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Escuelas en red
Coordinado por Rodrigo J. García

Los alumnos de esta escuela saben que algo muy grave ocurre en su entorno, lo investigan y proponen medidas

En las lagunas cercanas a la Escuela Infantil La Encarnación hay ahora muchos mosquitos y pocas abejas, no se oye el croar de las ranas, las grullas no encuentran comida, no se sabe dónde está la avutarda y las tortugas se esconden en sus caparazones. Todos trabajan juntos para averiguar lo que ocurre y plantear soluciones

JOSEBA GARCÍA PLAZUELO

—Corre, corre… ¿Qué nos habrá dejado Kokolino en el baúl?

Todos los días a las nueve, cuando la puerta del colegio se abre, hay prisa por llegar al aula y rebuscar en el baúl. Kokolino, la mascota de la escuela, les deja señales, pistas y avisos sobre lo que será la apasionante aventura de la jornada escolar. Otro día para buscar respuestas sobre situaciones y circunstancias de su alrededor que debatirán, investigarán y aprenderán.

“¿Que quién es Kokolino? No es ningún animal concreto, no queremos que se identifique con ninguno, debe ser especial y único. Tiene algo de koala, alg...

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—Corre, corre… ¿Qué nos habrá dejado Kokolino en el baúl?

Todos los días a las nueve, cuando la puerta del colegio se abre, hay prisa por llegar al aula y rebuscar en el baúl. Kokolino, la mascota de la escuela, les deja señales, pistas y avisos sobre lo que será la apasionante aventura de la jornada escolar. Otro día para buscar respuestas sobre situaciones y circunstancias de su alrededor que debatirán, investigarán y aprenderán.

“¿Que quién es Kokolino? No es ningún animal concreto, no queremos que se identifique con ninguno, debe ser especial y único. Tiene algo de koala, algo de ratón, algo de conejo. Ya lo dice nuestra canción: Kokolino es Kokolino, nuestra mascota sin igual”, explica la directora de la Escuela Infantil La Encarnación de Ávila y promotora del proyecto De la charca a la laguna, Sonia Nieto.

Los alumnos se dirigen al baúl y al abrirlo advierten que hoy no hay nada. A sugerencia de la “seño” corren al ordenador a revisar el correo con la esperanza de encontrar algún mensaje: “¡Rápido “seño”, vamos al ordenador!” Su mirada es de curiosidad y entusiasmo. La emoción en la expresión de sus caras lo dice todo. Y, sí, allí estaba, un email de Kokolino. Les había dejado una pista, ni más ni menos que un cuento virtual. Aquello pinta muy bien, augura aventura. El cuento se titula Kokolino y su amiga Kran. Todos, en clase, junto a la maestra, comienzan a leer el título (las palabras ya les eran conocidas), al tiempo que se interesan por la imagen de la portada.

—“Seño”, ¿Kokolino está en el mar?”

—¡No! ¡Eso no es el mar, es un río! Hay patos y cigüeñas.

— ¿Quién es Kran?

—Su mochila ¡no lo ves!

—¡No! Seguro que Kran es una sandía o una niña…

—”Seño”, pasa la hoja y lee quien es Kran.

—¡Anda! Pero si dice que es una grulla amiga de Kokolino.

La profesora ya comienza a descubrir los conceptos y actitudes que deben trabajar en el proyecto. Ahora, además, los puede validar con el resto de las profesoras y mejorar, con ello, su tarea. “A nivel profesional sentí que aprendí mucho”, afirma Eva María Andrino, profesora de la escuela infantil.

Imagen de portada del cuento virtual 'Kokolino y su amiga Kran'ESCUELA INFANTIL LA ENCARNACIÓN (ÁVILA).

Y comienzan a leer el cuento. La profesora sabe hasta dónde llegar. Cada semana leen una parte de la aventura de Kokolino, acorde con la situación, la temática y las tareas que van a realizar: consultar, debatir, indagar, etc. Es la aventura de la semana. En estos momentos, la motivación y la intriga entran en escena.

