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Alberto Pla: revelando en positivo

El psicólogo ha encontrado en la fotografía su profesión. Su mirada huye de los dramatismos de la pobreza y se centra en destacar la fortaleza de quienes luchan por mejorar sus vidas

2011 India. Anita Kumar, del centro educativo Mera Parivar, de la ONG Naya Nagar, atiende a sus alumnos. Esta es una “escuela puente” para insertar a niños de 3 a 12 años de familias marginadas y con pocos recursos económicos de la comunidad de Rajeev Nagar en el sistema educativo del país. Es un centro de día donde los niños aprenden a leer y a escribir con el objetivo de ayudarles a aprobar los exámenes de admisión en los centros públicos y privados de la zona. Actualmente la escuela cuenta con 150 niños y más de 250 ya han dado el salto y accedido a la escolarización en colegios donde podrán obtener un título. Además de las clases, reciben una comida diaria y atención sanitaria. La imagen recibió el primer premio de fotografía en el certamen internacional que celebra la Fundación de Derechos Civiles en 2011.ALBERTO PLA
En los centros "puente" de la ONG Naya Nagar para familias desfavorecidas, me llamó especialmente la atención que los pequeños no tuvieran siquiera bancos o sillas para sentarse en las aulas. Se reunían todos en una manta. Recuerdo perfectamente el calor asfixiante en las aulas y no todas tenían un ventilador. Sin embargo, todos iban bien uniformados y limpios. Es un ejemplo claro de cómo, a pesar de los escasos recursos, también en la pobreza hay dignididad.ALBERTO PLA
En 2011 había, según el Gobierno de India, unos 12 millones de menores de 5 a 14 años trabajando. Algunas ONG, como la Bachpan Bachao Andola (BBA) elevan la cifra a 100 millones. Esta imágen, tomada en un taller de coches, me causó especial impacto. Allí había unos cinco adolescentes de 14 a 18 años máximo. Pensé que deberían estar en la escuela, estudiando; por eso me pareció importante tomar las fotografías y mostrar la necesidad de que haya organizaciones que les ofrezcan una alternativa educativa a estos chavales en vez de trabajar de manera tan temprana. Me llamó la atención la suciedad de todos ellos, el tremendo esfuerzo que realizaban para cambiar una rueda o reparar un motor... llenos de grasa a sus cortas edades.ALBERTO PLA
En 2013 tomé esta foto de un niño que juega en el río de la comunidad de Gariche Prince en Haití, donde trabaja la ONG TECHO con la que fui. Los niños haitianos son los más afectados por la falta de recursos de un país donde, según Unicef, el 22% de menores de cinco años sufre desnutrición crónica. Sin embargo, ellos son también la cara más amable del país, con sus sonrisas permanentes. El niño de la imagen tenía unas ganas tremendas de jugar; podría ser cualquier pequeño en una playa de Valencia puesto que su risa, las frases que intercambiaba con los amigos y sus gritos eran los mismos.
