Alemania aleja el fantasma de la recesión con una previsión de crecimiento del 0,2% para este año
La crisis energética ya es “manejable”, asegura el ministro de Economía alemán, que todavía pide cautela y no descarta una recesión técnica “corta y suave”
El Gobierno alemán ya no cree que la crisis energética vaya a sumir a la mayor economía de Europa en una recesión este año. Al menos no en una recesión como la que preveían los institutos económicos y el propio Ejecutivo hace solo unos meses. Según sus últimas previsiones, presentadas este miércoles, la economía crecerá un magro 0,2% en 2023, después de que unas temperaturas invernales relativamente suaves hayan...
El Gobierno alemán ya no cree que la crisis energética vaya a sumir a la mayor economía de Europa en una recesión este año. Al menos no en una recesión como la que preveían los institutos económicos y el propio Ejecutivo hace solo unos meses. Según sus últimas previsiones, presentadas este miércoles, la economía crecerá un magro 0,2% en 2023, después de que unas temperaturas invernales relativamente suaves hayan disipado los temores a la escasez de gas.
En octubre pasado, el Gobierno preveía una contracción del 0,4%, por lo que la mejora de las perspectivas es evidente. Pero la alegría no es absoluta y se impone la cautela: “Todavía es probable que experimentemos una recesión técnica”, reconoció el ministro de Economía y Clima, el verde Robert Habeck. De producirse, será “más corta y más suave”, añadió.
“El Gobierno ha dado la puntilla a la crisis económica”, aseguró por su parte el canciller Olaf Scholz en el Parlamento, antes de explicar las razones que le han llevado a aprobar el envío de carros de combate Leopard 2 a Ucrania. El socialdemócrata añadió que el “invierno del descontento” que muchos esperaban en Alemania no se ha materializado porque su Gobierno ha conseguido asegurar el suministro energético pese al cierre del grifo del gas ruso.
El ministro de Economía también se muestra optimista en el informe: “No hay indicios de una recesión significativa, algo que muchos observadores consideraban inevitable”. Berlín cuenta, por tanto, con una recesión técnica, es decir, dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo, y admite que encara el año con cautela por la crisis energética y las subidas de los tipos de interés. Pero da por superado el escenario pesimista. La crisis desencadenada por la invasión rusa de Ucrania ya es “manejable”, según la expresión que empleó Habeck.
El Ejecutivo ya había calificado la economía alemana de “satisfactoriamente resistente” a principios de este mes, cuando señaló que “cada vez hay más indicios de que la desaceleración económica en los meses de invierno será más leve de lo previsto”. Los nuevos datos acababan de mostrar que la producción solo se había estancado a finales del año pasado, desafiando las expectativas generalizadas de que se iba a contraer. La economía alemana se ralentizó en 2022, pero logró crecer un 1,9%, por encima de lo esperado, según las cifras todavía preliminares del producto interior bruto (PIB).
“Los consumidores han contribuido con un importante ahorro energético a que Alemania pase el invierno con holgura”, asegura el informe ministerial. La aceleración de la transformación hacia una economía climáticamente neutra, que incluye un ambicioso despliegue de energías renovables, será uno de los ejes políticos de este año, explicó Habeck en la rueda de prensa en Berlín. El suministro de energía es “seguro y estable”, subrayó, pero Alemania tiene por delante la tarea de ser aún más independiente energéticamente.
El Gobierno del socialdemócrata Olaf Scholz, que gobierna en coalición con los verdes y los liberales, pronostica que la inflación se moderará en 2023 hasta el 6% frente al 7,9% del año pasado. El desempleo se situará en el 5,4%, ligeramente por encima del 5,3% de 2022, según recoge el informe.
La confianza de las empresas alemanas se desplomó durante el verano como consecuencia de la drástica subida de los precios de la energía, lo que hizo temer una grave recesión. Se llegó a pronosticar que la economía alemana podría colapsar hasta el 12% —con la crisis del coronavirus el tropezón fue del 6%—. Pero la confianza ha mejorado significativamente desde entonces, especialmente por los programas de apoyo fiscal del Gobierno y por la caída de los precios de la energía gracias al clima templado. Pese a ello, los consumidores alemanes sentirán cada vez más los efectos de la fuerte inflación y recortarán su consumo este año, lo que tendrá efectos en la economía.
“El último año ha destruido muchas certezas en Europa y también de Alemania”, aseguró Habeck: “Hemos tenido que trabajar en condiciones económicas muy diferentes, tomando decisiones con rapidez y con consecuencias de largo alcance”. El ministro enumeró los rescates de empresas energéticas, la compra estatal de gas y la construcción de nuevas infraestructuras de regasificación para las que tuvieron que modificarse distintas leyes. “La determinación de tomar decisiones inusualmente complejas ha permitido a este país evitar una grave crisis económica”: “La crisis, por supuesto, aún no ha terminado, pero hemos podido evitar los peores escenarios”.
Huelga en el aeropuerto de Berlín
Las previsiones oficiales se conocen el mismo día en que una huelga masiva ha obligado al aeropuerto de Berlín a cancelar todos los vuelos previstos. Este miércoles ningún avión comercial despega o aterriza en el aeródromo, que tras la reforma se ha convertido en el único que da servicio a la capital alemana. Todos los trabajadores —seguridad, facturación, manipulación de equipajes, bomberos, repostaje— han sido llamados a la huelga por el sindicato Verdi, que reclama aumentos salariales de 500 euros al mes. Según la agencia alemana de prensa, el paro afecta a 35.000 pasajeros y 300 operaciones.
El poderoso sindicato Verdi, que representa a más de 2,5 millones de empleados públicos, incluidos educadores, personal sanitario y de la recogida de basuras, ha iniciado esta semana las negociaciones para mejorar la retribución en el sector público. Está pidiendo subidas del 10,5% y amenaza con huelgas en todos los ámbitos. Su presidente, Frank Werneke, argumenta que sus demandas se ajustan a la carga de la inflación y ha pedido al Gobierno de Scholz que, una superada la crisis energética, se centre en “el equilibrio social”.