Cartas al director

Maridaje de vinos y comidas

Mantengo la teoría de que el mejor maridaje entre vino y comida lo da la tierra, que es sabia. El ibérico de bellota, de Huelva preferiblemente, o un Joselito de Guijuelo, con un fino o en su defecto con un buen tinto, por supuesto nunca comerlo con pantumaca ni echar en ningún guiso. El fino así mismo, imprescindible con todas las frituras andaluzas. Para un buen cordero asado, de raza churra y del triángulo Aranda-Peñafiel-Sepúlveda (el resto no merece la pena), un vino de Ribera de Duero, preferentemente el Carraovejas. Para los callos, morros y demás marisco de interior, de mi tierra zamor...

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Mantengo la teoría de que el mejor maridaje entre vino y comida lo da la tierra, que es sabia. El ibérico de bellota, de Huelva preferiblemente, o un Joselito de Guijuelo, con un fino o en su defecto con un buen tinto, por supuesto nunca comerlo con pantumaca ni echar en ningún guiso. El fino así mismo, imprescindible con todas las frituras andaluzas. Para un buen cordero asado, de raza churra y del triángulo Aranda-Peñafiel-Sepúlveda (el resto no merece la pena), un vino de Ribera de Duero, preferentemente el Carraovejas. Para los callos, morros y demás marisco de interior, de mi tierra zamorana, un buen Toro no precisamente de los caros. Para el marisco gallego un Albariño y para paellas, calçots y similares, entiendo que un cava es apropiadísimo. También vale un blanco o moscatel de la zona. Me recuerda un amigo los vinos de Mencía, que yo asocio con un botillo, ambos del Bierzo y juntos son una buena experiencia gastronómica en los días fríos del invierno. Se me olvidaba, para las fabes nada como una sidriña bien tirada. Con esto y poco más podéis mandar al paro a los maîtres engreídos y dejar en evidencia a los que les escuchan con cara de pasmo.— Bernardo Asensio Colino.

 

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