La menguante fuerza laboral del campo, un síntoma del cambio productivo español
España registra menos de un millón de afiliados agrícolas por primera vez este siglo. A la vez, los servicios ganan cada vez más peso en la economía, especialmente los de mayor valor añadido
La economía española cambia poco a poco. Los servicios suponen una porción cada vez mayor de la tarta laboral, mientras que la de la agricultura y la de la industria encogen, aunque con ritmos muy diferentes. Las cifras de afiliación a la Seguridad Social de agosto, publicadas este martes, ponen el foco en el ...
La economía española cambia poco a poco. Los servicios suponen una porción cada vez mayor de la tarta laboral, mientras que la de la agricultura y la de la industria encogen, aunque con ritmos muy diferentes. Las cifras de afiliación a la Seguridad Social de agosto, publicadas este martes, ponen el foco en el bajón de trabajadores en el campo: por primera vez en lo que llevamos de siglo, España registra menos de un millón de afiliados en este sector en el octavo mes. Son 991.285, casi 100.000 menos que antes de la pandemia y 250.000 menos que hace dos décadas. Sin embargo, los servicios ocupan a 164.000 trabajadores más que en 2019 y a 3,4 millones más que en 2007. Dentro del cajón de sastre que es este sector, las actividades que más aceleran en el último lustro son educación, sanidad, información y las actividades técnicas, mientras que hostelería y comercio pierden peso en el total del empleo.
“El sector de agricultura, ganadería y pesca viene destruyendo empleo durante 37 meses consecutivos y registra 90.000 ocupados menos que en agosto de 2019 (-8,3%)”, advierte la patronal de la pequeña y mediana empresa en un comunicado. Según los cálculos de Cepyme, no había tan pocos trabajadores empleados en esta actividad en España desde 1995.
A principios de siglo, en 2001, agricultura, ganadería y pesca empleaban al 8,2% de la fuerza laboral española, a 1,29 millones de personas. Este porcentaje viene cayendo año a año desde entonces, casi ininterrumpidamente, hasta situarse en un 5,9% en 2008, en el comienzo de la Gran Recesión. Durante los peores años creció al entorno del 6,5%, para volver a caer cuando la economía se encauzó. En 2016 ya era el 6,1%, en 2019 el 5,6% y el año pasado el 4,9%. Este año ha retrocedido dos décimas más, hasta el 4,7%.
En los últimos años también cae el peso de la industria en la fuerza laboral española, que llegó a emplear a 2,43 millones de personas en 2007 y hoy da trabajo a un millón menos. Así, en 2001 los empleados industriales eran el 16,9% de los ocupados, el 14% en 2008, el 11,8% en 2019 y el 11,4% ahora. Con todo, al menos en los últimos años, la caída del peso de este sector es menor a la que experimenta el campo.
La evolución es diferente en la construcción, que dio trabajo a 2,43 millones de personas en 2007, el 12,6% de los trabajadores. El pinchazo de la burbuja inmobiliaria hizo caer el número de empleados en este sector a 986.773 en 2014, el 5,9% del total en ese momento. Entonces tocó suelo y empezó una ligera remontada, hasta situarse en el entorno del 6,5% en 2019. Desde entonces este sector emplea casi la misma porción de la fuerza laboral (décima arriba o abajo), con 1,4 millones de trabajadores. Es medio millón más que hace una década, pero un millón menos que antes de la crisis inmobiliaria.
A la vez, mientras estos sectores retroceden o se estancan, los servicios ganan cada vez más peso. En 2001 ocupaban al 64% de los trabajadores, 10,13 millones. Entonces, en pleno fulgor económico en España, este guarismo crecía poco a poco, hasta situarse en el 67,2% en 2007. Con la crisis, el avance tomó velocidad, de forma que progresó ocho puntos en solo siete años, hasta el 75,5% de 2014. En la última década, este porcentaje sigue creciendo, pero más despacio, hasta el 77,3% de agosto de 2024, con 16,38 millones de trabajadores, más que nunca.
Razones del cambio
Los analistas que estudian los cambios en el tejido productivo español coinciden al señalar las principales razones tras estos cambios. Una de las más comentadas es que el retroceso del empleo en el campo es coherente con la evolución habitual que se observa en otros países desarrollados, en los que este sector tiende a perder peso según evoluciona la economía. Las precarias condiciones laborales del campo, lo que lo convierte en una actividad poco atractiva para los trabajadores, y la competencia de países productores en los que las condiciones de trabajo son aún peores, dificultan la marcha del sector.
Estos mismos analistas suelen mostrarse más preocupados por el retroceso del empleo industrial, más productivo y de condiciones laborales mejores que el promedio. El hecho de que la producción resulte más barata en países extranjeros ha conducido a la deslocalización de fábricas en las últimas décadas, lo que ha repercutido en un retroceso que alertó especialmente a los gobiernos europeos durante la pandemia, ante la incapacidad para fabricar material sanitario de forma autónoma. Desde entonces se habla mucho de la “autonomía estratégica”, es decir, el objetivo europeo de producir bienes indispensables sin depender de países al otro lado del mundo. España, dada la previsible caída de los precios energéticos por el impulso de la energía verde y la posición preponderante del país a este respecto, aspira a ser una de las grandes beneficiadas de este fenómeno.
Aunque el número de trabajadores asociados a la industria viene creciendo en los últimos años (2,41 millones en agosto), avanza despacio. Son solo 150.000 más que antes de la pandemia y aún son muchos menos que antes de la crisis inmobiliaria, cuando las fábricas españolas empleaban a 2,7 millones de trabajadores.
La evolución de los servicios es más compleja. En este sector económico se incluyen actividades tan diferentes como la hostelería, las actividades científicas y técnicas o la información y las comunicaciones. La primera, tan al alza por el impulso del turismo, emplea a 1,96 millones de personas, 150.000 personas más que hace solo cinco años. Y a la vez, las suma de las otras dos ramas de servicios mencionadas, pasa de 1,6 millones de empleados en 2019 a 1,99 ahora, casi 400.000 más. Es decir, los servicios avanzan en los últimos años en buena medida por los que consisten en empleos cualificados. Los sectores que más peso ganan en el último lustro son educación, sanidad y servicios sociales, información y comunicaciones y las actividades científicas y técnicas, mientras que hostelería y comercio retroceden.
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