Cartas al director

Las extrañas recetas del FMI

Leo con estupor la noticia que recoge las recetas del FMI para sacar a España de la crisis. El dominio absoluto del neoliberalismo radical parece tener el mágico poder de borrar cualquier intento serio y científico de ofrecer recetas eficaces desde el pensamiento keynesiano, que ya sacó al mundo de una crisis similar tras el crash del 29. Solo algunas voces aisladas se alzan contra esta increíble locura de querer solucionar una crisis de demanda deprimiendo aún más la demanda.

En España esta crisis ha destapado además dos problemas estructurales: una Administración disfuncional...

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Leo con estupor la noticia que recoge las recetas del FMI para sacar a España de la crisis. El dominio absoluto del neoliberalismo radical parece tener el mágico poder de borrar cualquier intento serio y científico de ofrecer recetas eficaces desde el pensamiento keynesiano, que ya sacó al mundo de una crisis similar tras el crash del 29. Solo algunas voces aisladas se alzan contra esta increíble locura de querer solucionar una crisis de demanda deprimiendo aún más la demanda.

En España esta crisis ha destapado además dos problemas estructurales: una Administración disfuncional —que no gasta mucho, sino mal—, y un mercado (empresarios también) de trabajo rígido. La crisis de demanda se pretende “solucionar” deprimiendo la renta media disponible de los españoles (sube el IVA, bajan salarios), y reduciendo el déficit público; es decir, hundiendo aún más la demanda. El aumento de liquidez vía aumento de crédito tampoco se consigue, ni se conseguirá plenamente, con economías familiares cada vez más estrechas y menos solventes.

Los problemas del mercado laboral se intentan solucionar cargando la mano solo sobre una parte, la débil, provocando el empobrecimiento de las clases medias más humildes y un retroceso histórico de derechos. Para el incendio de la Administración se ha encomendado el papel de bombero a la pirómana clase política que lo provocó, que se blinda a sí misma mientras despide y/o “precariza” a los funcionarios realmente imprescindibles.

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Era imposible hacerlo peor. Pero eso sí, el FMI pide más de lo mismo.— Carlos Martínez-Abarca.

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