Carlos Andradas, rector de la UIMP: “En la universidad existe bastante endogamia, los sueldos son bajos y a cambio se busca divismo intelectual”

El matemático, que ha revitalizado una institución en decadencia, se muestra preocupado por la proliferación de universidades privadas

Carlos Andradas, rector de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, el 17 de julio en Santander.Juanma Serrano

El álgebra es la materia a la que Carlos Andradas (Reus, 66 años) ha dedicado gran parte de su vida. Pero también a la gestión en el ámbito académico y a la defensa de la universidad pública. Ha sido rector de la Complutense y desde 2021 lo es de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP). Cuando le propusieron el cargo le advirtieron de que debía reanimar a un convaleciente. Si en la tra...

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El álgebra es la materia a la que Carlos Andradas (Reus, 66 años) ha dedicado gran parte de su vida. Pero también a la gestión en el ámbito académico y a la defensa de la universidad pública. Ha sido rector de la Complutense y desde 2021 lo es de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP). Cuando le propusieron el cargo le advirtieron de que debía reanimar a un convaleciente. Si en la transición y los años ochenta los cursos de verano de Santander vivieron su edad dorada, en el siglo XXI llegó la decadencia. Andradas ha devuelto el foco a la península de la Magdalena. No ha sido fácil.

Pregunta. ¿Qué es el álgebra?

Respuesta. Es de las disciplinas más antiguas que se conocen. El nombre viene de los árabes: el arte de manipular ecuaciones y resolverlas.

P. O sea, ya los matemáticos en la antigüedad definían su disciplina como un arte, no como un mero cálculo.

R. No, no, no es cálculo. De hecho, ya los mesopotámicos dan un salto cualitativo del hecho de calcular a resolver ecuaciones.

P. ¿Un salto cualitativo que define la evolución de la especie?

R. Sí, en matemáticas se han producido varios a lo largo de la historia. Rupturas que nos han obligado a replantearnos todo. Desde que los griegos demostraron que no existía un número racional capaz de expresar la diagonal y el lado del cuadrado. Aquello dio lugar a los números irracionales, después a los reales, a los complejos o el teorema de incompletitud de Gödel, donde dice que hay cosas que no se pueden demostrar aritméticamente. Hay muchísima abstracción en las matemáticas.

P. Está bien que desde su disciplina sepa que hay saltos cualitativos en todo. Cuando le propusieron ser rector de la UIMP, ¿le encomendaron que resucitara usted a un muerto?

R. Bueno, no me lo dijeron con esas palabras, pero más o menos me sugirieron que debía reanimar a un convaleciente.

P. ¿Qué pasó para que entrara en decadencia desde la época de Santiago Roldán, Ernest Lluch o José Luis García Delgado hasta que llegó usted?

R. Varios factores: la pandemia…

P. Viene de mucho antes.

R. Bueno, si vamos a antes es que la sociedad ha cambiado y lo que se podía hacer en épocas pretéritas se vuelve hoy más difícil.

P. Bien tirado… ¿Pero quizás también habría que contar que la imaginación de quienes han estado al frente en la última década no iba acorde con los tiempos?

R. Es posible, pero también hay que decir que el modelo de cursos de verano es tan bueno que desde aquí se exportó y copió en muchos lugares cuando no había mercado para tanto. Hoy se está reajustando y la UIMP vuelve a ser protagonista y decana de ese modelo.

P. Esta universidad se creó en la II República por inspiración de la Institución Libre de Enseñanza. El franquismo la utiliza y en la Transición vive su etapa gloriosa mezclando monstruos sagrados con nuevas tendencias. ¿Y ahora?

R. El franquismo la utiliza como blanqueo hacia el exterior y queda claro que en la Transición y los años ochenta se dispara. Lo de las tendencias es la pregunta que nos hacemos continuamente: quiénes son las figuras que dentro de una década o dos dominarán el panorama cultural y científico. Ahí reside la clave, compaginada con esos nombres que hacen de efecto tractor.

P. Volviendo a las matemáticas. Me dice un amigo que se dedica a ello que son ustedes quienes dominan hoy el mundo: los genios del algoritmo. ¿Me miente?

R. Bueno, tiene algo de razón. Pero corremos el riesgo de morir de éxito. Cuando yo terminé mis estudios, la salida más importante era la enseñanza. Ahora, las empresas aprecian nuestra formación, pasa como con la Filosofía, la conexión pitagórica funciona.

P. Sin embargo, igual que matemáticos y filósofos andan que no hay quien les tosa, se multiplica el número de gente que cree que la tierra es plana. ¿Por qué?

R. Sinceramente, no lo entiendo. Quizás tenga que ver con la necesidad de simplificación que a veces demostramos. Pero yo no lo entiendo. No solo el terraplanismo. Tampoco a los antivacunas o a los negadores del cambio climático, chocan continuamente contra mi esquema cognitivo.

P. ¿La universidad como institución es un sindiós de endogamias con algún que otro aprovechado por ahí?

R. Creo que existe bastante endogamia y que debemos cuidarnos de ello. Lo mejor aquí no son los sueldos, que son bajos, y a cambio de eso se busca reconocimiento y divismo intelectual.

P. Escribió usted Póngame un kilo de matemáticas… ¿Qué llevaría? ¿Carne, verdura, pescado?

R. Intentaría ahora mismo que predominaran alimentos de una dieta saludable: una parte de álgebra, algo de nuevas tecnologías y aplicaciones prácticas como algoritmos e inteligencia artificial que explican nuestro éxito.

P. ¿Para forrarse?

R. Bueno, yo, en ese aspecto, he fracasado.

P. ¿Cómo llevan en su ámbito universitario que en este siglo irrumpiera una cosa que se llama internet y se cargara las jerarquías de saberes?

R. Creo que no ha sido tanto así, no se las ha cargado del todo. Funcionan. Dentro de cada disciplina, la jerarquía y el respeto intelectual se conservan, quizás se ha roto cara al exterior.

P. Ahora que andamos en la regeneración democrática, ¿por qué no le chiva al Gobierno que una pata fundamental para combatirla es la educación, de la que no hablan nada en sus medidas?

R. La solución en primer lugar es la educación, pero no vende. Lo que prima es la inmediatez y su peso queda relegado. No hay mejor manera de combatir un bulo, por ejemplo, que mediante sentido crítico, y eso se construye con educación y formación. Es la gran descuidada, desde siempre.

P. ¿Por qué, si lo sabemos desde hace tiempo, no se remedia?

R. Es que, además, estamos dando pasos hacia atrás. Me preocupa mucho la proliferación de universidades privadas, por ejemplo. Aparte de que afecta a la inversión pública, resulta muy difícil evitar los sesgos. La responsabilidad de los poderes públicos es enorme en ese aspecto. La universidad pública a principios de la democracia jugó su papel como motor de igualdad, derechos, oportunidades, no sé si hubiera ocurrido lo mismo de estar predominantemente en manos privadas, como ahora.

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