Los Ángeles: nueva capital del diseño

Desfile de Louis Vuitton en Palm Springs en 2015.Apolis (Getty)

CUANDO VI TU e-mail, me dije…: ‘Otra más que se interesa por nosotros!’. Está claro que todo el mundo tiene la mirada puesta aquí”. A la diseñadora Maria Korovilas ya no le sorprende la curiosidad ajena. Lleva tiempo percibiendo un cambio en la ciudad donde vive y trabaja, Los Ángeles. Empieza a acostumbrarse a que los demás presten atención a sus creaciones. “Este es un gran lugar para empezar una línea”, asegura Korovilas, de 34 años y sonrisa de pilla. “Primero porque, al contrario que en Nueva York o ...

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CUANDO VI TU e-mail, me dije…: ‘Otra más que se interesa por nosotros!’. Está claro que todo el mundo tiene la mirada puesta aquí”. A la diseñadora Maria Korovilas ya no le sorprende la curiosidad ajena. Lleva tiempo percibiendo un cambio en la ciudad donde vive y trabaja, Los Ángeles. Empieza a acostumbrarse a que los demás presten atención a sus creaciones. “Este es un gran lugar para empezar una línea”, asegura Korovilas, de 34 años y sonrisa de pilla. “Primero porque, al contrario que en Nueva York o San Francisco, los alquileres son asequibles. Aquí puedes conseguir un espacio por uno o dos dólares el pie cuadrado [entre 10 y 20 euros el metro cuadrado]. El Distrito de la Moda está aquí mismo, y los mayoristas también. No tienes que ir a ningún lado. Es una gran comunidad y hay acceso a los recursos. Estamos en medio de una gran área metropolitana… ¡y pagando estos precios!”.

Raan y Shea Parton, hermanos y fundadores de la firma de moda Apolis y el interior de su tienda angelina. / APOLIS / GETTY

El Downtown, un barrio en el centro de la ciudad que, pese a su apariencia decadente, está plagado de estudios de diseño y galerías de arte que se multiplican por momentos, no deja de acaparar el interés de creativos y periodistas de todo el mundo. Los alquileres bajos, siempre agradecidos, no son la única razón por la que el talento estadounidense está virando al oeste: también los grandes modistos son en parte responsables de esta inversión de los polos en detrimento de Nueva York. En 2015, Tom Ford asumió con éxito el riesgo de salirse del circuito tradicional para presentar allí su colección de otoño, haciendo coincidir su desfile con el fin de semana de los premios de la Academia de Cine. “Fue una decisión pragmática”, respondía entonces Ford, también cineasta, al porqué de su “osadía”. “¿Cuánta prensa crees que va a venir a cubrir un show en Londres el mismo día en que salen las fotos de los Oscar? Además, siempre suelo vestir a una mujer y a muchos hombres para estos galardones, así que me dije: ‘Voy a trasladar esto a Los Ángeles”.

Con rockeras californianas como Courtney Love o Sky Ferreira entre las integrantes de su elenco de musas, Hedi Slimane ya se había mudado hacía tiempo a la ciudad con su mezcla de grunge y chic en la maleta. Estableció su estudio en 2012, y desde allí capitaneó Saint Laurent, gesto controvertido para una centenaria firma francesa, hasta su despido este año. A la zaga, Dior, Louis Vuitton y Stella McCartney, entre otros, han ido presentando sus colecciones entre arena y palmeras. Junto a estas firmas también han trasladado sus bártulos algunas de las blogueras del momento, como Chiara Ferragni o Kristina Bazan. “Además, siempre hemos tenido grandes diseñadores locales, como Jeremy Scott, Rodarte o Jenni Kayne”, apunta Korovilas, estadounidense de origen griego. “En cualquier caso, es cierto que hay una comunidad de independientes muy potente”.

