El pedagogo Javier Valle: “El profesorado se siente abandonado ante el cambio educativo competencial”
La transformación de la forma de aprender en la escuela “es transversal a las ideologías y es una tendencia global”, afirma el especialista en educación comparada
El aprendizaje por competencias, que pone el acento, más que en transmitir a los alumnos montañas de contenidos para que los reproduzcan en exámenes, en tratar de que interioricen los conocimientos, sepan aplicarlos para resolver problemas, y adquieran las herramientas que les permitan seguir aprendiendo por sí mismos una vez concluyan su etapa escolar, parece en España una novedad creada por ...
El aprendizaje por competencias, que pone el acento, más que en transmitir a los alumnos montañas de contenidos para que los reproduzcan en exámenes, en tratar de que interioricen los conocimientos, sepan aplicarlos para resolver problemas, y adquieran las herramientas que les permitan seguir aprendiendo por sí mismos una vez concluyan su etapa escolar, parece en España una novedad creada por la nueva ley educativa, la Lomloe. Pero Javier Valle, especialista en educación comparada y supranacional, recuerda que la Unesco empezó a hablar de este enfoque educativo hace medio siglo, la OCDE se sumó a él en los años ochenta y la UE lo asumió definitivamente en 2006. Lo que sí es nuevo es que España se suba finalmente a la corriente educativa mayoritaria en el mundo desarrollado, explica Valle, profesor de la Facultad de Educación de la Universidad Autónoma de Madrid, nacido hace 57 años en la isla de La Palma, que tiene una amplia experiencia en formación tanto de futuros profesores como de docentes en ejercicio.
Pregunta. Afirma que es más difícil implantar el enfoque competencial en el sur de Europa que en el norte. ¿Por qué?
Respuesta. Una de las razones por las que cuesta que permeabilice el modelo competencial es que nuestra tradición educativa, por ser latina, napoleónica y mediterránea, es una tradición academicista, ilustrada y muy basada en la memoria. Nuestro sistema educativo, que fundamentalmente arranca con la Constitución del 1812 y se consolida con la ley Moyano de 1857, es hijo del sistema educativo napoleónico francés. Es un sistema muy ilustrado, muy enciclopedista, basado en transmitir una información academicista de manera memorística. Ese no es el hilo conductor de la tradición educativa sajona y nórdica, que parte más de los gremios profesionales y está mucho más orientada a trasmitir la práctica de la acción educativa.
P. ¿Cree que si cambia el Gobierno y hay una nueva ley educativa se eliminará el nuevo enfoque competencial?
R. Cada partido tiene una visión ideológica sobre muchas cuestiones educativas que van más allá del currículo. La financiación de la educación, la enseñanza religiosa, el concepto de igualdad de oportunidades... Todo esto es un debate político que puede ir y venir en función de los partidos, pero el elemento curricular debiera ser un gran consenso de Estado. El enfoque competencial es transversal a las ideologías y a los países, porque es una tendencia global supranacional. Hay países de izquierdas y de derechas, grandes y pequeños, repúblicas y monarquías… que asumen el enfoque competencial. Esto no va de ideologías, va de pedagogía. Y es una corriente internacional y no española. Por tanto, si cambia la ley educativa y cambia la arquitectura competencial, sería una tragedia. Necesitaríamos con urgencia alguna institución no política para el desarrollo curricular. La Lomloe lo apunta. Y muchos hemos reclamado en numerosas publicaciones la existencia de un instituto de Desarrollo Curricular. Tenemos el precedente del Instituto Nacional de las Cualificaciones, para elaborar y mantener actualizado el Catálogo Nacional de Cualificaciones Profesionales donde no se producen peleas políticas y en el que están las comunidades autónomas, los sindicatos, los empresarios, los profesores, los partidos…
P. La mayoría de los países del entorno de España ya aplican, o están en proceso de hacerlo, el enfoque competencial. ¿Qué se puede aprender de su ejemplo?
