El orden animal
CADA AÑO, en respuesta a una enigmática llamada y con una coordinación casi militar, millón y medio de ñus abandonan las inmensidades del parque nacional Serengueti, en Tanzania, y emprenden un viaje de 3.000 kilómetros hasta la reserva de Masái Mara, en Kenia. Por el camino los acecharán leones, hienas o leopardos y tendrán que cruzar ríos infestados de cocodrilos hambrientos. Los más débiles y los más infortunados nunca llegarán. Pero el instinto ordena a los ñus seguir adelante: la estación seca convertirá el Serengueti en un terreno yermo y más al norte hallarán agua y alimento en abundanc...
CADA AÑO, en respuesta a una enigmática llamada y con una coordinación casi militar, millón y medio de ñus abandonan las inmensidades del parque nacional Serengueti, en Tanzania, y emprenden un viaje de 3.000 kilómetros hasta la reserva de Masái Mara, en Kenia. Por el camino los acecharán leones, hienas o leopardos y tendrán que cruzar ríos infestados de cocodrilos hambrientos. Los más débiles y los más infortunados nunca llegarán. Pero el instinto ordena a los ñus seguir adelante: la estación seca convertirá el Serengueti en un terreno yermo y más al norte hallarán agua y alimento en abundancia.
Muy lejos de las sabanas de África, otra gran muchedumbre animal nos sale al paso. Las costas de la Antártida se llenan de decenas de miles de pingüinos ateridos que acuden a anidar. Hembras y machos se turnan para incubar los huevos, siguiendo otro dictado del instinto: permanecen hasta un mes sin comer, arriesgándose a la inanición, para proteger a sus futuras crías. Puede más el impulso de preservar la especie que el de conservar la propia vida. Así es el orden natural. A veces generoso, a veces cruel. Todas las imágenes están incluidas en el libro Closer, editado por Steidl.