Retrato de la diseñadora Maria Korovilas, estadounidense de origen griego y vista de su estudio. / APOLIS / GETTY

El número 719 de la calle homónima de Los Ángeles podría pasar ­perfectamente inadvertido. Flanqueado por decenas de tiendas de menaje y electrodomésticos que casi sin excepción despliegan su cartelería en castellano (“¡Oferta! ¡Dos sábanas por 10 dólares!”), hay que estar atento para no dejar atrás el minúsculo portal enclavado en el Distrito de la Moda, una de las áreas, junto al Distrito de las Artes, que conforman el Downtown. Lo que por fuera parece una insignificante entrada, da paso a un mastodóntico laberinto de pasillos y espacios de trabajo en alturas. En uno de ellos, abierto al sol que reina en la metrópolis, se encuentra el estudio de Korovilas. Se instaló hace algo más de cuatro años, uno después de haber montado su empresa, y ocupa una nave en el noveno piso. En el sexto se ubican las casas de moda de Shaina Mote, amiga suya, y NSF. “Aquí funciona la colaboración, tanto entre diseñadores como con los artistas”.

No muy lejos de allí, en una zona poblada por viejas naves industriales cubiertas de grafitis y colindante con el Distrito de las Artes, ha abierto hace un año su taller de sombrerería la mexicana Gladys Tamez. Frente al estilo de “lujo-informal-mediterráneo-californiano” de Korovilas, con sus tules y sus bordados, los diseños de Tamez podrían definirse como una fusión de desenfreno punk y elegancia clásica. Uno de sus primeros clientes fue Johnny Depp, “mi muso”. Después, Lady Gaga, Rihanna, Wiz Khalifa. “Si ves a un famoso con uno de mis diseños, es seguro al 99% que lo ha pagado”, se jacta. “No regalo nada”. Aunque el fulgor de las estrellas – ubicuas en estos lares– es clave para darse a conocer, los jóvenes creadores están reformulando las reglas del juego. “Lo que importa son las celebrities y los influencers”, puntualiza Sean Barron, directivo de la marca de vaqueros vintage Re/Done. “Pero si no es algo auténtico, pierde su relevancia. Si pagas a la gente por llevar tus productos, eso se acaba notando”.

Hormas para los sombreros de la mexicana Gladys Tamez y un retrato de ella en su local de Los Ángeles. / APOLIS / GETTY

Conocida por su maestría con el denim, Los Ángeles está prosperando tanto en ese frente como en los de la moda casual y de lujo. Una preocupación transversal es la protección del medio ambiente frente a la producción en masa y su consiguiente generación de desperdicios: la consabida moda sostenible. Firmas como Apolis, centrada en la ropa masculina y también ubicada en el Downtown, nacieron con ese objetivo en mente. “Defendemos la justicia social y económica, a los proveedores apasionados y comprometidos, el emprendimiento sostenible”, enumera Shea Parton, cofundador y CEO. Su método de trabajo consiste en asociarse “con artesanos y comunidades de todo el mundo para dar lugar a un cambio social. Una idea que no ha nacido en Los Ángeles, pero que sí está muy aceptada aquí”.

Por determinación, como Apolis, o por la complejidad de los acabados de sus diseños, algunas de estas empresas externalizan ciertos procesos de producción, como los bordados de Korovilas, que se realizan en India. Pero en la mayoría de los casos intentan mantener el proceso tan apegado a la ciudad como les resulte posible. Quieren lucir con orgullo el “made in L. A.” y afianzar sobre él los valores de sostenibilidad y preocupación por la comunidad. “Amamos Los Ángeles, es nuestra inspiración”, dice Tamez. “La vieja y brillante imagen de California como la tierra prometida no se ha desvanecido”, concluye Raan Parton, hermano de Shea y segundo cofundador de Apolis. “La gente adora esta tierra, el océano, su buen tiempo y la vibración desenfadada. La diferencia con antaño es que, ahora, somos mucho más que Hollywood”.

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