El FMI advierte sobre la economía pospandemia: un crecimiento “mediocre”, más desigual y menos global
El organismo enfría sus perspectivas para 2024 y vigila de cerca el estallido el conflicto en Israel
El mundo alcanzó uno de sus mayores hitos de las últimas décadas cuando la Organización Mundial de la Salud declaró, el pasado mes de mayo, el fin de la emergencia sanitaria internacional por la covid-19. Ese anuncio, la mejor de todas las bazas para superar el batacazo de 2020, acabó con los obstáculos impuestos que hundieron el comercio y el turismo. Sin embargo, la economía del mundo pospandemia ha acabado siendo más débil, más desigual y más fragmentad...
El mundo alcanzó uno de sus mayores hitos de las últimas décadas cuando la Organización Mundial de la Salud declaró, el pasado mes de mayo, el fin de la emergencia sanitaria internacional por la covid-19. Ese anuncio, la mejor de todas las bazas para superar el batacazo de 2020, acabó con los obstáculos impuestos que hundieron el comercio y el turismo. Sin embargo, la economía del mundo pospandemia ha acabado siendo más débil, más desigual y más fragmentada. Así la dibuja el Fondo Monetario Internacional (FMI), que sigue recortando el crecimiento económico global, que ahora prevé que sea del 2,9% en 2024 por las subidas de tipos, la crisis inmobiliaria china y las tensiones geopolíticas, en especial la guerra de Ucrania. El FMI se muestra especialmente pesimista al augurar un “medio plazo mediocre” para la actividad económica en un contexto de elevada deuda pública y de un aumento de la extrema pobreza.
A ese panorama se añade ahora la crisis de Israel, que se produjo después de que se cerrara el documento de previsiones. El economista jefe del FMI, Pierre-Olivier Gourinchas, ha afirmado que el organismo está “vigilando con mucho cuidado” el golpe que el conflicto pueda suponer para la economía de “la región y más allá”. “Es demasiado pronto para evaluar el impacto que pueda tener. Tendremos que esperar para ver el impacto que pueda tener, aunque, por supuesto, esperamos una desescalada del conflicto”, ha afirmado. Por ahora, el estallido de esas nuevas tensiones geopolíticas se han traducido en un aumento de los precios del petróleo del 4%. “Es algo que vemos a menudo en situaciones de inestabilidad geopolítica en la región. Vemos picos en los precios de la energía y del petróleo. Lo hemos visto en crisis y conflictos previos. Y, por supuesto, eso refleja los riesgos potenciales que pueda tener una disrupción en el transporte o la producción en la región”, ha agregado.
Con todos esos elementos sobre la mesa, la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, ya advirtió sobre el crecimiento “anémico” que viene en el discurso con el que levantó el telón a las reuniones anuales que, junto al Banco Mundial, este año celebra en Marraquech (Marruecos). En el informe de Perspectivas para la economía mundial, presentado este martes, el fondo avisa que “varias fuerzas están frenando la recuperación” económica, que en algunos países sigue incompleta. El fondo habla de tres tipos de factores: los cíclicos, como la inflación o las crisis inmobiliarias en China; los que se derivan de políticas que inducen al enfriamiento de la economía, como las subidas de tipos o los ajustes fiscales, y los geopolíticos, como la guerra de Ucrania o el repliegue del comercio mundial en bloques. Todo ello, por ahora, costará una décima más a la economía global respecto a las previsiones formuladas el pasado mes de abril.
No es esa décima, no obstante, lo que más preocupa al FMI. Al organismo con sede en Washington le inquieta sobre todo la tendencia de fondo: en las últimas décadas, la actividad no hace sino perder fuelle a escala global. Para 2028, se prevé que el crecimiento mundial sea del 3,1%. La cifra es medio punto más baja que el horizonte que los economistas del fondo dibujaban a medio plazo antes de la pandemia, del 3,6%. Y casi dos puntos menos que el ritmo con el que avanzaba el mundo antes de la crisis financiera de 2008, del 4,9%. Desde que estalló la pandemia en marzo de 2020, las sucesivas crisis por las que ha atravesado el mundo han implicado que se hayan dejado de generar 3,6 billones de dólares (3,4 billones de euros). “En general, con las políticas actuales, es poco probable que la producción mundial se recupere completamente hasta alcanzar su nivel anterior a la pandemia”, señala el documento.