En el cuento existe un personaje real, Juan Carlos Rico. Los niños, en un momento de la lectura, se encontrarán con él: Un agente de desarrollo rural y, por entonces, coordinador del Centro de Interpretación Lagunas de la Moraña, en el pueblo de El Oso, próximo a la ciudad de Ávila, donde se encuentra la Escuela Pública de Educación Infantil “La Encarnación”. Como conocedor de la vida en las Lagunas de El Oso sabe que algo muy grave está ocurriendo: Hay muchos mosquitos y pocas abejas, no se oye el croar de las ranas, las grullas no encuentran comida, no sabe dónde está la avutarda, las tortugas se esconden en sus caparazones, etc. Decide, entonces, recurrir a Kokolino. Sabe que la mascota cuenta con un montón de amigos en la Escuela La Encarnación y que todos juntos pueden investigar lo que ocurre y acordar medidas.

La petición de ayuda llega a la escuela por correo electrónico. Al leerla en clase, surgen los comentarios: “Eso está demasiado lejos, ‘Seño’”; “si se llaman las Lagunas de El Oso, debe estar vigilando un oso”; “ya sé, seguro que hay un oso y se está bebiendo todo el agua de las lagunas”; “a lo mejor le puede haber pasado algo al Oso, o al agua.” El debate y la curiosidad está servida.

“¿Qué le puede haber pasado al agua?” Pregunta la profesora. “Pues no sé, pero algo que tiene que ver con el oso o con el agua”; “a lo mejor que no hay agua”; “o que se haya contaminado y los peces hayan muerto”; “que se haya ensuciado mucho y haya basura en el agua”; “que se haya acabado porque un niño se ha dejado abierto el grifo.” Responde el alumnado.

Escenas del cuento 'Kokolino y su amiga Kran'.ESCUELA INFANTIL LA ENCARNACIÓN (ÁVILA)

Deciden ayudar a Kokolino a preparar su mochila para que viaje al pueblo de El Oso. Le meten unos prismáticos, ropa adecuada, una brújula y un cuaderno de campo donde ir apuntando todo lo que observa: ¡Empieza la aventura!

Los niños quedan, entonces, a la espera de que Kokolino vaya contando lo que está pasando en las lagunas. La lectura del cuento les permite seguir el viaje. Pasando las hojas, están al corriente de que ha ido al pueblo de El Oso, al Centro de Interpretación, a las lagunas y por supuesto ha conversado con la gran protagonista, con Kran, su grulla amiga.

Por fin, conocen a Kran. Pasa los inviernos en las lagunas de El Oso y en primavera regresa a Alemania, su país. Al leer lo que dice la grulla es cuando descubren realmente lo que está pasando. De la mano de Kran se dan cuenta del problema que deben investigar y buscar medidas. La grulla les cuenta que, en los tres ecosistemas, en las lagunas, el pinar y la zona cerealista, está ocurriendo un desastre. El equilibrio del ciclo de vida biológico de las especies está amenazado.

Con las réplicas construidas por las familias y las profesoras, Kokolino y sus amigos empiezan a investigar, a buscar evidencias, qué ocurre con la fauna y la flora y por qué es necesario que todo vuelva a estar en equilibrio. Son cuestiones que le otorgan sentido al proyecto y que el profesorado utilizará en el curso 2022-23 como organización del currículo de segundo ciclo de Educación Infantil.

Kokolino no sale de su asombro, le encanta pasear por el vestíbulo de la escuela, de ecosistema en ecosistema. Las réplicas de los tres ecosistemas no podían haber alcanzado un aspecto tan espectacular sin la ayuda de dos grandes artistas: Raúl y Lara, papá y mamá del cole.ESCUELA INFANTIL LA ENCARNACIÓN (ÁVILA)

Soraya Encinar Pérez, maestra de educación infantil, explica las razones que llevaron a ponerle ese nombre al proyecto: “El primer título fue Del charco a la laguna, pero por sonoridad se quedó con De la charca a la laguna. Nuestro cole se encuentra situado cerca de un manantial que va a parar al río Adaja que, al pasar por la comarca de la Moraña, riega sus campos y el agua subterránea podría llegar hasta las lagunas de El Oso. No debemos tirar basura al suelo, así evitamos que llegue a ríos y lagunas.”

Para poder utilizar una charca como laboratorio de estudio, Kokolino les propuso crearla en la escuela, en una caja con tapa. La llenaron de agua, simulando la lluvia; y, ese día echaron restos de las meriendas, trocitos de comida que sobraron, tetra briks, papel de aluminio, plástico, todo lo que se les ocurría, y lo dejaron tapado durante el proyecto. De vez en cuando iban a observar y comprobaban que los restos de comida iban mezclándose con el agua, pero los envases seguían igual. El agua olía mal, ninguno quería beber o meter en la charca seres vivos acuáticos. Les impactó bastante: ¡Había que actuar! Todo queda reflejado en su cuaderno de campo y en el diario de observaciones.

