La inflación repunta dos décimas en septiembre hasta el 2,9%
La comparativa con el mismo mes del año pasado, cuando la electricidad y los carburantes cayeron con fuerza, está detrás de la subida
La victoria contra la inflación tendrá que esperar. Las alzas de precios han regresado en septiembre como un incómodo recordatorio de que su estabilización, tras años de batalla sin tregua por parte del Banco Central Europeo, puede ser una tarea más complicada de lo previsto. El Instituto Nacional de Estadística (INE) ha informado de que la inflación se elevó hasta el 2,9% en términos interanuales, dos décimas por encima de la registrada en agosto. La subyacente, que excluye energía y alimentos, cae una décima, hasta el 2,3%, según el dato oficial adelantado este lunes.
Desde el Ministerio de Economía achacan el repunte al efecto base en los carburantes y, en menor medida, en la electricidad, que caen menos que en el ejercicio anterior. La comparativa con septiembre del año pasado, el mejor mes para la inflación —1,5%— de los últimos cuatro años y medio gracias al fuerte descenso que experimentaron entonces los combustibles, hacía muy difícil sacar un dato positivo. Así lo preveían los números de entidades que siguen habitualmente la evolución de los precios, como el Instituto Complutense de Análisis Económico (ICAE), que anticipaba un porcentaje incluso peor, del 3,3%. Y así se ha confirmado finalmente. España, a priori, se beneficiará de su impacto a partir de noviembre, y sobre todo diciembre, con una comparativa mucho más favorable.
El fenómeno estadístico conocido como efecto base se explica así: como el principal dato de inflación se mide de forma interanual, tiende a ser más alto si 12 meses antes la inflación estaba más baja, y a la inversa. Su utilización como argumento, sin embargo, se presta a interpretaciones interesadas: muchos responsables políticos tienden a culparle de las subidas de la inflación, pero lo olvidan cuando esta cae para atribuirse el mérito.
Para evitar las distorsiones de esos vaivenes estadísticos, el Banco Central Europeo basa sus movimientos de tipos de interés en tendencias de fondo, y no en lo ocurrido en meses puntuales. Si se amplía el foco, España ha tenido un peor desempeño que sus socios del euro en los últimos tiempos. Hace 11 meses que la inflación española no se sitúa por debajo de la media europea, ahora mismo en el 2,1% a falta de conocerse el dato de septiembre, cuando casi con toda probabilidad seguirá siendo menor. La última vez que la inflación española fue inferior se dio en octubre de 2024, con los precios en el 1,8%, pero desde entonces el indicador no ha bajado en España del 2%, la cifra objetivo del BCE.
El economista Javier Santacruz cita también otros factores. “Además del efecto base, es importante tener en cuenta que los precios de la electricidad tanto minoristas como mayoristas, van al alza; que el efecto estacional en septiembre —cuando aumenta el gasto en educación, ocio y transporte— ha sido más intenso este año, y que los precios de los alimentos frescos no terminan de moderarse”.
En términos mensuales, sin embargo, los precios cayeron cuatro décimas respecto a agosto, algo habitual al concluir la temporada alta turística.
El Eurobanco ha detenido las bajadas de tipos de interés, con sendas pausas en julio y septiembre, al sentirse cómodo con los umbrales de precios actuales en el conjunto de los Veinte, pero entre los miembros existen diferencias notables: Rumanía (8,5%) y Estonia 6,2%) están aún muy lejos de frenar la espiral de precios. Mientras que Francia, sumida en una importante crisis institucional, y Chipre, están por debajo del 1%, y coquetean con la deflación. En una zona intermedia entre esos dos extremos se coloca España, que lidia además con el hecho de ser la economía avanzada que más crecimiento económico está experimentando, a lomos de un mercado laboral que ha batido récords de ocupación, lo cual suele dificultar que la inflación se modere.
Raymond Torres, director de coyuntura de Funcas, cree que la inflación española continuará por encima de la media europea, y calcula que cerrará el año en el 2,5%, cuatro décimas por debajo del nivel actual. En su opinión, hay dos grandes retos a los que hacer frente: la persistente subida de precios en los servicios, que llevan meses por encima del 3% por el “fuerte tirón de los servicios turísticos y no turísticos”. Y los alimentos no elaborados, con tasas interanuales superiores al 5% todo el año salvo enero. “Esto también se ha producido en otros países europeos, lo que nos lleva a pensar en explicaciones globales como el cambio climático. la reorganización de las cadenas de suministro, el conflicto comercial, o la guerra en Ucrania, que ha limitado las exportaciones de productos básicos como cereales o fertilizantes”, señala. Eso ha contribuido a que España se aleje de la meta del 2% de inflación. “Estamos en cotas altas”, advierte.
Precisamente los alimentos han sido objeto de uno de los últimos análisis del Banco Central Europeo. Fráncfort estima que su precio ha crecido en España un 34% desde 2019, ligeramente por encima de la media europea, y alerta de que su impacto se ceba especialmente con los hogares de rentas más bajas, para los que la cesta de la compra supone un mayor porcentaje de su salario. Una de las conclusiones del estudio es que uno de cada tres hogares europeos se lo piensa antes de comprar los alimentos que desearía, porque no puede permitírselos.