volúmenes grandes es prácticamente nula. Además, los filtros se saturan por el uso, por lo que hay que cambiarlos de forma periódica”, indica Larraya.

Para Llordachs, este artilugio responde a “un ejercicio de estilo o diseño. Es algo bonito, nada más. Para que funcionara, este dispositivo tendría que colocarse a gran altura (lo que lo convierte en inútil en la mochila de un niño). En cuanto a tener una pantalla para enseñar a los niños, me parece no solo poco práctico, sino de escasa vida útil, dado el trote que los niños suelen darle a estas mochilas. Es el caso de otro overkill”.

8. Pañales que avisan cuando hay que cambiarlos

En fase de desarrollo.

Lo que hace especial a este pañal tecnológico es su sensor orgánico ultraflexible y tan fino como una calcomanía, diseñado por investigadores de la Universidad de Tokio de forma ergonómica para no molestar al bebé. Facilita la vida a los padres a través de unas señales inalámbricas que alertan de que es necesario cambiar el pañal. También está pensado para personas mayores. “No solo existe esta tecnología, sino que incluso hay empresas españolas que se dedican a este tema. El coste de los sensores ha caído espectacularmente, y no es complicado colocarlos en materiales de un solo uso sin coste considerable. La finalidad es evitar las infecciones en encamados o personas incontinentes”, asegura Llordachs.

“Técnicamente es viable. La electrónica flexible existe y puede integrarse en el pañal para detectar cuándo está mojado, y pude enviar una señal a un smartphone. La duda está en el precio, es decir, si el coste del circuito electrónico no encarece en exceso el coste del pañal”, anota Larraya. “Lo lógico es que el sensor tenga una parte consumible en la que se encuentre el reactivo para detectar la orina y que se tira cada vez, y otra reutilizable que tenga la electrónica para comunicar la alerta en el circuito. Pero esto puede resultar caro. Quizá podría hacerse más barato con una tecnología RFID, como la de las etiquetas antihurto de las tiendas. Pero, en ese caso, habría que pasar un lector cerca del pañal, por lo que está muy lejos de la idea de irse al salón a ver la tele y esperar a que llegue la alerta al móvil", anota De Toledo.

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