R. Algo que Portugal ha trabajado muy bien y nosotros no estamos haciendo tan bien es la formación del profesorado. Para que un sistema se vuelva competencial, los primeros que tienen que aprender a hacerlo son los profesores. Y se sienten abandonados por las administraciones ante el cambio educativo a este enfoque, al paradigma competencial, porque no se le ha acompañado con formación y recursos. Con digitalización de las aulas, materiales didácticos competenciales… La LOGSE [la ley aprobada por el PSOE en 1990] tuvo las cajas rojas [como se conocieron los materiales didácticos elaborados entonces por la Administración] para ejemplificar el desarrollo en el nuevo currículo. ¿Dónde están las cajas rojas de la Lomloe? Tenemos pendiente cambiar también la formación inicial de los docentes, porque las facultades de formación del profesorado tampoco están respondiendo al paradigma competencial. Y debemos reforzar mucho la formación permanente.
P. Que usted considera que ahora es insuficiente y está fragmentada.
R. Necesitamos una formación masiva que implique a los claustros. No vale reunir a mil personas y darles una conferencia. Hay que trabajar con equipos docentes. El paradigma competencial exige un profesorado que trabaja cooperativamente y de manera colegiada, y va sinérgicamente hacia proyectos interdisciplinares. Eso no se construye yendo un día un profesor a un curso de aprendizaje cooperativo, otro a un curso de DUA, un tercer profesor a un curso de inteligencias múltiples, y otro a uno de digitalización. Se hace yendo los cuatro profesores a un curso competencial donde asuman la esencia de las ocho competencias y las pongan en práctica en un proyecto interdisciplinar. Yendo a los centros, enseñando a todo el claustro, desde los problemas de ese claustro, a programar por competencias y evaluar por rúbricas. Para eso hacen falta recursos, y que el profesorado pueda hacerlo en su horario laboral.
P. Las dos leyes educativas anteriores, de 2006 y 2013, elaboradas respectivamente por los socialistas y el PP, ya mencionaban las competencias. ¿Por qué afirma que el avance es ahora mayor en este terreno?
R. En primer lugar, porque ahora el currículo, al introducir un perfil de salida [los grandes objetivos que se pretende que el alumnado haya alcanzado al acabar la educación básica] asociado exactamente a las competencias clave fijadas por la Unión Europea en 2018, materializa y concreta la cuestión de manera real. Y en segundo lugar porque, aunque las materias permanecen, el currículo las conecta con las competencias clave del perfil de salida a través de las llamadas competencias específicas. Eso no sucedía antes, y el profesorado se las veía y se las deseaba para entender cómo evaluar desde su materia las competencias clave, porque no había puentes. Ahora se ha hecho un puente entre la materia y las competencias clave, que son las competencias específicas de materia. Es un paso adelante, aunque lo ideal sería la desaparición de la materia tradicional.
P. Usted plantea organizar la enseñanza no por asignaturas, como Matemáticas, Lengua, Historia…, sino por ámbitos. Y que cada uno de dichos ámbitos refleje aproximadamente una de las ocho competencias clave (que son: la comunicativa lingüística; la plurilingüe; la matemática y en ciencia, tecnología e ingeniería; la digital; la personal, social y de aprender a aprender; la ciudadana; la emprendedora, y la de conciencia y expresión culturales).
R. Ese sería el enfoque competencial más valiente, concreto e innovador. Y por una vez en la historia, nos pondríamos a la cabeza de Europa y no iríamos a rebufo. En el mundo, la separación disciplinar es cada vez más líquida, menos estanca. Los profesionales trabajan en grandes clusters de conocimiento. Necesitamos matemáticos, físicos, químicos y biólogos, pero la competencia científica es otra cosa. Para asumir un modo racional de comprender el mundo, que es lo que significa la competencia científica, hay que hacerlo con proyectos multidisciplinares. No podemos separar la física de las matemáticas, la química de la biología. Es muy artificial, muy disciplinario, muy academicista, memorístico, ilustrado, napoleónico… La investigación hoy se hace en equipos multidisciplinares, el arte hoy es fusión de muchas cosas… En el área personal, social y de aprender a aprender, por ejemplo, cabe todo el humanismo, la historia, la filosofía, las sociales. En el área STEAM cabe toda la ciencia. La competencia digital tiene que ser algo transversal… no podemos consentir que los chavales lleguen a los 11 años sin saber usar una calculadora, porque con 14 tendrían que estar aprendiendo a programar, como en otros países.
P. Eso generaría previsiblemente la oposición de una parte del profesorado.
R. El corporativismo disciplinar de nuestra tradición histórica no es fácil de cambiar, pero hay que hacerlo, porque no ayuda a las jóvenes generaciones.
Puedes seguir EL PAÍS EDUCACIÓN en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.