La gran orquesta de más de 1.000 instrumentos de un colegio de Sevilla
El centro San Francisco de Paula posee una gran dotación musical y un programa educativo innovador para que los alumnos exploren sus facetas artísticas
“A mí cuando la música me sale bien, la siento con el alma”, dice Sergio, de 11 años, estudiante del Plan Integrado de Música (PIM) del colegio privado San Francisco de Paula, en Sevilla. Esta escuela, situada en el centro de la ciudad, cuenta con una potente dotación musical, con más de 1.000 instrumentos disponibles para sus 945 alumnos. ...
“A mí cuando la música me sale bien, la siento con el alma”, dice Sergio, de 11 años, estudiante del Plan Integrado de Música (PIM) del colegio privado San Francisco de Paula, en Sevilla. Esta escuela, situada en el centro de la ciudad, cuenta con una potente dotación musical, con más de 1.000 instrumentos disponibles para sus 945 alumnos. El colegio y la música van de la mano: prácticamente desde que nacen, los niños empiezan a escuchar música en pequeñas funciones y a los tres años, ya comienzan a practicar con instrumentos de cuerda.
El director del colegio, Luis Rey, explica que en 2017 se salieron del sistema educativo español para poder hacer lo que creían conveniente en términos pedagógicos. “Aprovechando la libertad que ese paso nos daba, empezamos el plan para que alumnos muy jóvenes de cuatro a seis años empezaran a tocar un instrumento. Compramos muchos porque sabíamos que cada alumno debía tener el suyo propio. Claro, hay instrumentos más caros, otros más voluminosos… Por eso los adquirimos todos nosotros, para que haya igualdad entre ellos. Además se los pueden llevar a casa para seguir practicando y así también van adquiriendo responsabilidades”, detalla Rey.
El centro trabaja con la estrecha colaboración del compositor británico Michael Thomas, que dirige la Joven Orquesta Sinfónica de Sevilla (JOSS), con la que el colegio también colabora a través de su fundación. La JOSS posee una plantilla de 100 alumnos de distintos centros, cuya sinfonietta, fundada en 2008, está abierta a estudiantes de música de hasta 24 años de edad a la que se accede mediante audición.
“Las indicaciones de Michael fueron las que nos guiaron para crear este programa”, remarca Rey. En la JOSS participan Sergio y Eduardo, alumnos de sexto y quinto de Primaria del centro. El 15 de diciembre tocarán el violín y la trompeta en un concierto benéfico en el teatro municipal de Los Palacios y Villafranca (Sevilla), con una capacidad para 400 personas y que ya ha completado el aforo.
Eduardo antes vivía en Mallorca donde tocaba la batería, pero al llegar a este colegio se pasó a la trompeta, que “es más complicada”, pero le gusta. Se siente atraído por la música porque es un arte, como pintar. “Yo me siento un artista cuando toco bien”, cuenta Eduardo. Le gustaría ser músico, pero hablando con sus padres sabe que sería algo complicado.
Por tanto, Eduardo cree que en el futuro lo relegará a algo más de fines de semana, “en bodas por ejemplo”, e intentará ser médico. “Osteópata, como mi padre. O cirujano”, especifica. Por su parte, Sergio lleva en el San Francisco de Paula desde Infantil, aunque la música ya le gustaba antes de llegar. “Aunque me gustaba más cantar, no a nivel instrumental”, explica. Además del violín, también toca el piano “como hobby” y un poco el ukelele. Sobre los profesores, comenta: “Son duros, pero eso ayuda”.
Mientras tanto, en la escuela los dos niños ensayan dirigidos por Rodrigo Pacheco, responsable del departamento de Música. “Yo vengo de otro mundo, que es el de las escuelas municipales y de música, y se nota la diferencia. El hecho de tener un programa con tanto potencial y tantos recursos de todo tipo invertidos en esto da esa posibilidad de que los alumnos conozcan su lado artístico”, sostiene Pacheco.
“Los alumnos desarrollan mucha disciplina por su cuenta y van gestionándose solos al final”, detalla Pacheco. El profesor destaca que una cosa que aprecian, aunque no es evaluable, es cómo pierden los estudiantes el miedo escénico. “Desde pequeños tocan en público, con compañeros, con amigos… Se acostumbran a generar relaciones sociales con diferentes grupos, con los que de otra forma igual no tendrían contacto, gracias a los instrumentos”, argumenta el músico especializado en flauta travesera. Pacheco añade que todos los profesores del departamento están titulados en alguna especialidad musical.
El San Francisco de Paula es un centro privado que se define como laico e ideológicamente independiente, cuyas matrículas oscilan entre los 500 y los 1.100 euros mensuales. “Es verdad que las tarifas son las más altas de Sevilla, pero estamos aproximadamente en la mitad de la media de los colegios privados de Madrid y en un tercio o un cuarto de los de París y Londres. Todos los alumnos tienen clases de música y eso no tiene variación en el precio. Hacemos muchas cosas que en esos centros no se hacen”, destaca el director.
Candelaria Rodríguez, sevillana de 41 años, tiene una hija en el centro y destaca el fomento de “un espíritu colectivo de la música” a través de muchas actividades y de conciertos. “Disfrutan muchísimo a la vez que aprenden”, comenta Rodríguez. “Es fundamental que este servicio esté integrado dentro del horario escolar. Para un instrumentista es fundamental optimizar el tiempo así, porque un músico necesita, además de muchas horas de ensayo, mucho tiempo de reflexión. Es una actividad artística, requiere meditación sobre la obra, sobre la interpretación que vas a hacer… Requiere maduración”, razona Rodríguez, que es titulada en la especialidad de piano.
Los alumnos se inician en la música desde el principio. “Primero tienen algún concierto que escuchan y así van captando timbres, asumiendo el ritmo, bailan... Cuando terminan la formación con los instrumentos de cuerda, a los siete años los distribuimos en función de sus habilidades y de las funciones de una orquesta para que puedan formar conjuntos instrumentales”, afirma el director.