Aterrizaje suave o recesión
Ucrania puede pasar de cisne negro a cisne blanco para los mercados si se alcanzara un acuerdo de paz
Los últimos informes sobre perspectivas de la economía mundial señalan que 2023 puede ser un año de fuerte desaceleración. El crecimiento mundial previsto por el FMI en 2023 es de un 2,7%, frente a un 3,2% en 2022 y un 6% en 2021; en las economías avanzadas se espera un crecimiento del 1,1% y un 3,7% en los mercados emergentes. En la eurozona, tanto Alemania como Italia proyectan un crecimiento negativo del -0,3% y del -0,2%, mientras que las...
Los últimos informes sobre perspectivas de la economía mundial señalan que 2023 puede ser un año de fuerte desaceleración. El crecimiento mundial previsto por el FMI en 2023 es de un 2,7%, frente a un 3,2% en 2022 y un 6% en 2021; en las economías avanzadas se espera un crecimiento del 1,1% y un 3,7% en los mercados emergentes. En la eurozona, tanto Alemania como Italia proyectan un crecimiento negativo del -0,3% y del -0,2%, mientras que las expectativas de crecimiento para España son del 1,2% en 2023, frente al 4,3% en 2022 y al 5,1% en 2021. La guerra de Ucrania ha escalado la subida de precios de los alimentos y de la energía y, por tanto, la subida de la inflación; el crecimiento en China sigue siendo débil, y la experiencia reciente de las rupturas de las cadenas de suministro parece conducir a un retroceso en el proceso de globalización que podría contraer el comercio internacional.
Los bancos centrales que iban por detrás de la curva de tipos de interés del mercado se han visto forzados a una subida muy rápida, en EE UU 400 puntos básicos en nueve meses y en la eurozona 200 puntos básicos desde julio, que sumado a la reducción de balance supone un endurecimiento de las condiciones financieras para controlar la inflación. En EE UU se espera una ralentización de las subidas de 75 a 50 puntos básicos en diciembre, pero la tasa terminal en marzo puede ser más alta y llegar al 5%-5,25%. La subida de tipos de interés y el recorte de liquidez, con la reducción de balance de los bancos centrales, significa drenar dinero del sistema, endureciendo las condiciones financieras y un crédito más escaso para las inversiones productivas, que supone la reducción del crecimiento potencial de la economía y más riesgo de evento de crédito. Esta situación todavía no se ha reflejado en el mercado de deuda, que mantiene un spread entre deuda high yield e investment grade relativamente bajo.
En los mercados, 2022 ha sido un año extremo, con caídas de las Bolsas en todos los países hasta primeros de octubre y caídas también de los precios de los bonos, lo que supone la mayor pérdida patrimonial de la historia. Como ejemplo, la cartera all weather de Ray Dalio, expresidente de Bridgewater, uno de los mayores hedge fund del mundo, con un retorno medio anualizado compuesto del 7% en los últimos 30 años, ha reflejado una pérdida del 18%. Sin embargo, en la renta variable se observa una reacción positiva desde la primera semana de octubre, aunque los índices industriales han experimentado mayor crecimiento que los tecnológicos. En los últimos dos meses, el Dow Jones Industrial refleja una subida del 20%, a solo un 1% de distancia respecto a su máximo histórico de 31 de diciembre de 2021; el S&P 500 ha subido un 12,3%, con una pérdida respecto a diciembre del 15,53%, y el Nasdaq rebota un 7,2%, con una pérdida respecto a diciembre del 28%. La pandemia significó una ventaja para las principales empresas tecnológicas, tanto por la modificación de los hábitos de consumo como por las medidas de política monetaria. El cambio de situación ha llevado a importantes correcciones en compañías tan significativas como Meta, con una caída del 68%; Tesla, de un 55%, y Amazon, de un 46%.
En los índices bursátiles europeos vemos una clara recuperación desde primeros de octubre. El Euro Stoxx 50 refleja una subida del 19,4%; el DAX alemán se ha revalorizado un 22,3%; el CAC 40 francés, un 18,2%, y el Ibex 35, un 15,9%. La explicación a esta subida puede ser la reacción del mercado al dato de inflación de septiembre, que fue mejor de lo esperado, por lo que la mejora del dato de noviembre puede tener un efecto positivo. La alegría de los inversores puede terminar si la situación macroeconómica no evoluciona favorablemente. Las medidas de política monetaria están muy vinculadas a la evolución de la tasa de inflación y, si no hay aterrizaje suave, la situación puede complicarse. Las medidas monetarias y fiscales pueden ser menos efectivas que en otras crisis por la aparición de factores exógenos que se encuentran fuera de control. Reforzar el mercado de capitales y la unión bancaria en la UE sigue siendo esencial para la estabilidad financiera.
Ucrania es una fuente de preocupación, un cisne negro, pero que se puede transformar en un cisne blanco (hiperalcista) para los mercados si se alcanzara un acuerdo de paz, que no parece un escenario probable a corto plazo.