El crecimiento se antoja débil y desigual, toda vez que las brechas entre regiones vuelven a abrirse. Estados Unidos se erige como el gran ganador de los últimos años al ser el único bloque económico que desde la pandemia ha sido capaz de marchar incluso mejor de lo proyectado en 2019 gracias, en parte, a los fuertes estímulos gubernamentales. La economía estadounidense va a ralentizarse, según el FMI, por los efectos de la abrupta subida de tipos de interés. Pero ni la rápida escalada del precio del dinero ni las crisis bancarias de primavera, iniciadas en el Silicon Valley Bank, se han materializado en un aterrizaje de emergencia de la primera potencia mundial. Al contrario: el organismo dirigido por Kristalina Georgieva ha elevado en tres décimas sus previsiones para 2023, hasta el 2,1%, y en cinco las de 2024, hasta un más modesto 1,5%.
La zona euro, en cambio, vuelve a ir por detrás de Estados Unidos. El fondo prevé que el año que viene sea mejor que este, con un discreto avance del 1,2% gracias a que Alemania deja atrás los números rojos y España aguanta el tipo, aunque pierde fuelle al perder el impulso de la apertura total del turismo. El informe destaca, en cualquier caso, que Europa sigue sin haber recuperado la trayectoria de crecimiento anterior a la pandemia, perdiendo de vista de nuevo a Washington. “Estados Unidos se prevé que supere su senda [de crecimiento] anterior a la pandemia”, reza el informe del FMI, que apunta que la zona euro se ha dejado 2,2 puntos de PIB desde que estallara la pandemia.
Tampoco llegan vientos de cola desde Pekín. El mercado inmobiliario chino lleva ya años dando síntomas de alerta: primero fue la crisis de Evergrande y, recientemente, la de Green Garden. “Los indicadores de alta frecuencia sugieren una mayor debilidad, con la crisis del sector inmobiliario en el país liderando los factores que obstaculizan el crecimiento”, apunta el documento del FMI. El informe del fondo, sin embargo, destapa otros puntos débiles que ha ido acumulando el gigante asiático: un elevado paro juvenil, una caída de la confianza del consumidor, un enfriamiento de la inversión y la producción industrial y una bajada en la fortaleza exportadora. Por ello, el fondo pronostica que la expansión este año será del 5%, dos décimas menos, y el año que viene del 4,2%, tres décimas inferior que lo previsto en abril.
Aumento de la pobreza
El fondo advierte también de que la pandemia, la guerra en Ucrania y los golpes climáticos han provocado una reversión de las tendencias de reducción de la pobreza que se venían registrando desde hace décadas. Según las estimaciones del Banco Mundial, la pandemia engrosó la bolsa de la pobreza extrema con entre 75 y 95 millones de personas más. Esas cifras, según el FMI, podrían verse superadas a causa de los picos de los precios de los alimentos, la inseguridad en el suministro derivada de la guerra en Ucrania y los episodios catastróficos provocados por un clima extremo. “La temperatura media global en julio de 2023 fue la más alta registrada para cualquier mes, en medio de informes de inundaciones catastróficas y olas de calor e incendios forestales en muchas regiones. En general, la prevalencia mundial de la desnutrición es significativamente mayor que antes de la pandemia”, apunta el documento.
Ese repunte de la pobreza lleva al fondo a pedir a los bancos centrales y a las haciendas nacionales que no bajen la guardia con la inflación, que Georgieva sigue considerando como el “enemigo número uno” al erosionar los recursos de los hogares. De hecho, el organismo espera que los tipos de interés permanezcan en un territorio restrictivo —es decir, que enfríen la economía— hasta bien entrado 2025. Esas subidas de tipos permiten al fondo señalar que las alzas de precios empiezan a ser domesticadas, de modo que la zona euro registrará en 2024 una inflación media del 3,3% (frente al 8,4% de 2022), Estados Unidos la rebajará hasta el 2,8% y Reino Unido, al 3,7%. América Latina no sale mal en la fotografía en esta ocasión, con la mayoría de economías por debajo del 5%, excepto Argentina y Venezuela. Pero la subida de tipos tiene otra cara: “Las condiciones de crédito cada vez más duras están afectando a la actividad real”.
El fondo, por último, advierte de la última tendencia que le preocupa y que probablemente centrará esta semana debates en Marraquech: la desglobalización. La guerra de Ucrania y el enfrentamiento de Pekín con Washington dibujan un mundo en pleno repliegue. La Organización Mundial del Comercio (OMC) empieza a ver síntomas. Y el FMI los confirma: según sus estimaciones, el comercio internacional caerá del 5,1% de 2022 al 0,9% en 2023. El próximo año se recuperará, pero solo parcialmente, hasta el 3,5%, muy por debajo de la media del 4,9% de las dos décadas comprendidas entre 2000 y 2019. El organismo no solo constata un declive de la actividad, sino que también ve más barreras, entre otras, en forma de aranceles. Y las cuantifica: solo el año pasado, los países crearon más de 3.000 nuevos obstáculos a los intercambios, el triple que en 2019. “Algunos países pueden beneficiarse de eso a corto plazo, pero a medio plazo todos pierden”, ha advertido Gourinchas.
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