QUÉ MUEVE A... HINDATOU AMADOU

“Quiero que los ganaderos puedan pagar la educación de sus hijos”

Experta en la promoción de la ganadería en el Sahel y la Sabana, trabaja para mejorar las condiciones de los pastores de la región

Hindatou Amadou trabaja para promover la ganadería y mejorar la vida en las comunidades rurales del Sahel.Álvaro García

El padre de Hindatou Amadou era ganadero y también morabito, un líder espiritual de su comunidad en la que enseñaba el Corán a los niños. Pero vendió gran parte de su manada para que todos y cada uno de sus diez hijos pudieran estudiar más allá del libro sacro del Islam. “Yo soy la última de seis hermanos y cuatro hermanas, y todos estudiamos. Fuimos a la escuela coránica pero además nos hizo ir a la escuela pública de estilo europeo. Él siempre recordaba que en el Corán hay un verso que dice que hay que buscar el conocimiento en todos los lados”, recuerda Amadou que ahora, a sus 40 años, es la responsable de Incidencia Política y Género en la Asociación para la Promoción de la Ganadería en el Sahel y la Sabana (APESS). Agradece a su padre el atrevimiento que tuvo frente a su comunidad que no se explicaba por qué el morabito se empeñaba en mandar a la escuela también a sus hijas, renunciando al ganado en una sociedad que medía el prestigio por el número de reses poseídas.

Fue el ejemplo de su padre lo que motivó a Amadou a dedicarse a mejorar las condiciones de vida de los ganaderos de su país y del Sahel más en general. “Vi que mis padres nos habían criado y nos habían pagado lo estudios a todos gracias a la ganadería. En cambio, ahora los ganaderos tienen muchas más dificultades debido a las sequías, a las consecuencias del cambio climático y a los problemas que encuentran. Tienen menos cabezas de ganado y no pueden invertir como hizo mi familia. Yo quería trabajar para que la ganadería vuelva a ser central y los ganaderos puedan vivir y criar a sus hijos, y pagarles la educación, como hicieron mis padres”.

Amadou, que estuvo en Madrid con motivo del 25 aniversario de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, está convencida de que la ganadería puede ser un pilar de la autosuficiencia alimentaria del Sahel. “En los países de la región la ganadería y la agricultura son el pulmón de la economía. En Burkina Faso la ganadería representa el 18% del PIB. Los políticos son muy conscientes de su importancia pero sigue siendo el pariente pobre de la financiación. En Burkina, por ejemplo, solo el 1 por ciento de los presupuestos se dedica a la ganadería”. El reto es conjugar la tradición con las adaptaciones impuestas por el paso del tiempo. Basado en la trashumancia, en las pasadas décadas el sistema de la ganadería en la región ha sido también un factor de intercambio y vínculos entre los pueblos. “El objetivo es el equilibrio. Es necesario que lleguen a tener seguridad alimentaria a través de una semi-sedentarización que les permita tener terrenos para alimentar a una parte del ganado que se queda en los establos. Pero no se pueden quedar todos y la trashumancia tiene que seguir porque son manadas muy grandes. Y no se les puede decir a los ganaderos que prescindan de una parte porque la cantidad de ganado es un símbolo de prestigio”, explica Amadou.

Para garantizar la seguridad alimentaria, la APESS promueve el uso de almacenes para que los ganaderos vayan guardando allí el forraje para los animales. “Nuestro objetivo es también que participen más en la vida política, en la comunidad, puedan mandar a sus hijos a la escuela, que tengan medios para que la familia pueda vivir y recursos para que las mujeres puedan tener más facilidades”.

El recuerdo de su historia familiar sustenta su trabajo sobre el terreno. Los antepasados de Amadou eran ganaderos trashumantes que se desplazaron desde Mali en busca de mejores pastos y, a principios del siglo pasado, se fueron hacia Níger donde algunos se quedaron mientras que otros continuaron el viaje hasta asentarse en Burkina Faso, en Sebba, a 45 kilómetros de la frontera con Níger.

Otra de las misiones de Amadou es fortalecer el papel de las mujeres en un contexto que sigue siendo muy tradicionalista. Un reto al que ella misma se ha enfrentado en su trabajo. “Llevo cinco años en APESS y hay mejorías. La organización siempre tuvo una sección para mujeres, otra para hombres y otra para jóvenes. Y ahora ya hay asambleas únicas y debate sobre la implicación de las mujeres en la organización”. También está cambiando la forma de relacionarse con los ganaderos. “Vamos en misión conjunta en grupos mixtos para hablar todos juntos. Antes iba un hombre para hablar con los hombres y una mujer para hablar con las mujeres”. Risueña y abierta, enfundada en una coloreada túnica tradicional, Amadou cuenta su experiencia con pasión sin ocultar las dificultades. “Hay veces que funciona y otras que no porque algunos hombres no se quieren relacionar con mujeres”, admite.

Reglas de una sociedad patriarcal a las que ella y sus hermanas escaparon gracias, otra vez, a la actitud de su padre. “Había un primo que quería casarse con mi hermana pero ella no quería y mi padre, frente a los vecinos que le decían que cómo su hija no iba a casarse con uno del pueblo, dijo que éramos libres y podíamos elegir a quien quisiéramos”. Y no hubo ninguna oposición cuando ella presentó a la familia a su futuro esposo. “Y ahí está la sorpresa”, adelanta Amadou. Su marido, con el que ha tenido dos hijos, es un geógrafo holandés que llevaba años viviendo en distintos países de África y había decidido instalarse en Burkina. “Había comprado un terreno para construir una casa antes de conocerme”, dice entre risas.

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