La inflación aprieta y a las familias no les salen las cuentas
Mantener la misma estructura de gasto que hace un año supone para los hogares gastar 260 euros más al mes
Las sumas no dan. Con la inflación al 10,2%, la más elevada en 37 años, muchas familias españolas ven cómo su presupuesto se queda cada vez más justo. Y compensar implica renunciar, porque cuesta encontrar cosas más baratas que antes. “Siempre he definido la inflación como el asesino silencioso de tus ahorros”, señala Amalia Guerrero, experta en economía doméstica y autora de En casa, las cuentas claras (Plataforma Editorial). “Ya no es silenciosa porque sale en lo...
Las sumas no dan. Con la inflación al 10,2%, la más elevada en 37 años, muchas familias españolas ven cómo su presupuesto se queda cada vez más justo. Y compensar implica renunciar, porque cuesta encontrar cosas más baratas que antes. “Siempre he definido la inflación como el asesino silencioso de tus ahorros”, señala Amalia Guerrero, experta en economía doméstica y autora de En casa, las cuentas claras (Plataforma Editorial). “Ya no es silenciosa porque sale en los medios, pero mucha gente no sabe lo que es”, añade. El presente y el futuro no son halagüeños: el INE insiste en que los carburantes y los alimentos son los que más están tirando al alza de los precios. Y a las puertas del verano, alojamientos y restauración se suman a la carestía con subidas de hasta dos dígitos.
Elena Morales (39 años) y Rudy Soors (de la misma edad y con nacionalidad belga) viven con su hija Lola (de cuatro años) en La Pobla de Vallbona (Valencia). Ella es maestra de infantil y él da clases de inglés como autónomo. La familia puede encuadrarse en la “clase media trabajadora” a la que el presidente Pedro Sánchez apeló al presentar las últimas ayudas para contener los efectos de la guerra de Ucrania. Ellos se consideran más bien “clase media-baja” y aunque acaban el mes sin grandes problemas, no son ajenos a la inflación. “Claro que lo notamos, está todo más caro”, señala Morales, “vas sumando y es una cantidad que por suerte podemos soportar, pero se elimina de otras cosas”.
¿En qué perciben Morales y su marido la carestía? “Nuestras prioridades son la niña y la casa: los gastos en comida, los recibos, ropa… lo que sobra lo destinamos a ocio y lo último que guardamos es el ahorro, aunque hay meses en que, por circunstancias, no sobra nada”, resume la maestra. En definitiva, una familia corriente que accede a hacer una revisión de sus últimas cuentas para compartir cómo han subido sus gastos.
Según la Encuesta de Presupuestos Familiares, que el INE presentó esta semana, el gasto medio por hogar en España se elevó en 2021 (año de referencia del último estudio) a 29.244 euros. Más de un tercio de ese dinero, un 33,8%, fue para la vivienda (el pago de la casa más los recibos de luz, agua...) y la segunda partida más voluminosa, con un 16,4%, fueron alimentos y bebidas no alcohólicas. De mantenerse ese patrón de gasto, y aplicando la última inflación disponible por grupos de bienes, el gasto mensual de las familias se elevaría ya en más de 260 euros al mes respecto a un año atrás.
100 euros más en la compra
Morales apunta a la compra —hacen una grande al mes por internet y luego completan con visitas semanales al supermercado— como uno de los gastos que más han cambiado. A juzgar por su experiencia, los 4.806 euros que cada familia dedicó a la alimentación en 2021, serán muchos más este año. “Antes gastábamos unos 350 euros al mes y ahora son al menos 450 euros”, detalla. Es decir, de 4.200 euros al año, por debajo de la media española, a 5.400 euros. Y eso que se fija más que antes al llenar el carro: “Antes no lo miraba porque las cosas subían o bajaban unos céntimos, pero ahora, de repente, ves que has gastado 50 euros y no llevas ni comida”.
