Cartas al director

La vida sintética

He leído con desasosiego, el pasado día 28, el reportaje La vida sintética está aquí, en el que se detalla la síntesis del primer cromosoma de una célula eucariota. Sin duda, además de sus potenciales beneficios (nuevos antimicrobianos y biocombustibles), la biología sintética plantea excitantes preguntas como la posibilidad de construir un genoma completo de un ser humano.

El logro de vida sintética se puede relacionar con la novela gótica, nada trivial, de Mary Shelley Frankenstein o el moderno Prometeo (1818). El científico suizo Víctor Frankenstein fue un precursor...

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He leído con desasosiego, el pasado día 28, el reportaje La vida sintética está aquí, en el que se detalla la síntesis del primer cromosoma de una célula eucariota. Sin duda, además de sus potenciales beneficios (nuevos antimicrobianos y biocombustibles), la biología sintética plantea excitantes preguntas como la posibilidad de construir un genoma completo de un ser humano.

El logro de vida sintética se puede relacionar con la novela gótica, nada trivial, de Mary Shelley Frankenstein o el moderno Prometeo (1818). El científico suizo Víctor Frankenstein fue un precursor de la medicina regenerativa, el trasplante de órganos y la clonación terapéutica y reproductiva. El deseo de Frankenstein de obtener vida de materia inerte es el preludio del primer cromosoma artificial de una célula eucariota. Víctor Frankenstein tuvo la aspiración del científico moderno de traspasar los límites de la ciencia y además no claudicó: “Es posible que allí donde yo fracasé, otro logre alzarse con el triunfo”. Su monstruo innominado no se inmoló en la pira. ¡Cuidado! Ha vuelto revestido de modernidad científica. — Francisco Javier Barbado Hernández.

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