Cartas al director

Sobre becas y notas

Desde que la universidad se ha convertido en una obligatoria prolongación de los estudios, (además de un respiro para las mórbidas listas del paro), ha dejado de ser lo que debía ser: enseñanza de estudios superiores. En sí, el término “superior” implica que excede a los demás en calidad; y si los estudios superiores los tienen todos, dejarán de ser superiores para convertirse en medios (por no decir mediocres). ¿Y porqué todo el mundo tiene que estudiar una carrera universitaria? Pues porque un españolito sin un título universitario no es nadie. Así cuando a una persona se le exige un esfuerz...

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Desde que la universidad se ha convertido en una obligatoria prolongación de los estudios, (además de un respiro para las mórbidas listas del paro), ha dejado de ser lo que debía ser: enseñanza de estudios superiores. En sí, el término “superior” implica que excede a los demás en calidad; y si los estudios superiores los tienen todos, dejarán de ser superiores para convertirse en medios (por no decir mediocres). ¿Y porqué todo el mundo tiene que estudiar una carrera universitaria? Pues porque un españolito sin un título universitario no es nadie. Así cuando a una persona se le exige un esfuerzo (un 6,5 o un 5,5 tampoco es que sea un 8,5 o un 9) para conseguir una beca pagada con el dinero de todos, y sobre todo en un país de subvencionados, es natural que se activen todos los dispositivos de alarma y el código rojo.

La dificultad para conseguir una mejor nota en unas carreras que en otras depende no tanto de la asignatura en sí, sino de la aptitud de los propios alumnos y de la capacidad que tenga cada uno (hay distintos tipos de inteligencia). Esto no quiere decir que un alumno de ingeniería sea más listo que otro que estudia Historia, sino que unos tienen más desarrollada la memoria, la elocuencia o el lenguaje y los otros tienen más desarrollada la parte científico-técnica. Por tanto se entiende que cada alumno elige la carrera en función de sus intereses y sus capacidades. Y así se puntúa.

Es lógico que se exija un esfuerzo a los alumnos que reciben un dinero que es de todos. Y tampoco vendría mal ir mentalizando a la gente de que el ir a la universidad ni es la panacea (véase el alto índice de paro entre los “graduados”), ni es obligatorio; que parece que es un deber y un derecho fundamental y no lo es. Sí que lo es la vivienda y el Estado no concede viviendas, sin embargo sí que paga carreras universitarias. Curioso.— Virginia R. Mateos.

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