El fotógrafo de la comunidad de Onaville (Haití) posa en su estudio sujetando la Biblia. La comunidad no tiene energía eléctrica durante el día por lo que normalmente no puede abrir su negocio más que algunas noches cuando algún cliente puede sufragar los costes del revelado, muy altos para la mayoría de ellos. Él me comentaba que el negocio apenas era rentable, pero muestra cómo tratan de salir adelante tras la catástrofe.ALBERTO PLA
La mayoría de negocios que existen en los campamentos en Haití son de alimentación. También es necesario comprar el agua ya que es difícil encontrarla potable. En esta imagen, una niña se peina –también les gusta estar guapos– mientras su padre extrae unos refrescos del congelador en el negocio familiar que tienen en la comunidad de Onaville, en Canaan, el campamento de desplazados por el terremoto más grande del país. El 76% de la población gana menos de 2,5 dólares al día, por lo que vivir en condiciones dignas es muy complicado.ALBERTO PLA
Los alumnos del curso de ebanistería, fontanería y carpintería, impulsado por la ONG Techo junto con la organización Fe y Alegría, celebraban su graduación el pasado 2013 en la comunidad de Abraham, en Titayen (Haití). Su cara de satisfacción es evidente, aunque solo había una toga y se la tenían que intercambiar. Ellos vestían sus mejores galas para la ceremonia e hicieron largos y emocionantes discursos que exaltaban su gran logro –hay que tener en cuenta que más del 20% de las escuelas en el país son privadas y el acceso a la educación es difícil–. La limpieza en el atuendo y el orden en su entrada en el escenario contrastaba con la suciedad de este, lleno de barro y en mitad de la nada.ALBERTO PLA
En esta imagen, un niña estudia mientras regenta un negocio. Muestra esa manera que tienen los haitianos de superar las carencias, su fuerza de voluntad. Esta fotografía da mucha información en este sentido. Los niños van a la escuela y acuden con ganas. No pierden el tiempo. Estudian y trabajan a la vez, sin resignarse, en un acto de humildad y dignidad.ALBERTO PLA
La madre de estos chicos era una líder comunitaria en Haití, es decir, una de las representantes que se reunen cada semana en los centros que ha construido la ONG Techo para llevar a cabo planes de desarrollo. Cuando llegamos a su casa pedimos permiso para hacerle una entrevista; ella aceptó, se enjabonó los brazos y las piernas en un cubo y se cambió de ropa. Cuando terminamos, nos dio de comer. No había alimentos para todos pero insistió en invitarnos. Mientras estábamos allí, los niños hacían los deberes del colegio. En la imagen, vemos cómo el hermano sostiene el plato de comida mientras la pequeña estudia, aunque su casa no parecía el lugar más idóneo.ALBERTO PLA
Recuerdo a este chico. Forma parte de un grupo de alumnos de la escuela Barada (Mozambique) que querían ser periodistas y disfrutaban entrevistando a los profesores extranjeros o a los cooperantes. A pesar de vivir situaciones muy precarias, tienen sueños y esperanzas, y van a por ellas. Tienen una fuerza de voluntad envidiable. Este estudiante se quedaba por la tarde en el comerdor del centro para sacar buenos resultados. Creo que esta fotografía es potente y positiva.
¿Qué es importante para ellos? Viajando encontramos distintas culturas con esquemas de pensamiento muy diferentes. Sin embargo, hay muchos puntos en común. En la escuela de Barada (Mozambique) había niños estudiando que escuchaban a Limp Bizkit, llevaban zapatillas de marcas deportivas, camisetas de equipos famosos de fútbol y también carpetas forradas de Shakira. Adolescentes que no distan mucho de los occidentales en cuanto a iconos e ilusiones. Pueden caminar –como de hecho hacen– dos horas de ida y vuelta a la escuela, cansados, recorriendo caminos de barro. Pero cuando tienen la ocasión, muestran a sus ídolos orgullosos como cualquier otro adolescente de cualquier parte del mundo.ALBERTO PLA
A pesar de vivir sin luz, agua o servicios básicos, estas niñas utilizaban su imaginación para jugar. En su comunidad, Garinche Prince (Haití), al norte de Puerto Príncipe, la construcción de una plaza pública les cambió la vida. Este proyecto salió de una de las reuniones de la organización Techo y representantes de la comunidad. Algunas personas no entendían por qué era importante construir una plaza; pero allí se puso una farola con luz solar y suponía tener un centro de reunión para conversar y sociabilizar. Ahora, estas niñas pueden jugar allí y cuando llega la noche, tienen una farola para no hacerlo a oscuras.ALBERTO PLA
En 2012 tomé esta fotografía en una playa en Mozambique. Podría haber sacado a niños llenos de moscas y hambrientos, pero me parece importante contar que, a pesar de la pobreza (sin dejar de decir que es importante trabajar para reducirla), los niños también se divierten y juegan. A su manera, son felices.ALBERTO PLA