Contener la inflación
2023 será un año complicado pero, por fin, la política económica es la correcta para contener la inflación y minimizar su impacto sobre los más vulnerables
La confianza en la situación económica y en la situación de los hogares ha caído con la misma intensidad en 2022 que en 2020, durante el confinamiento, y en 2008, tras la quiebra de Lehman Brothers. Sin embargo, la confianza en el empleo ha retrocedido mucho menos que en las dos crisis anteriores. Este año que termina se han creado casi medio millón de puestos de trabajo en España y en las dos crisis anteriores hubo destrucción masiva de empleo....
La confianza en la situación económica y en la situación de los hogares ha caído con la misma intensidad en 2022 que en 2020, durante el confinamiento, y en 2008, tras la quiebra de Lehman Brothers. Sin embargo, la confianza en el empleo ha retrocedido mucho menos que en las dos crisis anteriores. Este año que termina se han creado casi medio millón de puestos de trabajo en España y en las dos crisis anteriores hubo destrucción masiva de empleo.
La causa del malestar de los españoles es la inflación. La inflación es un fenómeno que nos empobrece a todos pero con mayor intensidad a las rentas más bajas. Tiene los mismos efectos de un impuesto regresivo y además la renta se va al exterior, en esta ocasión principalmente a los países que nos venden el gas.
Por lo tanto, la prioridad de la política económica debe ser contener la inflación. El BCE ha finalizado sus compras de deuda pública, ha subido los tipos de interés y ya ha empezado a reducir el dinero que inyectó en 2020. Eso tendrá un efecto contractivo sobre el consumo, la inversión y el empleo en 2023 y ayudará a contener la inflación.
El mayor peso de nuestras importaciones, la elevada tasa de paro española, el fuerte aumento de inmigración, junto a nuestra pertenencia al euro ayudan a explicar que la inflación de servicios en España esté en el 4%, por debajo de Alemania y muy lejos de los niveles de 1977 durante los Pactos de la Moncloa.
Pero la sequía junto a la crisis energética han provocado una inflación de alimentos que continúa aumentando hasta el 15%. Todas las grandes revoluciones, desde la Francesa hasta el comunismo en China o el Motín de Esquilache vinieron precedidos de una inflación de alimentos. Es lógico que el Gobierno haya anunciado este martes un plan para intentar contenerla.
El plan es sin duda el mejor que se ha aprobado desde que comenzó la crisis de inflación en la primavera de 2021. Aprovechando la intensa bajada del precio del petróleo y la apreciación del euro se elimina el subsidio a la gasolina. Una ayuda con fuerte impacto en el déficit y la deuda pública que beneficia principalmente a rentas altas que no lo necesitan y que va en contra de las recomendaciones de favorecer la movilidad eléctrica, subvencionando el consumo de combustibles fósiles contaminantes.
Ese dinero se sustituye por un cheque a los cuatro millones de hogares más vulnerables que son los que más sufren la inflación de alimentos. Esos hogares se beneficiarán además del acuerdo con la banca para minimizar el impacto de la subida de tipos sobre sus hipotecas. Y continúa la rebaja del IVA a la electricidad, el gas y ahora a los alimentos, ahorrando miles de millones de pago de impuestos a las familias.
2023 será un año complicado pero, por fin, la política económica es la correcta para contener la inflación y minimizar su impacto sobre los más vulnerables.