Cada semana trabajan un centro de interés diferente, aunque todos complementarios entre sí, y de manera acompasada con la narración del cuento. Una semana aprenden sobre el ciclo del agua y su valor o la contaminación. Otra, sobre las plantas y cómo cuidarlas, su función y relevancia o la flora representativa de cada ecosistema. Siguen con los invertebrados y su importancia. ¿Qué pasaría si desaparecen?

El ciclo de la vida, el gran hallazgo, el triops cancriformis, un fósil viviente. A continuación, los anfibios y reptiles, ¿cómo son? ¿cuáles son característicos de cada ecosistema? Luego las aves y los mamíferos y los seres humanos, trabajos relacionados con los tres ecosistemas, valor e interacción entre los tres (las lagunas, la zona de cereales y los pinares). Todo ello en un clima social de acogida, donde juegan con las réplicas, con los objetos, las plantas y los animales a los que observan, tocan, huelen, escuchan... en un escenario de diálogo y complicidad entre ellos y con los adultos. Todos los centros de interés están relacionados. Es necesario el estudio de cada uno de ellos para entenderlos, protegerlos y que todos sigan existiendo. El equilibrio hace que formen un todo, son piezas de un mismo puzzle.

Gráfico curricular del proyecto 'De la charca a la laguna'.ESCUELA INFANTIL LA ENCARNACIÓN (ÁVILA)

Al finalizar la semana los niños envían un correo electrónico al Centro de Interpretación con todo lo que han averiguado, con los experimentos que han hecho, y reciben como reconocimiento el salvoconducto que les permite seguir con la lectura.

A lo largo del proyecto su vocabulario se va enriqueciendo: cadena trófica, ecosistema, reciclado, reutilizar, reducir, cuidado del medio ambiente, movimientos migratorios. Son marcos mentales que facilitan nuevos aprendizajes relacionados con su contexto natural. “En una de las excursiones con sus familias al Centro de Interpretación, sin las profesoras, ante una pregunta del guía al grupo sobre los murciélagos, una de nuestras alumnas de cuatro años respondió que los murciélagos usan la ecolocalización” afirma complacida Sonia Nieto porque todos los presentes quedaron con la boca abierta.

La aventura ya necesitaba pasar de la charca y de las réplicas en la escuela, a la realidad. Había llegado el momento de visitar El Oso, el Centro de Interpretación y las lagunas. Cristina Martín, profesora de atención a la diversidad, comenta: “Cuando vieron por donde había pasado Kokolino, que había ido a la misma casa en la que estaban ellos, que se hicieron una foto donde había estado él… alucinaban. Verlo en la realidad les encantaba, ver las huellas de las aves o los tipos de plumas. Ahora le ponían cara a todo lo que habían estado trabajando”.

Comprobaron de primera mano que su trabajo, sus observaciones e investigaciones habían sido escuchadas. Era fantástico poder confrontar con Juan Carlos Rico lo que habían aprendido. Tuvieron ocasión, además, de seguir aprendiendo, de reconocer el canto de las aves, comentar con detalle con los monitores del Centro de Interpretación lo que había en el rincón de la grulla, confeccionar un mural con sus itinerarios migratorios, asistir al cuentacuentos Mil grullas y otros muchos quehaceres.

Con los monitores del centro practican el anillamiento de las aves, la construcción de cajas nido, destilan esencias o disfrutan los aromas. Comparten lo aprendido con sus familias, viven la emoción de la aventura del cuento de Kokolino, ven y tocan lo que han debatido y estudiado; todo se transforma en más y más deseo de saber. Visitan las lagunas de El Oso, donde recolectan plantas de proximidad y las nombran. Visitan los lugares donde ha estado Kokolino, descubren e identifican los animales y las plantas que han estudiado y comprueban que Kran ha emprendido la vuelta a su país (Alemania).

Sonia Nieto explica que al observar un nido de cigüeña en una webcam, perciben que entre las ramas también había plásticos y entonces un niño asegura que “los mayores son tontos porque todavía no han aprendido a tirar la basura a la papelera“.

