Grupo Costa: señores de la carne en España

La empresa familiar que comenzó hace medio siglo en un almacén de cereales mata 3,6 millones de cerdos y 60 millones de pollos

Planta de envasado del grupo cárnico Costa.Ivan Raga

Corrían los últimos años de la década de los sesenta cuando José María Costa y su hermano Eduardo decidían en Fraga, Huesca, la constitución de la sociedad Piensos Costa para dedicarse a la compra y venta de cereales. Desde su posición de proveedores de piensos, el Grupo Costa se fue involucrando en el sector del porcino con la puesta en marcha de sus primeras granjas. Medio siglo más tarde, lo que se inició como una experiencia a la sombra de un almacén de cereales es hoy el tercer grupo gan...

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Corrían los últimos años de la década de los sesenta cuando José María Costa y su hermano Eduardo decidían en Fraga, Huesca, la constitución de la sociedad Piensos Costa para dedicarse a la compra y venta de cereales. Desde su posición de proveedores de piensos, el Grupo Costa se fue involucrando en el sector del porcino con la puesta en marcha de sus primeras granjas. Medio siglo más tarde, lo que se inició como una experiencia a la sombra de un almacén de cereales es hoy el tercer grupo ganadero de la Unión Europea y el segundo español en porcino blanco con 150.000 cerdas, el sacrificio de 3,6 millones de cerdos y casi 60 millones de pollos. Ha pasado a ocupar el cuarto puesto en el sector de la industria cárnica con un total de 4.700 empleos una facturación superior a los 1.500 millones de euros, con presencia en un centenar de países.

“Hay que remontarse a los años sesenta y a la cultura que había entonces cuando la crianza del cerdo lo hacía cada uno en su casa, lo que se denominaba “crianza traspatio”, señala Jorge Costa, hijo de José María, director general del grupo donde trabajan también sus otros seis hermanos. En ese contexto, apunta, se comenzaron a crear las primeras granjas que a los ganaderos les suponían una total dependencia de los animales durante los 365 días del año. “Desde Piensos Costa pensamos que debíamos cambiar el modelo a granja de mayor tamaño para profesionalizar el sector y mejorar la calidad de vida tanto de los animales como de los ganaderos con una gestión donde tuviesen cabida los descansos semanales, la posibilidad de una baja laboral o de vacaciones. Se puede decir que fuimos pioneros en el desarrollo del sistema de integración vertical en el objetivo de profesionalizar la actividad y de dar mayor visibilidad a la producción”.

En los años setenta, el sector del porcino inició un proceso profundo de transformación pasando de más de 200.000 pequeñas granjas, con dominio de mini explotaciones familiares, a las poco más de 80.000 que existen en la actualidad, pero que han situado al sector del porcino como el segundo productor de la Unión Europea con más de cinco millones de toneladas y como uno de los mayores exportadores con más de 2,5 millones de toneladas.

En el caso del Grupo Costa, este sistema conocido como de integración vertical donde el ganadero pone la instalación y el trabajo a cambio de una remuneración y la integradora los animales, los piensos y demás servicios, lo puso en marcha la empresa especialmente desde 1977. El mismo tuvo una primera fase de desarrollo hasta 1982 y el modelo que se ha mantenido hasta la actualidad. Hoy, el Grupo cuenta ya con un total de 850 granjas, aproximadamente en un 50% como granjas propias y la otra mitad integradas fundamentalmente en las Comunidades Autónomas de Aragón, Cataluña, Castilla y León y Navarra para las que elabora más de cuatro millones de kilos de pienso a diario en sus cuatro fábricas.

Consolidado el sistema de producción de la materia prima propia en porcino, el Grupo Costa inició en la última década el proceso de pasar de ser solamente granjeros, a poner la primera piedra para levantar un grupo agroindustrial en una estrategia que pasó de una política de integración vertical, a un proceso circular que va desde la cría del cerdo a su transformación e industrialización con empresas propias. “Un gran reto para nosotros ha sido, señala Jorge Costa, transformar nuestra gestión de grupo ganadero en una apuesta más global como grupo agroalimentario industrial, incorporarnos a la gran distribución, apostar más por la innovación, ya no solo en las granjas, sino también en el desarrollo de nuevos productos. Ello nos permite supervisar la trazabilidad de nuestra oferta de principio a fin, beneficiando en conjunto a la sostenibilidad y al medio ambiente, así como en pro de una alimentación saludable, todo ello basado en el trabajo de nuestros equipos”.

