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Semillas para la autonomía

Cuba mejora el abastecimiento y variedad de productos agrarios en sus mercados gracias a la producción y el consumo local

Antonio Ernesto, de 63 años, comienza la segunda mitad de su jornada de trabajo en los campos de Chafarinas, en Güira de Melena. Debido a las duras condiciones de calor en Cuba, los 'guajiros' (campesinos), trabajan desde el alba hasta el mediodía, y sólo reemprenden la jornada a última hora de la tarde. La agricultura cubana presenta desde hace varias décadas unos niveles de productividad muy bajos. Incrementarla es una de las prioridades que se ha marcado el gobierno de Raúl Castro, que llego a calificar el propósito como un asunto “de seguridad nacional”. Güira de Melena, en la provincia de Artemisa, colindante con La Habana, es una las principales áreas rurales por las que el gobierno de Cuba ha apostado en su plan de Agricultura Suburbana, con el que se pretende promover el cultivo de alimentos en los cinturones de las grandes ciudades. El objetivo es la seguridad alimentaria, sustituyendo las exportaciones por un consumo de lo local.
Campesinos utilizan una pareja de bueyes para arar la tierra en una finca de Chafarinas (Artemisa). Reemplazar tractores y otra maquinaria pesada por tracción animal se ha vuelto una práctica habitual en el campo cubano. Esta medida fue introducida en la década de los 90, tras la caída del campo soviético: la crisis económica, unida a la escasez de combustible y los altísimos precios hacía inviable continuar trabajando con tractores como hasta entonces. La recuperación de los bueyes fue una medida clave para contribuir a que la agricultura cubana volviera a ser sostenible, pues completaba el ciclo de producción ecológica integral, además de aportar una reducción de costes considerable.
Manuel Ojeda, anciano de 77 años, fuma un cigarrillo en la puerta de su casa, en la aldea de Chafarinas (Artemisa). La población cubana atraviesa por un marcado proceso de envejecimiento. En las zonas rurales es común que muchos campesinos continúen trabajando en el campo tras su jubilación oficial. Después de trabajar como güajiro para el Estado durante décadas, Manuel trabajó varios años en una granja de iniciativa privada. Tan solo hace dos que dejó de acudir al campo.
Trabajadores de temporada, provenientes de Santiago de Cuba, esperan el comienzo de la jornada en una de las granjas de Güira de Melena. Muchos jornaleros llegan a las zonas rurales cercanas a La Habana desde otras provincias de Cuba, atraídos por las nuevas legislaciones que promueven la creación de puestos de trabajo agrícola. Tras la llegada de Raúl Castro a la presidencia, el Gobierno cubano se marcó como prioridad incrementar la productividad agraria para así poder reducir las importaciones de comida que le cuestan a Cuba cientos de millones de dólares al año. En 2012, dentro del programa nacional de agricultura suburbana, se liberaliza la iniciativa privada en muchas granjas del país, en un intento de incentivar e incrementar la producción de alimentos. Ahora, la mayoría de fincas de Güira de Melena ya no son estatales, sino privadas.
Ramón González, de 67 años, y su mujer esperan la llegada del transporte público para volver a casa tras una jornada de trabajo en el campo. Ramón trabajó durante muchos años para el Estado como campesino, hasta su jubilación oficial. Ahora continúa trabajando, pero por iniciativa privada, en una granja que pertenece a su primo, donde se gana unos 300 pesos cubanos semanales. El programa nacional de agricultura urbana y suburbana ha ido eliminado paulatinamente gran parte de las granjas estatales, altamente ineficientes, para promover el desarrollo de pequeñas fincas y cooperativas.
Trabajadores provenientes de Santiago de Cuba regresan a casa después de una jornada de trabajo recogiendo tomates en una granja de Güira de Melena. Trabajan en una finca cuya producción es 100% ecológica. Tras la caída de la URSS en los 90, Cuba entró en una fuerte recesión económica, los años del denominado 'Periodo Especial'. Esta crisis económica afectó gravemente a la agricultura cubana y provocó que en el país se suspendiera drásticamente el uso de pesticidas y fertilizantes para abaratar los costes de producción. En el área de Güira de Melena los cultivos son mayoritariamente ecológicos, con una gran diversificación de cultivos.
Recogida de tomates en una finca de iniciativa privada en Güira de Melena. El tipo de cultivos en el país han cambiado radicalmente en las últimas décadas. Anteriormente se practicaba una agricultura industrial, dependiente en gran medida de importaciones de petróleo, pesticidas y fertilizantes. El modelo no sólo no era sostenible, sino que estaba basado en la producción extensiva de caña de azúcar, que se exportaba a los países del campo soviético, mientras que los alimentos de los cubanos dependían en gran medida de importaciones. Actualmente, el modelo ha dado un giro drástico hacia la sostenibilidad y los principios de soberanía alimentaria. La producción es ecológica, sin pesticidas ni fertilizantes. Cada finca intenta diversificar al máximo los cultivos, y una sola granja puede producir patatas, yuca, coles, lechugas, tomates, espinacas, mango, guayaba… destinados al consumo de la población local.