Margarita Bretón, madre de uno de los alumnos, considera que fue un proyecto muy enriquecedor para conocer un entorno que está al lado de Ávila: “Lo desconocíamos, tanto el niño como nosotros. Yo fui en la excursión con ellos y luego fuimos con la familia otro día a ver las lagunas y el pueblo de El Oso. Mostraban mucho respeto al medio ambiente y sentían que había que cuidar la naturaleza.”

Una vez completado el proyecto, la profesora devuelve a cada alumno sus trabajos para que los ordene y elabore un dosier. Les facilita uno ya ordenado y encuadernado que les sirve de referencia. Hace entrega, también, de dos textos, uno sobre lo que los niños sabían antes de empezar y otro con lo que querían saber. Les servirán de guía para montar el dosier y de ayuda para que las familias tengan información sobre la evolución del aprendizaje de su hijo.

El dosier con los trabajos de los alumnos se irá ordenando con la maestra, que aprovecha para ir evaluando los objetivos. Les recuerda las actividades realizadas y les ayuda a relacionar unos aprendizajes con otros. El dosier se encuaderna y se convierte en un libro que pueden manejar. Cada alumno se lleva su dosier a casa para comentarlo con sus padres.

La profesora recoge trabajos de los dosieres de sus alumnos y elabora uno que queda en el aula para consulta. “Aprendimos un montón de lo que nos contaban ellos, me he dado cuenta de lo importante que es hacer proyectos ambientales en el centro”, comenta Olga Casillas, madre de un alumno de cinco años.

“Para mí supuso un cambio y creo que para los niños también. Ahora te dicen que cierres el grifo, que se gasta agua, y eso antes no lo decían”, comenta Aránzazu del Río, maestra del grupo de tres años, tras aclarar que también han aprendido a reciclar.

Esta iniciativa no fue solo la expresión del esfuerzo y de la profesionalidad de una escuela comprometida con su realidad. Resulta, también, del acompañamiento de otros muchos otros agentes. Además de la colaboración de toda la comunidad educativa, que dijo sí a este ambicioso proyecto, contó con el apoyo, asesoramiento y aportaciones de una red de agentes socioeducativos que inspiraron y facilitaron su desarrollo. Según cuenta Justo Gómez, Concejal de Educación y Medio Ambiente y precursor del proyecto Las lagunas de La Moraña, un escenario local de Aprendizaje Ambiental, en mayo de 2022, desde el Ayuntamiento de El Oso, se inicia la andadura de transformar el Centro de Interpretación en un agente de promoción de la educación ambiental. Sabían que necesitaban contar con los centros escolares de la comarca.

Después de un trabajo de escucha y sensibilización, la idea echa a andar. Se crea una primera red de centros, comprometidos con el cuidado del medio ambiente: la Escuela Infantil La Encarnación, el Centro Rural Agrupado Los Fresnos, que atiende a cuatro localidades próximas a la ciudad de Ávila, y el Instituto de Educación Secundaria Alonso Madrigal de Ávila, con la singularidad, añadida, de procurar la mayor y mejor implicación de las familias.

Desde los primeros momentos, la red comenzó a mostrar su potencial. Prueba de ello es la experiencia que se acaba de relatar. Un proyecto comunitario asesorado por el Departamento de Didácticas Especiales de la Universidad Autónoma de Madrid, avalado por la Dirección Provincial de Educación de Ávila, apoyado por la Consejería de Medioambiente de Castilla y León y financiado por el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030.

Recreación del ecosistema cerealista.ESCUELA INFANTIL LA ENCARNACIÓN (ÁVILA)

El educador ambiental y, por entonces, miembro del equipo de apoyo, Juan Carlos Soto, afirma: “Soy miembro de la Red de Educadores Ambientales de Castilla y León y de la Red de Equipamientos para Educación Ambiental a nivel estatal y puedo asegurarte que para mí ha sido una grandísima oportunidad a nivel profesional. Poder participar en un proyecto en el que trabajan previamente, durante todo un trimestre, en las aulas, para preparar y desarrollar la actividad de educación ambiental, pasando de lo abstracto a lo concreto y llevando a cabo el trabajo otra vez en las aulas, durante otro trimestre, con profesores, alumnos y familias. Esto es muy poco habitual”

En palabras de Sonia Nieto: “Generar complicidad, motivación e interés debe ser sin duda el motor de arranque del proceso de enseñanza. Los auténticos aprendizajes dejan huella. Solo se aprende lo que emociona y sin duda este viaje De la charca a la laguna nos ha emocionado a todos los que formamos la comunidad educativa de La Encarnación.”

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