El cambio de hábitos no es exclusivo de esta familia valenciana. Un reciente informe de Nielsen detectó que un 93% de los productos de la cesta de la compra subían de precio el pasado abril. Productos básicos como el aceite o la pasta subían desorbitadamente: un 75% y un 31%, respectivamente. Ante ese panorama, los consumidores se fijan más en las marcas blancas, que en mayo representaban ya casi la mitad (un 48,9%) de las compras en alimentación.
Movimientos similares percibe Guerrero, toda una influencer de las finanzas domésticas con cerca de 20.000 seguidores en Twitter. Dice que en la comunidad de seguidores/clientes con la que se relaciona hay “preocupación”. Ella aconseja una “economía de guerra”, que consiste en “analizar todos los gastos de los últimos dos o tres meses” para ser consciente de qué se puede recortar. Porque la clave, subraya, es “mucha previsión”.
Precisamente, la familia Morales-Soors puede considerarse previsora. La casa la compró ella de soltera con una hipoteca fija. Una suerte en tiempos en que el euríbor ha enfilado una abrupta pendiente. El diferencial del que dependen la mayoría de préstamos variables ha terminado junio en una media del 0,83%, algo impensable hace un mes. Para una hipoteca media que se revise ahora, supondrá un encarecimiento de unos 84 euros más al mes.
Como además tienen un contrato de luz con precio fijo, a Morales y su marido no les preocupan de momento esas facturas —”a mi padre lo han llamado para renovar su contrato”, matiza ella—. En cambio, en el recibo de agua sí lo han notado: “Con un consumo similar, ha subido unos cinco euros, que a lo mejor a nosotros no nos afecta demasiado, pero para otras familias puede ser perjudicial”, aclara la maestra. Su precaución, además, les llevó a reservar ya en diciembre unas vacaciones en el oeste de Francia, otro punto a favor del ahorro porque “entonces los vuelos y los hoteles estaban muy baratos”.
Más gasto en vacaciones
Ya no lo están. Un reciente informe sectorial estimaba que las vacaciones implicarán un desembolso medio por persona casi un 8% superior al de 2021. El transporte, al que los hogares destinan más de uno de cada 10 euros que gastan, se comerá buena parte. Por tierra, mar y aire. La gasolina arranca el verano casi un 40% más cara que hace un año y la subida del gasóleo supera el 50%, contando con las ayudas públicas. Morales antes llenaba su Opel Corsa por “entre 40 y 50 euros” y ahora no baja de 70, aunque por suerte no usa el coche a diario. En los aviones, el susto llegó al planificar una visita a la familia belga. Hace un año, pagaron 240 euros por tres billetes. Esta vez, 350 euros combinando compañías de bajo coste. “Ir y volver con la misma salía por 700 euros”, expresa la maestra.
María Jesús Fernández, economista sénior de Funcas, destaca las numerosas incertidumbres que rodean a la economía por la guerra de Ucrania. “No sabemos cómo va a evolucionar la inflación”, resume, “hacemos estimaciones, pero con un montón de supuestos”. En el centro de estudios de las antiguas cajas de ahorros creen que la carestía pasará factura a finales de año: “Este verano la gente quiere salir y llevar una vida un poco más normal tras dos años de pandemia”, indica la experta, “pero en el último trimestre va a ser inevitable apretar el cinturón y ajustar el gasto como consecuencia de la pérdida de poder adquisitivo”.
Una característica de la inflación es que nadie escapa de ella. En otros indicadores macroeconómicos, la experiencia personal puede separarse del dato agregado. Que suba mucho el paro, por ejemplo, no implica que alguien pueda encontrar un trabajo. Pero cuando se disparan los precios, no hay manera de evitarlo. Morales y su marido entienden de manera intuitiva esa realidad y, por eso, ante la pregunta de si hay alguna cosa más barata que el año pasado, ella responde con otra pregunta: “No se me ocurre nada, pero, ¿qué puedes hacer sin gastar?”.