Recogida de yuca en una granja de Tumba Cuatro, en la provincia de Mayabeque, cercana a La Habana. Desde el 2008, el gobierno ha intensificado un programa de entrega en usufructo a pequeños productores de tierras estatales que estaban ociosas hasta el momento. Varias fincas agrarias de Mayabeque se han beneficiado de estas políticas para obtener una mayor superficie de cultivo, lo que ha generado un claro incremento de la productividad.
Gerardo González, durante la zafra (recogida de caña de azúcar) en la población de Tumba Cuatro. Gerardo, antes camionero en La Habana, trabaja ahora con su cuñado en una finca particular perteneciente a éste. Acaban de recibir varias hectáreas de tierra en desuso. Toda la producción de la finca es ecológica y se destina principalmente a los mercados de La Habana para su venta directa. La mujer de Gerardo, Bárbara, trabaja como cuentapropista con un puesto en su pueblo en el que comercializa las frutas y verduras de la finca que no van a La Habana.
Puesto de venta de frutas y verduras en un agro (mercado agropecuario) en el barrio de Habana Vieja. En los últimos años, el Gobierno ha invertido esfuerzos en extender y potenciar la red de mercados agropecuarios en cada barrio de la ciudad. La idea es potenciar el consumo local, barrio a barrio, de alimentos producidos en los campos colindantes a la ciudad, a un precio asequible para la población. A pesar de las notables mejoras en la expansión y abastecimiento de la red de mercados agropecuarios, aún son muchos los retos para alcanzar la seguridad alimentaria plena en Cuba. Uno de los principales es conseguir controlar la inflación y estabilizar los precios de mercado. Incluso cuando los alimentos ya están en los agros, el desequilibrio entre salarios y precio final aún es el principal listón para el acceso a la comida de muchos cubanos. Además, la cartilla de racionamiento estatal sigue basada en importaciones.
Puesto de frutas y verduras en uno de los varios mercados agropecuarios de la Habana. En los últimos años, Cuba ha mejorado el abastecimiento y variedad de productos en los comercios. Esto es debido, en parte, a las políticas agrarias de fomento de la producción y consumo local, según los principios de soberanía alimentaria. Anteriormente, un problema habitual era que parte de las cosechas, importadas o provenientes de otros lugares del país, se echaran a perder antes de llegar al público debido a las condiciones precarias del transporte en el país.
El Chevy, trabajador del organopónico (huerto urbano) de Cayo Hueso, en la Habana, supervisa el estado del huerto antes de acabar la jornada de trabajo. En la red de huertos urbanos de la ciudad, la producción es 100% ecológica y se fomenta la diversificación de cosechas. En Cayo Hueso se cultivan espinacas, acelgas, lechuga, menta, pimientos… alimentos que tradicionalmente no han tenido mucha presencia en la dieta de los cubanos. Cada huerto urbano está indefectiblemente unido a un pequeño mercado agropecuario, de manera que la producción se vende directamente a los vecinos del barrio.Joan Alvado
Uno de los trabajadores del organopónico de Alamar transporta abono en un coche tirado por un caballo. La red de huertos urbanos de La Habana surgió en los 90 como solución de urgencia a los problemas de hambruna y desabastecimiento de alimentos en el 'Periodo Especial'. El de Alamar es uno de los más exitosos:iniciado por cinco vecinos hace 20 años por pura necesidad, hoy es una cooperativa que da trabajo a 175 personas, casi todas de Alamar. La cooperativa se esfuerza en mantener al 100% un ciclo integral de producción ecológica y por tanto no hay tractores ni máquinas en la finca. Toda la producción de alimentos va destinada a un agro adjunto al organopónico, cuya tierra es del Estado, pero que la cooperativa ha negociado su cesión en usufructo a cambio de un 5% de las ventas. Además, el 50% de los beneficios revierte en la propia cooperativa, y el 45% restante se reparte entre sus miembros de manera equitativa.
Un güajiro limpia de maleza los campos en Chafarinas, una de las aldeas del área de Güira de Melena. Muchos de los campesinos cubanos continúan trabajando después de su jubilación oficial. Esta situación se ha acentuado en los últimos años en Güira de Melena debido a los incentivos que el Estado otorga a los trabajadores de fincas de iniciativa privada.
Paisaje cubano, con palmeras y otra frondosa vegetación tropical, en el cierre de una jornada de trabajo en los campos de Tumba Cuatro, en Mayabeque.