Energía nuclear: economía y seguridad
Se está gestando un posible desastre a cámara lenta desde hace tiempo y el mundo debería poder actuar antes de que suceda
Las alertas de la ONU por la falta de acción de los países para abandonar el uso de combustibles fósiles son cada vez más dramáticas. Los estudios indican que los Estados y las empresas no están dedicando las inversiones suficientes para cumplir el acuerdo de París de 2015 que fijó el cero neto de emisiones de gases de efecto invernadero para 2050. La realidad es que las emisiones siguieron creciendo en 2022. Gobiernos y ...
Las alertas de la ONU por la falta de acción de los países para abandonar el uso de combustibles fósiles son cada vez más dramáticas. Los estudios indican que los Estados y las empresas no están dedicando las inversiones suficientes para cumplir el acuerdo de París de 2015 que fijó el cero neto de emisiones de gases de efecto invernadero para 2050. La realidad es que las emisiones siguieron creciendo en 2022. Gobiernos y empresas han invertido el doble en combustibles fósiles que en renovables. António Guterres, secretario general de la ONU, ha advertido que no se puede seguir así porque el mundo va a “la catástrofe”.
En la Unión Europea, que ha logrado reducir las emisiones, existe una profunda división entre los países que abogan por la energía nuclear para reducir las emisiones contaminantes y los que confían más en la eólica y solar. Francia, el segundo país con más reactores nucleares del mundo, ha alargado la vida de la central de Tricastin hasta cincuenta años. Las autoridades aspiran a prolongar su actividad hasta los sesenta años.
Alemania y España apuestan por un futuro con renovables. Berlín cerró en abril sus tres últimas nucleares culminando la decisión de la canciller Angela Merkel tras el desastre de Fukushima en 2011. En la energía nuclear la seguridad prevalece sobre la economía.
Dos acontecimientos han vuelto a dar prioridad a la seguridad: el caos en el Níger, que suministra el 25% de uranio que utiliza Europa, y sobre todo el alarmante riesgo de la central de Zaporiyia. El documentado estudio Nuclear Facilities as militar targets- The Zaporizhzhia case, (Instalaciones nucleares como objetivos militares- El caso de Zaporiyia) elaborado por el ingeniero nuclear Alejandro Zurita, considera que “la guerra de Ucrania representa el mayor desafío para la seguridad nuclear global” por la falta de “pautas y reglas para gestionar la seguridad de las instalaciones nucleares en escenarios de guerra”.
La central de Zaporiyia, la mayor de Europa con seis reactores, fue militarmente intervenida por Rusia el 4 de marzo de 2022 y después paró su actividad. El trabajo, publicado por la Foundation for Global Governance and Sustainability (FOGGS) detalla la gravedad de la situación. Zurita explica que las centrales nucleares, aunque estén paradas “precisan mantenimiento para refrigerar los combustibles nucleares mediante suministro eléctrico externo y agua. Zaporiyia ya solo dispone de una línea eléctrica. Diversos cortes de suministro han exigido recurrir a los grupos electrógenos diésel de emergencia en siete ocasiones. Una situación sin precedentes en la historia. Además, la destrucción de la presa de Kajovka, que causó graves daños humanos y medioambientales, dificulta el rellenado del estanque de refrigeración”.
“En teoría nadie quiere un accidente nuclear”, señala este ex inspector del Consejo de Seguridad Nuclear, pero advierte de que “se está gestando un posible desastre a cámara lenta desde hace tiempo y el mundo debería poder actuar antes de que suceda”.
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