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República Democrática del Congo lucha contra el analfabetismo

De sus 75,5 millones de habitantes, un 38,8% son analfabetos. El 44% de las mujeres y el 19% de los hombres

República Democrática del Congo -
Ngandanjika tiene cerca de 1.370.000 habitantes y cuenta con 366 escuelas de primaria y 169 de secundaria. En la República Democrática del Congo, el 75% de las escuelas se encuentran en mal estado. No tienen agua, ni alcantarillado, ni infraestructuras materiales suficientes. En la imagen se aprecia la precaria edificación de la Escuela 4 du Janvier, en Ngandanjika.
La profesora Micheline Musau no disponía del material didáctico necesario para impartir sus clases cuando se realizó este reportaje. Utilizaba la repetición, la canción y el aprendizaje de memoria para enseñar a sus alumnos. Recibía un sueldo de unos 20.000 francos mensuales aproximadamente. (17 euros al mes). En la actualidad, la profesora Micheline ya no está en la escuela, se ha trasladado a Kinshasa en busca de un futuro mejor.
Al aula de primaria de la escuela asisten 173 menores, la mayoría de ellos varones. Pocos llegarán a la educación secundaria y aún menos las niñas.
Según la ONG Humanium, la pobreza mata a un niño cada tres segundos. Además, les priva de la oportunidad de acceder a la educación y les impide tener una atención sanitaria adecuada, agua potable, alimentación, refugio, seguridad y protección. La pobreza es una amenaza para la infancia y viola sus derechos reconocidos en la Convención sobre los Derechos del Niño. En la Escuela 4 du Janvier tratan de cumplir, al menos, uno de ellos.
En la República Democrática del Congo, solo el 50% de los niños de entre seis y 11 años asiste a clases.
Las infraestructuras y los materiales con los que cuentan son paupérrimos y, en la mayoría de ocasiones son entidades privadas, fundaciones, ONG o congregaciones religiosas las que se encargan de la educación.
¿Gratuita, pública y universal? A menudo, los profesores no están contratados por el Estado y, cuando lo están, es difícil que cobren el salario establecido, denuncian los maestros. En ocasiones, las escuelas se ven obligadas a pedir a los padres que asuman unos gastos que debería asumir el Estado.
La malnutrición crónica afecta a más de seis millones de menores en la República Democrática del Congo y compromete el desarrollo físico, las capacidades cognitivas y las capacidades de aprendizaje de los menores. Con todo, hay datos para la esperanza: el número de menores matriculados en las escuelas primarias se ha duplicado entre 2002 y 2013, pasando de 5,47 millones de estudiantes a 12,6 millones en este nivel.
El profesor Philipe imparte clases de matemáticas en la escuela secundaria 4 du Janvier. La tasa de mortalidad infantil en la República Democrática del Congo es del 19% y la esperanza de vida (de 48 años) es una de las más bajas del mundo. La población es, además, una de las más afectadas por el VIH.
El precio de la educación es casi tan alto como el ingreso per cápita, por lo que pocos menores asisten a la escuela. Entre los adultos, más de la mitad de la población nunca asistió o no terminó la escuela primaria.
El profesor Marcel Kanvua, pese a las precarias condiciones e infraestructuras, imparte clases con pasión a su alumnado de educación secundaria en la Escuela 4 du Janvier de Ngandanjika.
Cada año, más del 80% del alumnado no termina el curso escolar. A menudo, son las jóvenes las que abandonan la escuela para dedicarse a las tareas domésticas diarias: ir a recoger agua a los pozos, hacer brasas para cocinar, lavar la ropa, los platos, la casa, o hacerse cargo de los más pequeños del hogar.
Pese a las dificultades que afrontan los profesores en la República Democrática del Congo, muchos siguen impartiendo clases sin saber si cobrarán el salario de ese mes. En la imagen, el profesor Ngoyi Wamadimba explica el calendario francés a sus alumnos.
Las condiciones en las que tiene que estudiar el alumnado no son las más favorables. Muchas escuelas no tienen pupitres, ni pizarras. No tienen letrinas, ni luz o agua. En la foto, una chica toma apuntes sobre su macuto, sentada en un banco fabricado con listones de madera en la Escuela 4 du Janvier de Ngandanjika.
En la clase de sexto, el alumnado presta atención y participa durante las explicaciones del profesor Ngoyi Wamadimba.
Un joven estudiante de secundaria presta atención a las explicaciones de su profesor. El derecho interno congolés dispone que oficialmente la enseñanza primaria sea gratuita. Pero el Estado no tiene los medios financieros y estructurales para asegurar esta obligación. Finalmente, la educación primaria no es gratuita (pues hay gastos de inscripción e impuestos) y las escuelas se ven obligadas a pedir a las familias que se hagan cargo de los gastos de escolaridad para pagar a maestros, derechos de examen y otros costes administrativos.
Según el CAID (Cellule d'Analyses des Indicateurs de Développement du Gouvernement Congolais), existen 1.641 aulas construidas con paja frente a 385 levantadas con materiales resistentes y 153 semiresistentes. Aproximadamente la mitad de las escuelas no tiene letrinas y en el año escolar 2014-2015 no se consiguió el objetivo de separar los retretes por sexo.
El 65% de la población de la República Democrática del Congo vive en zonas rurales, la mayoría prácticamente aisladas por falta de infraestructuras y de vías de comunicación asfaltadas. El territorio de Ngandanjika cuenta con 723 kilómetros de caminos, de los que ninguno está pavimentado, aunque 248 kilómetros están en buen estado. En la imagen, la Escuela 4 du Janvier.