Un aeropuerto de unicornios

Las únicas certezas que acompañan a la ampliación del aeropuerto de El Prat son que implica destruir la zona protegida de La Ricarda, aumentar vuelos y sumar 20 millones de pasajeros, elevando las emisiones

Un avión se aproxima a una de las pistas del aeropuerto de El Prat, el pasado junio.MASSIMILIANO MINOCRI (EL PAÍS)

A principios de esta semana conocíamos un acuerdo entre el Gobierno de España y el de la Generalitat para la ampliación del aeropuerto de El Prat de Llobregat. Un acuerdo cerrado en secreto, en pleno mes de agosto y de espaldas a la ciudadanía, para aprobar una ampliación ...

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A principios de esta semana conocíamos un acuerdo entre el Gobierno de España y el de la Generalitat para la ampliación del aeropuerto de El Prat de Llobregat. Un acuerdo cerrado en secreto, en pleno mes de agosto y de espaldas a la ciudadanía, para aprobar una ampliación que ha levantado una alarma social plenamente justificada. No sé exactamente a quién le interesa esta ampliación, pero tengo claro que a la mayoría de la ciudadanía de Cataluña no.

Isabel Rodríguez, ministra de Política Territorial, el pasado lunes durante la rueda de prensa explicando el acuerdo de invertir 1.700 millones de euros en la ampliación del aeropuerto del Prat de BarcelonaVídeo: ATLAS
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Hay un nuevo consenso ecologista en la sociedad catalana que ha empezado a tomar forma: expresado a nivel institucional con la Declaración de emergencia climática de la Generalitat en 2019 o la del propio Ayuntamiento de Barcelona de 2020, que reunió a más de 200 entidades y a todos los grupos del Consistorio con un compromiso claro: reducir en un 50% las emisiones para el año 2030.

Este nuevo sentido común no es exclusivo de la ciudadanía de Barcelona o de Cataluña, es global, y nos indica que hay que actuar ya. Porque el cambio climático no es algo que sucederá, está ya aquí, lo estamos sufriendo ahora, año tras año de forma cada vez más grave: en las inundaciones de este verano en Alemania, en la ola de calor en Canadá o en los incendios de bosques en países del Mediterráneo. O si prefieren un ejemplo aún más cercano, la Agencia de Salud Pública de Barcelona cifra en 1.000 muertes anuales las que se producen por la contaminación.

Ante esto, ¿cuál es la propuesta de Aena? Negacionismo climático. Para hacernos una idea, pasar de 50 a 70 millones de pasajeros equivaldría a que toda la ciudad de Barcelona aumentara entre un 60% y un 80% sus emisiones. Porque hay una mentira que, por mucho que la repitan el señor [Maurici] Lucena [presidente de Aena], la Generalitat y el Gobierno, no dejará de ser una mentira: dicen que la ampliación permitirá reducir emisiones, hacer el aeropuerto “más verde de Europa” (sic). ¡Magia! ¡Un aeropuerto de unicornios!

Señores defensores de la ampliación, yo solo les pido que no nos traten de tontos. Las únicas certezas que acompañan esta propuesta son que implica destruir la zona protegida de La Ricarda (aumentar emisiones), aumentar vuelos (aumentar emisiones) y aumentar 20 millones de pasajeros, básicamente turistas (aumentar emisiones).

Pero aún hay más unicornios. Quienes defienden la ampliación dicen que será muy buena para la economía. Mi pregunta es: ¿la economía de quién? Quizás de las empresas y fondos que constituyen la mitad privada de la sociedad público-privada que es Aena, y que buscan el máximo beneficio a corto plazo. Porque con los pocos datos disponibles hasta la fecha, lo único seguro es que aumentaría el turismo, y por lo tanto el trabajo temporal y precario, y nuestra vulnerabilidad al depender aún más de que la riqueza nos llegue de fuera.

En definitiva, el planteamiento inicial de Aena representa la economía del pasado, un modelo depredador, insostenible y que genera desigualdad. En cambio, lo que verdaderamente sí necesitamos es una ampliación de la movilidad sostenible, empezando por invertir en Rodalies, en el corredor ferroviario del Mediterráneo y en sustituir todos los vuelos de corta distancia por trenes de alta velocidad.

En pleno siglo XXI no podemos seguir con viejos planteamientos que contraponen la economía y la ecología. La única economía que tiene futuro es la que tiene como prioridad proteger la vida y reducir emisiones ya, no mañana. La alternativa pasa por una reindustrialización verde basada en las energías renovables y la inversión en I+D+i. Barcelona ya ha empezado. Con nuestra apuesta por la innovación no solo hemos consolidado congresos como el MWC o el ISE, sino también hemos logrado ser la segunda ciudad en atracción de capital tecnológico, ser sede de la bienal Manifesta 2024 o ser la capital mundial de la arquitectura para 2026.

Estamos fortaleciendo nuestra capitalidad científica con proyectos como la Ciutadella del Coneixement, además de ser la capital de toda España que más inversión social hace por habitante y que más vivienda social está promoviendo (somos la Administración que más obra pública licita en Catalunya, por delante de la Generalitat, creando miles de puestos de trabajo).

En definitiva, tenemos la responsabilidad y la oportunidad de liderar un proyecto económico de futuro que evite el desastre climático y genere puestos de trabajo de calidad. Barcelona tiene el talento, la fuerza y la autoestima para lograrlo, no venderemos nuestra alma al primer postor que se presente con un talonario envenenado.


Ada Colau es alcaldesa de Barcelona.

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