La ruptura total del comercio con Rusia restaría hasta un 2,1% a la economía española

El Banco de España calcula que el PIB podría perder entre un 0,8% y un 1,4% por el corte del suministro energético y otro 0,7% adicional por el cierre de las relaciones comerciales. La inflación podría subir entre 0,8 y 1,7 puntos porcentuales

Un trabajador ruso en la construcción del gasoducto Nord Stream.AP

Poner números a un escenario hipotético es una tarea harto complicada. Por muy sofisticado que sea el análisis, los imponderables son muchos. Ya pasó que el impacto económico del Brexit fue menor y mucho más gradual de lo anticipado. Moscú está aguantando las sanciones algo mejor de lo que se había vaticinado, con el rublo ahora subiendo y el superávit con el exterior disparado. No obstante, es importante intentar cuantificar a qué nos enfrentamo...

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Poner números a un escenario hipotético es una tarea harto complicada. Por muy sofisticado que sea el análisis, los imponderables son muchos. Ya pasó que el impacto económico del Brexit fue menor y mucho más gradual de lo anticipado. Moscú está aguantando las sanciones algo mejor de lo que se había vaticinado, con el rublo ahora subiendo y el superávit con el exterior disparado. No obstante, es importante intentar cuantificar a qué nos enfrentamos si se decide cortar las relaciones con Rusia. El Banco de España ha calculado con todas las cautelas cuánto supondría para la economía española desconectarse del suministro energético ruso. Pese a la menor exposición que otros países europeos, el daño sería considerable: entre un 0,8% y un 1,4% del PIB a lo largo del primer año, e iría descendiendo en función de la capacidad de sustitución de las importaciones energéticas. A esta pérdida habría que añadir otro 0,7% por el cierre total de los canales comerciales, obteniendo una disminución del 2,1%. Y todas estas tensiones harían que la inflación pudiera aumentar entre 0,8 y 1,7 puntos porcentuales.

Se trata de una pérdida de producción mucho menor que la sufrida durante la crisis financiera, cuando entre 2008 y 2013 se esfumaron nueve puntos porcentuales de PIB. O con la pandemia, cuando la contracción alcanzó el 10%. Aun así, en euros serían entre unos 9.000 millones y 25.000 millones. Dado que las previsiones aún pronostican que la economía española crecerá en torno a un 4%, la interrupción no sumiría a España en la recesión al restar en el peor de los casos, con los supuestos más restrictivos a la hora de encontrar sustituciones, hasta un 2,4%.

El organismo supervisor explica que la guerra de Ucrania ya está afectando a la economía española al producir un encarecimiento de las materias primas, reducir los flujos comerciales y aumentar la incertidumbre, lo que a su vez puede lastrar las decisiones de consumo e inversión. Incluso, añade, puede acabar generando un endurecimiento de las condiciones financieras.

Estos efectos adversos podrían además verse agravados por una escalada de las tensiones que condujese a una interrupción del suministro de energía de Rusia a Europa, ya sea por una prohibición comunitaria o por un corte impuesto por Moscú. La producción rusa supone el 18% del gas y carbón que se consume en la UE y el 9% del petróleo. En el caso de España, estos porcentajes bajan a números más pequeños: el 3% y el 2,5%, respectivamente. Y al impacto por esta exposición habría que sumar el aumento de los costes energéticos que se propagaría por las cadenas de producción globales.

Mientras que el impacto sobre la economía española sería de entre un 0,8% y un 1,4% solo por el corte de suministros energéticos, para Alemania alcanzaría cotas bastante mayores y estaría entre el 1,9% y el 3,4%, estima el Banco de España. Por su parte, el Bundesbank ya calculó hace poco que el efecto anualizado de una restricción de las importaciones energéticas rusas rondaría el 4%, abocando a la economía germana a la recesión. Para Francia el golpe sería de entre el 1,2% y el 2%, según las estimaciones del Banco de España. Para Italia se situaría entre el 2,3% y el 3,9%. Y para el conjunto de la UE el retroceso estaría entre el 2,5% y el 4,2%. La desconexión de la energía rusa elevaría la tasa de inflación europea entre 1,6 y 2,7 puntos porcentuales.

“Estos valores deben considerarse como impactos a corto plazo y cuya magnitud iría reduciéndose según aumentase la capacidad de sustitución de las importaciones energéticas rusas”, advierte el documento. Dependerá del horizonte temporal que se tome o de las reservas que se hayan conseguido acumular. Habría efectos directos al encarecerse la producción que precisa esos insumos energéticos, e indirectos al trasladarse entre sectores por las relaciones entre clientes y proveedores. En todo caso, a corto plazo, recuerda, la capacidad de reemplazar los productos energéticos rusos es “limitada”. El Banco de España incluso se atreve a dar el escenario más probable para España: una pérdida del 1,1% de PIB y un incremento de la inflación de 0,9 puntos porcentuales.

El golpe se notaría mucho más en sectores como el transporte, la industria de metales básicos o la química. Por el contrario, sería más reducido en los servicios. Y habría un daño adicional por el cese completo de las relaciones comerciales con Rusia, si bien su magnitud sería mucho menor que por la suspensión de materias primas energéticas, señala el informe del supervisor. El cierre comercial total añadiría un 1,8% de pérdida de PIB para la UE. Y para España sería del 0,7%.

En estos momentos la UE ya se está planteando imponer un embargo a más de dos tercios del petróleo ruso que llega a Europa. El supervisor español subraya que no es lo mismo suspender el comercio de gas que el de petróleo: las alternativas para reemplazar el crudo ruso son mayores que para el gas, donde Rusia tiene una posición dominante a través de sus gasoductos. En el mercado petrolífero hay una mayor competencia, recalca el banco. Además, el gas se usa de forma más intensa en las industrias situadas al principio de la cadena productiva, mientras que el crudo se utiliza más en los sectores al final de la cadena o entre los consumidores. De ahí que el gas tenga un mayor impacto al propagarse a lo largo de la cadena de producción, señala el organismo supervisor. Este supondría aproximadamente un 70% del golpe estimado y el petróleo, en torno a un 30%.

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