Cartas al director

Becas para los mejores

La bronca montada al ministro Wert por proponer una nota de corte de 6,5 para optar a las becas se ha desarrollado bajo criterios que más que demagógicos habría que denominar del peor y más sucio elitismo. Las becas no las pagan los banqueros, los muy bien pagados políticos o sus asesores y conmilitones, ni los grandes directivos de las corporaciones industriales. Se sufragan con el IVA que paga el ama de casa al comprar jabón o leche, con la sangría de quien tiene que repostar en una gasolinera para intentar subsistir, o el IRPF de trabajadores que no tienen acceso al manejo de fondos público...

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La bronca montada al ministro Wert por proponer una nota de corte de 6,5 para optar a las becas se ha desarrollado bajo criterios que más que demagógicos habría que denominar del peor y más sucio elitismo. Las becas no las pagan los banqueros, los muy bien pagados políticos o sus asesores y conmilitones, ni los grandes directivos de las corporaciones industriales. Se sufragan con el IVA que paga el ama de casa al comprar jabón o leche, con la sangría de quien tiene que repostar en una gasolinera para intentar subsistir, o el IRPF de trabajadores que no tienen acceso al manejo de fondos públicos, subvenciones autootorgadas o créditos fiscales que se diluyen en sucesivas amnistías fiscales.

Sí, la mayor parte de los padres y madres de este país consideran necesario y justo que las becas tengan su motivación en la escasez de recursos y simultáneamente en una capacidad personal o un acreditado esfuerzo del beneficiario que la justifique socialmente. Es un esfuerzo que se exige también a quien no tiene recursos ni para pagar el alquiler de su casa, y la sociedad debe recibir una contraprestación, la de saber que los mejores van a recibirlas.— Juan Carlos Anton Nárdiz.

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