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¿Treintañeros o adolescentes? Sin casa, hijos o nómina, pero con humor

Retrato de los treinteenagers , un nuevo grupo demográfico que ha hecho de la necesidad, virtud

Las razones parecen ser una mezcla de coyuntura económica y el ilimitado acceso actual a la cultura (aderezado con la tendencia a la añoranza que afirman que les define). “La crisis fue el detonante. Nos pilló al final de la veintena, cuando íbamos todos directos hacia la vida adulta, pero, de pronto, se nos cortaron las alas y nos tocó dar marcha atrás”, dice García Miranda. “En el trabajo, casi volvimos a las condiciones de becario. Y supongo que eso afectó a todo, incluidas las relaciones emocionales. Eso sin contar que somos la generación de la nostalgia: no es casualidad que los grandes 'blockbusters' sean de sagas que vimos cuando éramos niños: 'Star Wars', 'Parque Jurásico'...”.
“A estas alturas ya nos dimos cuenta de que no existe el trabajo estable, ni bien pagado, así que por exclusión, nos vamos al empleo que por lo menos nos satisfaga personalmente. Total, si voy a llegar justo a final de mes, prefiero hacerlo dibujando en calzoncillos en casa escuchando música, que en una oficina”, dice Díaz-Faes. Vamos, el 'freelancismo' rampante de los que trabajan en su salón o chupando wifi sobre la alargada mesa de madera de una cafetería 'hispter'.
“Depende del caso, pero en general todos tenemos más claro lo que queremos”, explica García Miranda. Aseguran que este colectivo se lo toma todo con más filosofía y claridad: los 'rollos' no se alargan en el tiempo y si no hay nada más allá de las sábanas, se pasa a otra cosa. “Por otro lado, parece que se han acelerado los trámites en lo de irse a vivir juntos, por todas las ventajas que conlleva, aunque lo de pasar por la vicaría ya no parece necesario para que las familias estén contentas (también es cierto que nuestros padres son de una generación que ya no lo exige)”, añade el escritor, que este verano va a dos bodas de amigos… veinteañeros. El ilustrador pertenece al grupo de los 'ennoviados', "así que debo tener también algo de treintañero de toda la vida”. Eso sí, aún no se ha casado, ni tiene propiedades, perro o hijos, pero sigue viendo pelis de terror los sábados por la noche.
“Lo del cuerpo es el choque con la realidad. Desde que entré en la treintena he sufrido ciatica, reuma y una rotura de menisco por hacerme el joven con el 'longboard'. Puede que nuestra cabeza sea menos adulta, pero en las orejas empiezan a asomar unos pelos que nos dicen que somos señores. En el fondo, todos pensamos que lo de hacernos mayores no nos iba a pasar a nosotros. Pero sí, las patatas fritas del McDonalds ya nos engordan y el deporte deja de ser solo diversión para convertirse en una obligación”, resume García Miranda.
Mucho de lo que implica esta noción recuerda a lo 'hipster', que ha sido duramente criticado por su banalidad y falta de compromiso político. “En realidad, se puede llevar una vida de 'treinteenager' sindo rapero, 'punk' y hasta de los que se visten en Springfield, pero la relación viene dada porque son tribus urbanas adultas. Y eso es lo sorprendente, que a esta edad aún necesitemos sentirnos reconocidos con una estética grupal, que es para lo que sirven estos círculos en la adolescencia”, comenta García Miranda. Respecto al compromiso político, según el autor no hay nada escrito: “Resulta lógico que estemos 'cabreados' con los que nos han llevado hasta esta situación. Por mucho que se haya aprendido a disfrutar de ella, no estaba planificada. Ahora, ¿quién nos llevó hasta ella? Porque parece que los dos lados políticos pusieron su granito de arena. Quiero creer que hemos tenido algo que ver en que haya surgido un tercer lado, y un cuarto. De todos modos, a nuestra generación siempre se la ha acusado de falta de compromiso político, antes por hacer 'botellón' y ahora por tener Instagram”.
Estos semiadultos se mantienen modernos, pero según cuentan los autores, no tan en contacto con la nueva cultura juvenil (por ejemplo, las nuevas bandas de música). “Creo que realmente no estamos a la última, pero algún día lo estuvimos, así que sabemos lo que es. Conocemos las cosas que nos 'molan' (música, ilustración, cine, libros…), pero realmente estamos a la 'penúltima', pues cada semana descubro grupos o incluso tipos de música que eran ajenos para mí. Así que se puede decir que estamos a una 'última selectiva', que, como viejos disfrazados que somos, defendemos que fue la época mejor, la nuestra”, afirma Díaz-Faes.
Los autores sostienen que ya se encuentran entre nosotros, como infiltrados extraterrestres. “En realidad son los 'peterpanes' de toda la vida. A los de cuarenta y algo la crisis no les pegó la misma hostia que a nosotros. La sufrieron, sí, pero la mayoría ya estaban más encaminados en la vida, así que se tambalearon sin caerse”, sentencia García Miranda. “Por ejemplo, mis dos hermanas mayores están en esa otra década y tienen una vida estable, a pesar de que tenemos formaciones parecidas. Pero lo de los 'treinteenagers' va más allá, no es una cuestión de no querer madurar, sino de habernos encontrado trabas en la sociedad para hacerlo y haber conseguido adaptarnos a ellas. Habrá que esperar unos años a ver cuál es la evolución”, concluye el guionista.

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