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Subidos en baldas

Darragh Casey lleva años intentando contar su vida y la de sus amigos a través de los objetos que poseen

La madre de Darragh, Helen, tiene 61 años y era enfermera. Eligió un peluche para representar su infancia en Irlanda, un cactus evocador de las vacaciones, una taza por su vida hogareña y libros de medicina, orgullosa de esos 40 años de su vida. Helen cree que el mejor regalo que una madre puede hacer son recuerdos felices. El padre, Pat Casey, es informático e irlandés. Cuenta que, cuando empezó a trabajar, los contadores AVO (Amps, Volts and Ohms) eran fundamentales. En su estantería también hay aceite para engrasar maquinarias “creo en mantener lo viejo como nuevo”. Las botellas de vino vacías hablan de sus sucesivos intentos de hacer caldos.Darragh Casey
Tiene 84 años y vive en Irlanda. Se encargó de una granja con su marido y, durante años, hizo cada día 9 panes para alimentar a los trabajadores. Cada vez que ve a su nieto Darragh le da una barra de pan para que se la lleve a Londres. En la estantería está el pan, el retrato de su marido Jim, 15 años mayor que ella, al que conoció con 17 años y con el que estuvo hasta que este murió en el año 2000. Católica, de misa diaria, eligió también un crucifijo. Y una foto de la boda de su hermano. De la suya no hicieron.Darragh Casey
El húngaro Laszlo Bergovecz tiene 34 años. Conoció a Darragh en Londres, pero ha regresado a Budapest. Es diseñador y cree que gran parte de cómo piensa está en sus croquis, por eso se retrató con sus cuadernos. También él asegura que puede vivir con muy poco, pero “como no quiero ser un excluido social necesito un ordenador, o un teléfono, donde la gente me pueda contactar. Eso es hoy el mínimo en cuanto a posesiones”.Darragh Casey
Alan, a la derecha, es uno de los hermanos. Vive en Cork y acaba de perder el trabajo. Pero eligió el pase de seguridad, el casco de la bici que emplea para llegar al trabajo, los auriculares de la música que escucha y los libros de la carrera, que no terminó, para retratarse Cuenta que quiso hablar de la ambición truncada. También de la música que “me ayuda a mantenerme cuerdo”. Está convencido de que las pertenencias retratan a uno mejor que el rostro.Darragh Casey
El británico Leigh Cameron (1976) conoció a Casey estudiando en Londres. Se dejó retratar con “sus chicas”, su mujer y su hija. Y añadió su bolsa de pesca y utensilios de cocina. Opina que nuestros objetos “dibujan el mapa de nuestras vidas y también el de nuestras decisiones”. “He metido en la estantería lo que me gustaría que recordaran de mí”: un tipo tranquilo que sabía cocinar.Darragh Casey