Nochebuena 2024: Una cena más cara, y también más abundante
Los precios de los productos típicos crecen un 7% respecto al año pasado, según las organizaciones de consumidores, mientras los productores detectan un incremento de la demanda en una campaña en la que se juegan mucho
Las mesas navideñas ya están casi listas para un 2024 que se está caracterizando por un aumento de la demanda en los productos agroalimentarios más tradicionales y por unos precios que siguen creciendo en la mayoría de los casos. Este año la cena de Nochebuena y la comida de Navidad serán aproximadamente un 6,8% más caras que en las mismas fechas de 2023, según estimó este lunes la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) a partir...
Las mesas navideñas ya están casi listas para un 2024 que se está caracterizando por un aumento de la demanda en los productos agroalimentarios más tradicionales y por unos precios que siguen creciendo en la mayoría de los casos. Este año la cena de Nochebuena y la comida de Navidad serán aproximadamente un 6,8% más caras que en las mismas fechas de 2023, según estimó este lunes la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) a partir de una cesta de compra típica de estas fiestas. El incremento se explica sobre todo por el rápido avance que han tenido los precios en las últimas semanas: desde el 25 de noviembre, cuando la organización tomó la primera muestra de precios, estos se han incrementado un 12,3%.
Los percebes, con un incremento cercano al 80%, son el producto que más prohibitivo se ha puesto en las últimas semanas. Pero también las almejas (53%) o la merluza (33%) se han disparado en los mercados y supermercados. Tres de los 16 productos de la cesta de la organización de consumidores, en cambio, se han abaratado: la lombarda (-1%), la piña (-7%) y las ostras (-8%). Entre medias, productos como el cordero, los langostinos o el besugo han mostrado una evolución moderada, con crecimientos de importes por debajo del 3%. Y eso que el besugo se anota la subida más espectacular cuando se mira a la extraordinaria espiral inflacionista de los últimos años: respecto a 2015, la OCU calcula que la mesa navideña se ha encarecido un 55% y que ese pescado lo ha hecho un 180%.
En general, los productos de mar son los que más han subido en los últimos nueve años. Y eso a la vez que ha aumentado la presencia de productos importados en las mesas españolas para complementar la oferta nacional, según el sector. El crecimiento de la acuicultura no ha compensado de momento el menor número de capturas por la falta de caladeros propios y las dificultades para llegar a acuerdos que permitan acceder a los ajenos.
España ha sido y se mantiene como un gran consumidor de pescado, con más de 900.000 toneladas al año. El sector acuícola sí ha conseguido una presencia importante en pescados como la lubina y la dorada, o en los langostinos. Pero de cara a las mesas navideñas, la oferta de bogavante tiene una fuerte dependencia de países como el Reino Unido o Canadá; y lo mismo sucede con la langosta, de origen cubano o de Mauritania, frente a la discreta presencia de la procedente de Galicia. El percebe español se complementa con la entrada de percebe marroquí; y la merluza del Cantábrico no excluye la venta de ejemplares procedentes de aguas de Namibia, Sudáfrica, Mauritania o Chile.
En carnes, entre los productos más buscados destacan el cordero y, en menor medida, el cabrito. Según las tradiciones de cada territorio, prima la demanda de uno u otro. Y ambos se comercializan con diferentes tipos de animales por pesos o por clase de alimentación. En el caso de Castilla y León, dominan las compras los corderos lechales de hasta seis kilos. En otras zonas, llegan a las mesas animales de más peso como el cordero manchego y el ternasco en Aragón, que superan los 10 kilos. Pero en el ovino también gana peso cada año la entrada de animales o carnes desde otros países comunitarios o incluso desde terceros países como Nueva Zelanda. Lo predominante, por ajustarse mejor a los gustos del consumidor español, son las importaciones de animales de características similares a los nacionales, fundamentalmente desde Italia, Francia o Grecia. Los procedentes del país vecino muchas veces llegan en vivo y se sacrifican en mataderos españoles (normalmente en la mitad norte).
Esto motiva que el sector productor lance advertencias sobre la forma de comercialización de esos productos. En este sentido, es obligatorio que en la etiqueta se señale el país de origen, de crianza y de sacrificio del que proceden, por ejemplo, las chuletas. Y en el caso de animales enteros o medios, el vendedor está obligado a ofrecer al consumidor la información si le es requerida. Otro indicio son los precios: más elevados para el cordero nacional y más baratos para el de importación. Los productores lo justifican por las diferencias de crianza y porque el importado en ocasiones ha dado ingresos previos a través de la venta de leche.
Respecto al vacuno, la organización interprofesional que agrupa a todo el sector apunta que en estas Navidades se está vendiendo mucho y a buenos precios. España produce algo menos de 700.000 toneladas y una parte se exporta, sobre todo a países del norte de África. Pero la mayor demanda que detectan los productores también se satisface con algunas importaciones, en las que destacan otros países comunitarios como Polonia. De nuevo, es habitual que estos productos sean más económicos que los nacionales.
En la avicultura la tendencia es que la cría en libertad y la alimentación basada en cereales ganen terreno al pollo industrial criado en gallinero. Compañías de distinto tamaño y alcance comercial venden en estas fechas productos típicos, muchas veces rellenos o precocinados, como pavitas, pavos o capones. Las firmas consultadas aseguran que la demanda está siendo excepcional y han vendido prácticamente toda la producción. En el porcino, la Navidad tiene olores de cochinillo, cuyos productores facturan en estas fechas el 25% de las ventas de todo el año.
Tampoco faltarán todo tipo de bebidas en las cenas y comidas de estos días. Y una que estará en casi todas las mesas es el vino. Para los de más calidad, la campaña navideña representa uno de los nichos más importantes de ventas, especialmente en el caso de los espumosos y de los tintos reserva o gran reserva. Los blancos mantienen sus ventas más estables, pero en los últimos años destacan porque cada vez ganan más cuota de consumo. Según el Observatorio del Vino, en diciembre se venden entre 42 y 43 millones de litros, el 13,3% de las ventas de todo el año, contando solo con el consumo de los hogares. Esto casi el doble que un mes normal (entre 22 y 25 millones de litros).
Las ventas de vinos con denominación de origen suponen más de la mitad de todo lo que se vende en diciembre (entre 25 y 27 millones de litros) y logran en el último mes del año más del 16% de las ventas totales del ejercicio. En el caso de los espumosos, ese porcentaje roza el 30%. El consumo de cava y otros productos similares se ha ido desestacionalizando respecto al pasado, pero la Navidad sigue siendo fundamental. Y la sequía ha mermado la producción y elevado los precios. La cena de Nochebuena y la comida de Navidad de 2024 serán las más costosas de los últimos tiempos, pero las mesas estarán bien surtidas, de acuerdo con los datos y las previsiones de ventas que adelantan los productores y distribuidores de los productos más típicos.