Editorial

Pronóstico de recesión

La caída del consumo y la sequía del crédito auguran otra contracción intensa del PIB en 2013

Las expectativas de la economía española no mejoran, a pesar de la insistencia del Gobierno en que las reformas (o recortes) darán sus frutos en breve. La gravedad de la recesión se puede describir de varias maneras, pero la más objetiva explica que el PIB de 2012 cerró con una contracción media del 1,4% (la trimestral fue del 0,8%, superior a las previsiones del Gobierno) debido al hundimiento del consumo, causada a su vez por un desplome de las remuneraciones de los asalariados (-8,5% de caída durante el cuarto trimestre), al descenso de la inversión y a la destrucción de empleo. Todos los f...

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Las expectativas de la economía española no mejoran, a pesar de la insistencia del Gobierno en que las reformas (o recortes) darán sus frutos en breve. La gravedad de la recesión se puede describir de varias maneras, pero la más objetiva explica que el PIB de 2012 cerró con una contracción media del 1,4% (la trimestral fue del 0,8%, superior a las previsiones del Gobierno) debido al hundimiento del consumo, causada a su vez por un desplome de las remuneraciones de los asalariados (-8,5% de caída durante el cuarto trimestre), al descenso de la inversión y a la destrucción de empleo. Todos los factores de oferta y demanda se han venido abajo durante el cuarto trimestre, incluidas las exportaciones, por las dificultades de los socios europeos. Pero el descenso acusado de las importaciones mantiene la ficción de que la demanda externa contribuye al crecimiento.

Después de este ejercicio económico malo, supuestamente de transición o acomodo a la política económica de recortes presupuestarios implantada por el Gobierno, toca reconsiderar cuáles son las expectativas reales de la economía para 2013. El primer paso es descartar la previsión oficial del Gobierno para este año. Resulta prácticamente imposible moderar la recesión en los términos deseados por Economía, es decir, que se temple hasta el -0,5% en términos anuales. El único factor que puede inducir cierto optimismo es el aumento aparente de la confianza internacional en España. La salida de capitales, si bien no ha revertido, al menos se ha frenado; en un año, entre julio de 2011 y agosto de 2012, abandonaron el país unos 336.000 millones de euros; pero la cuenta a finales del año pasado registraba una fuga menor, de unos 180.000 millones. Ahora bien, la confianza puede perderse rápidamente, como demostró el episodio de las elecciones italianas.

Por tanto, los cálculos más optimistas para 2013 son en estos momentos los de la Comisión Europea, que pronostica una contracción del PIB del 1,4%, Pero a la vista del empeoramiento durante el cuarto trimestre de 2012, lo más probable es que la contracción sea algo más acusada, en torno al 1,6%. Las previsiones de destrucción de empleo —ajustes pendientes en el sector público, en la banca, en Iberia—, la restricción del crédito y la falta de inversión abonan la tesis de que este año continuará una fase recesiva de cierta intensidad. Pero es que además tanto el Estado como las comunidades autónomas tienen que restringir el gasto público un poco más este año (en 2012 las autonomías no cumplieron el objetivo de déficit, se quedaron en el 1,7%, dos décimas por encima de lo previsto); cualquier recorte adicional de gasto supone un factor más de recesión.

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No se sale de un periodo depresivo tan profundo con un rebote milagroso del crecimiento en un solo ejercicio. Lo que esté en cuestión ahora no es la suerte de 2013, que ya está echada, sino saber si en 2014 y 2015 la economía española tendrá tasas de crecimiento suficientes para producir empleo neto. La respuesta es dudosa.

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