Objetivo de la universidad para el nuevo curso: retomar la plena presencialidad
Los campus afrontan el comienzo de las clases con confianza por la alta tasa de vacunación y la experiencia adquirida. El de Salamanca se propone repetir el éxito de mantener abiertas sus instalaciones sin apenas contagios del aula
La vida se sigue abriendo paso entre la pandemia. Mejor o peor. En la Universidad de Salamanca, por ejemplo, donde ayer volvieron oficialmente más de 26.000 alumnos, aseguran que va todo bastante bien, después de un curso pasado en el que fueron afinando las maneras de seguir dando clase (no cerraron en ningún momento) manteniendo a la vez el virus a raya. “Bien, bien”, responden Sergio Sánchez, de 18 años, y Andrea Gallardo (19), ...
La vida se sigue abriendo paso entre la pandemia. Mejor o peor. En la Universidad de Salamanca, por ejemplo, donde ayer volvieron oficialmente más de 26.000 alumnos, aseguran que va todo bastante bien, después de un curso pasado en el que fueron afinando las maneras de seguir dando clase (no cerraron en ningún momento) manteniendo a la vez el virus a raya. “Bien, bien”, responden Sergio Sánchez, de 18 años, y Andrea Gallardo (19), en una aula espejo de la facultad salmantina de Geografía e Historia; las clases muy concurridas se dividen en dos y, mientras una mitad asiste presencialmente en el mismo espacio que el profesor, la otra mitad sigue la lección en directo de forma telemática desde esa clase espejo. “Bien, muy bien”, insisten Andrea y Sergio mostrado la pantalla del ordenador durante su primera experiencia telemática en la universidad (ayer empezaban primero de Historia del Arte), aunque unos minutos después, en un aulario al otro lado del campus, su profesor tendrá que lidiar con unos problemas técnicos a cuenta de unos cables y una versión del PowerPoint.
Nadie dijo que fuera a ser fácil. Y, sin duda, las dificultades de todo tipo seguirán apareciendo durante el curso que empieza estos días para algo más de 1,6 millones de estudiantes universitarios de toda España. Sin embargo, la comunidad educativa encara la vuelta a las aulas con bastante confianza por la extensión de la vacunación entre docentes y alumnos y por experiencia del año pasado. “Podemos decir que las aulas universitarias han sido un espacio razonablemente seguro”, señala el secretario general de Universidades, José Manuel Pingarrón, en referencia a que, aunque no hay todavía cifras cerradas, los contagios dentro de las clases son “muy muy, muy, muy escasos”, asegura. El objetivo declarado por la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE) y la Coordinadora de Representantes de Estudiantes de Universidades Públicas (Creup) es retomar una presencialidad del 100% lo antes posible. Pingarrón advierte que ese objetivo general (retomar además prácticas y laboratorios, etcétera) tendrá que adaptarse también a las características de “cada titulación y de las infraestructuras que tenga la universidad, el tipo de clase, el número de alumnos...”.
De hecho, en la Facultad de Traducción y Documentación de la Universidad de Salamanca ya lo consiguieron el curso pasado porque se lo permitió el tamaño de sus titulaciones y la habilitación de un buen número de espacios extra, desde la sala de lectura de la biblioteca hasta el teatro de la universidad. Y este curso confían en volver a hacerlo, pero mejor, gracias a la experiencia adquirida. “Ahora ya sabemos que se puede hacer”, recalca la decana de la facultad, Rosa López. Aunque tampoco fue fácil entonces. Las delegadas de alumnos de la facultad Julia Martín (salmantina de 19) e Isabelle Ferreira (brasileña de 29) recuerdan el frío que pasaron muchos días en clase y el ruido, pero aseguran que valió la pena, también para su propio bienestar psicológico: “Poder salir y venir a clase, cuando todo estaba cerrado y no se podía hacer casi nada era un alivio”, explica Martín.
Una de las cosas de las que están más orgullosos, alumnos y profesores (incluido el rector, Ricardo Rivero) es de haber hecho los exámenes presenciales, a pesar de las presiones de quienes auguraban una gran catástrofe, sin que aumentasen los contagios: dos semanas después de la evaluación, hubo un positivo en toda la universidad, asegura el rector. Dentro de las aulas de la Facultad de Traducción, no se registró ninguno en todo el curso, explicaban ayer su decana y las alumnas Martín y Ferreira mientras enseñaban cómo están señalizados y numerados en cada clase los puestos que se pueden usar. Al final de cada sesión, los alumnos deben rellenar una ficha con su nombre y el lugar que han ocupado, de modo que, si hay un contagio, los rastreadores saben perfectamente quiénes fueron sus contactos más cercanos. “Nuestro sistema de vigilancia ha funcionado muy bien. Los epidemiólogos de la universidad han hecho un trabajo excelente de trazabilidad, de identificación de los positivos”, explica el rector.
Este control seguirá este año en la universidad, igual que la inmensa mayoría de medidas que ya estaban en marcha: mascarillas, ventilación, geles hidrolacohólicos, limpieza de espacios… En esta facultad (también en la Geografía e Historia) mantienen además la distancia mínima entre alumnos dentro de las clases de 1,5 metros, a pesar de que este año las autoridades han permitido rebajarlo a 1,2 metros si la situación pandémica lo permite, para facilitar más la vuelta a la presencialidad total en toda España.
Situaciones nuevas
Aunque esta no arregla todo de golpe. José Manuel Bustos, profesor de Lengua Española en Facultad de Traducción de Salamanca, explica cómo los docentes han tenido que adaptarse a nuevas situaciones, como al hecho de no poder interpretar el ánimo y las reacciones de la clase por culpa de las mascarillas. Pero asegura que los esfuerzos han traído consigo espacio de mejora en la docencia. “Se han roto rutinas”, asegura. Él, por ejemplo, ya no da apuntes, los adelanta por escrito y dedica las clases a comentarlos, explicar dudas, hacer prácticas…
Los rectores y alumnos creen que, en general, no ha habido gran afectación en los aprendizajes y las destrezas adquiridas por los alumnos en este tiempo de pandemia. Desde el ministerio, José Manuel Pingarrón añade que están haciendo un estudio para poder valorarlo de forma más sería, pero adelanta: “en ningún caso creemos que sea una pérdida de competencia significativa. O quizás sea más bien sectorial en algún tipo de enseñanza que en el conjunto de las mismas”.
En un curso en el que, además, las universidades estarán enfrascadas en el debate sobre la reforma legal que impulsa su ministerio (la Ley Orgánica del Sistema Universitario), recuerda que, aunque este año no habrá fondos covid, su departamento repartirá 76 millones de euros (directamente a las universidades, sin pasar por las comunidades) para ayudar a continuar con la digitalización del sistema. La Creup, en este sentido, reclama más formación y recursos, ya que muchas veces la parte online del sistema híbrido se ha limitado “a hacer de forma telemática lo mismo que se hacía de manera presencial”. Precisamente, de esa falta de adaptación de las clases virtuales, se quejaban ayer, a la puerta de la Facultad de Químicas de Salamanca Sergio Cueto (20 años) y Elisa Cuesta (21), dos de sus alumnos de tercero.
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