El paso de la granja a la mesa del Grupo Costa para disponer de media docena de industrias cárnicas despegó en 2016 con la compra de la firma catalana Costa Meat Food, dedicada al despiece y venta de carne fresca y que operaba con unos 170 millones de kilos en medio centenar de países. Un año más tarde, el grupo aragonés se hacía con la empresa Casademont, especialista en fuet y embutidos curados. En 2018 adquirió Cárnicas Villar, especialista en el cerdo ibérico con secaderos en Badajoz, compra a la que siguió la firma La Nuncia en Toledo especializada en productos elaborados y frescos. En 2020 se hizo con el 50% de Aviserrano en el sector de la avicultura con pollos y pavos, con unas 400 granjas y una producción de casi 60 millones de unidades. Finalmente, en 2021 el Grupo Costa adquirió las firmas Roler, especializada en carnes frescas, así como hamburguesas y salchichas para cerrar por el momento las adquisiciones con la compra de la riojana La Alegría, especializada en la fabricación de embutidos tradicionales, y la de Juan Luna, empresa valenciana líder en fabricación de loncheados. Las inversiones realizadas en todas estas compras se mantienen en la empresa como el tesoro mejor guardado.

“No descartamos más compras porque siempre hay quien quiere vender y nosotros estamos dispuestos a comprar si encaja en nuestra estrategia de construir un grupo cada vez más fuerte y consolidado. Pero, por el momento, estamos pensando más en un proceso de consolidación tras las últimas operaciones”, señalaba Jorge Costa en diciembre pasado. Hoy acaba de adquirir otra firma, la valenciana de loncheados Juan Luna al fondo Nazca, que añade una facturación de 55 millones de euros.

Tras este proceso de compras, el grupo ha pasado de facturar menos de unos 700 millones a superar los 1.500 millones de euros. De ese volumen, aproximadamente un 40% proceden de la actividad en las granjas y el resto de los procesos de transformación e industrialización de productos elaborados donde cada año van ganando peso los de la cuarta gama (elaborados).

En una radiografía simplificada del grupo, en el segmento ganadero opera con 850 granjas de cerdos y 400 de aves, maneja 150 millones de kilos de carne de cerdo y 125 millones de kilos de aves, elabora 1.250.000 piezas de jamones y otras más de 60.000 toneladas de productos elaborados. Por si fuera poco, el grupo incorpora negocios inmobiliarios, de automóviles y la bodega Sommos en Somontano con 400 hectáreas de viñedos.

Bienestar animal

Vertidos de purines y bienestar animal han sido dos de los retos y, en muchos casos, asignaturas pendientes en el sector del porcino y de las denuncias de organizaciones animalistas y de movimientos medioambientalistas en la España semi abandonada.

En el caso de los vertidos de los purines, frente a la posibilidad de la instalación de plantas para su transformación en biogás, el grupo ha optado por su aplicación en el campo como por considerar que es lo más adecuado si se hace con los controles debidos. Sus responsables justifican esta estrategia al estar las granjas con una ordenación correcta en el territorio de acuerdo con la normativa en vigor.

En materia de bienestar animal, el grupo se convirtió en 2018 en la primera firma de porcino blanco con la certificación Welfair de AENOR, así como del sello de la interprofesional Interporc y la certificación libre de antibióticos. En esta dirección, en el último año ha participado en el proyecto Human Animal Interaction, HAI, una iniciativa apoyada en la inteligencia artificial impulsada por organizaciones de la investigación, el sector y las Administraciones para captar por vídeo el comportamiento de los animales en su relación con los humanos. El sistema permite conocer las reacciones de los animales ante el ritmo de trabajo de los cuidadores, el color de sus vestimentas, la luz o la música ambiental de la granja y ver si las mismas son de amistad, confianza, desconfianza, miedo o de protección para, a partir de ahí, adoptar decisiones de mejora. “Los animales merecen el mismo respeto que el consumidor” apostilla Jorge Costa.


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