Rotundas sorpresas presupuestarias

El Gobierno logra sacar adelante unas cuentas avaladas por Bruselas, y España será uno de los países que cumpla la regla de gasto

Varios diputados socialistas y miembros del Gobierno aplauden el pasado jueves en el Congreso tras la aprobación de los Presupuestos.Alejandro Martínez Vélez (Europa Press)

Primera sorpresa, para quienes auguraban inestabilidad: se ha aprobado el Presupuesto para 2023, el tercero de la legislatura. Y atención, con 187 votos. En los tres casos se superó el registro de todos los años desde 2003, cuando había una mayoría absoluta del PP aznarista (183 escaños).

Segunda sorpresa, para quienes sostienen que nadie fuera de España le concede crédito, esa política-ficción. La Comisión Europea le ha otorgado su...

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Primera sorpresa, para quienes auguraban inestabilidad: se ha aprobado el Presupuesto para 2023, el tercero de la legislatura. Y atención, con 187 votos. En los tres casos se superó el registro de todos los años desde 2003, cuando había una mayoría absoluta del PP aznarista (183 escaños).

Segunda sorpresa, para quienes sostienen que nadie fuera de España le concede crédito, esa política-ficción. La Comisión Europea le ha otorgado su (indispensable) aprobado. Lo califica de “prudente”, pero advierte de que el Gobierno debe estar presto a cualquier revés para ajustar, si toca, el gasto corriente, el factor que inquietó aquí a los reguladores.

Además, afirma que su arquitectura macro es “plausible”. Que sus proyecciones de reducción de déficit (del 5% al 3,9% en 2023) y deuda (del 115,2% del PIB al 112,4%% ese año) están “en línea” con las de la Comisión. Y, aunque le da un pellizco por extender las ayudas más allá de “hogares y empresas vulnerables”, estima que el gasto corriente será inferior al del crecimiento económico potencial: la clave de bóveda del criterio fiscal de Bruselas. Así que en ella España también “está en línea”.

Tercera sorpresa, la comparativa. También ahí este país sale bien librado. Figura entre los nueve socios que cumplirán las previsiones, sobre todo la regla del gasto (aumento inferior al del PIB). Lo que contrasta con frugales como Países Bajos, Finlandia, Austria y Alemania, que “no están en línea” con la estrategia del Consejo y a los que “invita” a tomar medidas para “subsanar” ese incumplimiento.

El año 2023 se prevé una continuación (amortiguada y ralentizada) de 2021 y 2022. La buena racha ha favorecido una gran recaudación, que ha estrechado la brecha fiscal de España con la eurozona: en tres años la ha reducido a la mitad, 3,5 puntos de PIB: está en el 43,7% frente al 47,2%, cuando antes de la pandemia la distancia era del 46,3% europeo al 39,2% español. Cierto que el grueso del achicamiento se debe a la mayor recaudación a causa de la inflación (aunque eso ha ocurrido en los demás países), que aumenta los ingresos generados por los viejos impuestos, y no por una política impositiva global reformada, siempre pendiente.

Claro que hay catalejos menos amables. Un “pero” al aplauso de Bruselas es el cálculo del FMI sobre la conveniencia de reducir el déficit estructural, de entre un cuarto y medio punto del PIB (hasta 6.500 millones) en 2023. En trazo grueso, lo significativo es que el reino de España esté alineado con lo más ortodoxo de la eurozona, atendiendo al análisis de Bruselas. Y que toda la UE cabalga sobre un doble raíl: aumento del gasto para compensar a los precarizados por la guerra y la inflación; ingresos suficientes, en general al alza, aunque con algún retoque impositivo a la baja.

En esto, el paradigma de la caída de Saulo lo dibujan el exsocio Reino Unido e Italia. En pocas semanas han destruido el mito de las rebajas fiscales generales, la falacia neoliberal de que gravar menos recauda más y la obscenidad de que siempre hay que acrecer la riqueza del rico.

Acierten o no en el conjunto de sus medidas fiscales, resulta meritoria la rectificación de ambas derechas radicales sobre sus promesas de reducciones fiscales. Rishi Sunak ha revertido los planes de rebajas de la distópica Liz Truss. Retengan dos medidas del nuevo primer ministro: mantiene el tipo marginal del IRPF al 45%: ¡sin deflactar sus tramos!, con lo que recaudará 12.500 millones de euros más al año; y gravará los beneficios energéticos caídos del cielo no según resultados, sino según facturación. ¿Una guía para tories hispanos?

Y otra de Giorgia Meloni, que santificó la tasa plana del IRPF al 15% para todo el mundo. La constriñe ya a los autónomos que ingresen 85.000 euros al año (y no solo hasta 65.000). Estas sí son rebajas ideológicas de Black Friday.

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